San Sergio y san Baco o Bacchus (?-297). Sergius era comandante de la escuela de reclutas de Arabissus (cerca de Comana en Capadocia, frontera siria con Turquía) y Bacchus era su oficial subalterno y amante. No estuvieron presentes cuando el emperador Maximiano estaba haciendo un sacrificio a Júpiter, por lo que fueron ignominiosamente desnudados y vestidos con ropa de mujer y exhibidos por las calles del pueblo. Fueron azotados hasta que Baco murió (1/10/297). Sergio fue llevado a Resapha (Siria) donde le hicieron caminar con clavos en los zapatos. Después fue decapitado (7/10/297). Sergio fue nombrado patrono de Siria. En la Edad Media ambos eran invocados en las ceremonias de adelfopoiia para bendecir parejas del mismo sexo.
30 Απριλίου 2008
ΑΓΙΟΙ ΣΕΡΓΙΟΣ ΚΑΙ ΒΑΚΧΟΣ
San Sergio y san Baco o Bacchus (?-297). Sergius era comandante de la escuela de reclutas de Arabissus (cerca de Comana en Capadocia, frontera siria con Turquía) y Bacchus era su oficial subalterno y amante. No estuvieron presentes cuando el emperador Maximiano estaba haciendo un sacrificio a Júpiter, por lo que fueron ignominiosamente desnudados y vestidos con ropa de mujer y exhibidos por las calles del pueblo. Fueron azotados hasta que Baco murió (1/10/297). Sergio fue llevado a Resapha (Siria) donde le hicieron caminar con clavos en los zapatos. Después fue decapitado (7/10/297). Sergio fue nombrado patrono de Siria. En la Edad Media ambos eran invocados en las ceremonias de adelfopoiia para bendecir parejas del mismo sexo.
27 Απριλίου 2008
ΣΤΙΣ ΕΚΚΛΗΣΙΕΣ ΤΩΝ ΕΛΛΗΝΩΝ
En la Iglesia
Amo la iglesia - sus hexaptérigas,
la plata de sus vasos sagrados, sus candelabros,
las luces, su iconos, el púlpito.
Cuando entro en la iglesia de los griegos:
con la fragancia de su incienso,
con las voces y músicas litúrgicas,
la majestuosa presencia de los sacerdotes
y el ritmo grave de cada uno de sus movimientos
-resplandecientes en los ornamentos de las vestiduras-
mi pensamiento va a los grandes honores de nuestra raza,
a nuestra gloriosa Bizantinidad.
Constantinos Cavafis / Grecia
20 Απριλίου 2008
ΕΡΩΤΑΣ - ΑΚΑΤΑΛΛΗΛΟΣ ΓΙΑ ΤΡΥΦΕΡΟΤΗΤΑ
Quiero lamer tus manos, quiero lamer tus pies.
El amor gana en la entrega.
No sé que es para tí hacer el amor;
no es sólo una humedad en los labios,
ni un plantío de abrazos en las axilas,
una confusión de quejidos,
una consolación de espasmos.
Es por sobre todo, la confirmación de nuestra soledad
cuando tratamos de echar raíces en un cuerpo muy difícil de habitar.
***
Eres el primero que me ofrece amor
tu proposición me hunde en la confusión
no estoy hecho para tanta ternura
hasta ahora iba golpeándome la cabeza contra la pared
me había acostumbrado a mendigar migajas
llámalo masoquismo, llámalo como quieras
no estoy hecho para tanta ternura.
Dinos Christianopoulos /Grecia
15 Απριλίου 2008
ΦΙΛΑ ΜΕ!
Bajaré al sótano de la cervecería
Yannis Ritsos/ Grecia
10 Απριλίου 2008
ΣΑΒΒΑΤΟΒΡΑΔΑ
Sábados en la noche
Algo oprime mi pecho
que desea con vehemencia liberarse.
Cuando llega la noche
le dejo salir y va a encontrarse en las tinieblas,
y en las tabernas y garitos, con bonachones dulces mozos,
y con hombres….
Y a opacos jóvenes se entrega,
a los jóvenes lentos que desde el anochecer
hasta avanzada el alba andan solitarios,
y cantan y se divierten, borrachos en las calles,
con el corazón lleno de deseos….
con desesperadas canciones
de otro mundo llenas de pasión,
hasta apagarse extraño y manso el fondo….
Y cuando dan vuelta y se pierden
uno diría que su corazón se rompe,
mientras lloran y lloran sus anhelos
— y se van…
y escuchándolos divertirse en plena noche, lánguidos,
mis propios deseos corren en lo indecible,
y mi alma se llena de almas viejas,
antiguas, pálidas, muy tristes,
conocidas, que salen de las tumbas,
del más allá…
Languer d´amour
¡Oh, besar tus labios,
tus purpúreos labios,
con tanta pasión y deseo,
hasta hacerlos sangrar!
¡Hacer sangrar tus labios!
Tejer mis manos alrededor de tu cuerpo
y en la profundidad oscurísima,
atraerte hacia mí en esas tinieblas…
Y tú, quejándote:
«¡Oh, mis labios no,
oh, no los hagas sangrar y sufrir,
qué te han hecho
basta, basta mi amor, ya no más!»
Y que pasen las noches,
los amaneceres, los años
y yo diciéndote:
«Todavía, mi amor,
no te gocé lo suficiente… todavía!»
Napoleón Lapathiotis / Grecia
Napoleón Lapathiotis (Atenas, 1888-1944) escribió poemas desde que era niño y fue director de la revista Igiso, donde publicó buena parte de su obra. En 1909 se recibió de abogado de la Universidad de Atenas, pero vivió los años postreros en la pobreza y la drogadicción. Homosexual, de finos modales y gustos, vivía de noche, deambulando en la calle Stadíu con una rosa roja en el ojal y luego descendía a los bajos fondos en busca de amantes y pasiones. Publicó sólo un libro, Los poemas, de 1939. Fue un amante de los felinos, que vivían con él en la casa paterna del barrio bohemio Exarjia, donde se suicidó durante la Segunda Guerra Mundial. Sus poemas han sido traducidos por el poeta cefalonio Rigas Kappatos.
www.arquitrave.com
5 Απριλίου 2008
ΣΥΓΧΡΟΝΗ ΕΛΛΗΝΙΚΗ ΓΚΕΪ ΛΟΓΟΤΕΧΝΙΑ
31 Μαρτίου 2008
ΣΤΑ 1895
Pericles Anastasiades, el año de 1895
Vagos, son ya, los rostros de su rostro
vaga, también, la forma de sus manos
lejos, está, su aliento de mi boca
su pequeña estatura
sus quince años
Sólo un ayer ocupa mi memoria
nuestro pequeño amor
nuestro pequeño mes
hace diez lunas
De repente
en la alta noche
tus ojos, de púrpura vestidos,
tus labios
labios de un amor apresurado
tus largos brazos
brazos de inolvidable carnadura
aparecen
!Cuanto he perdido buen Dios
Cuanto he perdido¡
Harold Alvarado Tenorio / Colombia
26 Μαρτίου 2008
21 Μαρτίου 2008
17 Μαρτίου 2008
ΣΥΜΒΟΛΑΙΟ ΣΥΜΒΙΩΣΗΣ ΜΟΝΟ ΓΙΑ ΚΑΠΟΙΟΥΣ; ΟΧΙ, ΕΥΧΑΡΙΣΤΩ
¿LEY DE PAREJAS DE HECHO SÓLO PARA ALGUNOS? NO, GRACIAS
En Grecia, los gays, las lesbianas y los transexuales ya saben qué significa discriminación. La padecen todos los días en su entorno familiar, en su vida social y en el campo profesional.
Pero, a veces, una gota colma el vaso.
Según informes de prensa, el gobierno griego se está preparando para introducir una ley de parejas de hecho EXCLUSIVAMENTE para las parejas heterosexuales. No creemos que un simple “contrato" pueda resolver por sí solo todos los problemas de las parejas del mismo sexo ni asegurar de verdad un tratamiento igualitario ante la ley. Sin embargo, consideramos que esta propuesta es una violación obvia tanto de la Constitución griega, como de los tratados europeos sobre los derechos humanos. Especialmente, si tenemos en cuenta que las parejas del mismo sexo gozan ya de derechos legales en 18 países europeos.
Esta iniciativa tiene por objetivo informar a las instituciones europeas, las organizaciones de los derechos humanos, los web sites y los weblogs extranjeros de esta exclusión discriminatoria. Demandamos derechos iguales para todos nosotros. Nada más y nada menos.
Esta vez no nos vamos a sentar con las manos cruzadas. Esta vez no nos vamos a mantener callados.
BLOGUEROS GRIEGOS CONTRA LA DISCRIMINACIÓN
16 Μαρτίου 2008
ΕΚΣΤΡΑΤΕΙΑ ΓΙΑ ΤΟΝ ΓΑΜΟ ΟΜΟΦΥΛΩΝ
Campaña por el matrimonio gay
DosManzanas.com, 13-3-2008
Una pareja de lesbianas intentará casarse la próxima semana para iniciar así una cruzada en pos de que se legalice el matrimonio también para personas del mismo sexo.
ΟΙ ΔΕΛΦΟΙ ΤΟΥ PABLO GARCÍA BAENA
Miguel Angel Campano: Paisaje de Delfos
Delfos
(...)
¿Qué esperas del oráculo, Pablo García Baena,
si tu vida es recuerdo, tapiado columbario
donde un cadáver se deshace
celosamente embalsamado por ti de algalias olorosas
y están tus pasos numerados como un libro
que dudoso repasas a la lámpara
y donde sólo falta el colofón
y las exequias en final viñeta?
¿Qué intentas que te diga esa velada Pitia,
esa obstinada esperanza furiosa
que se remueve como alimaña entre el heno segado,
si para ti ya ha muerto el amor y los días
son naipes que abandonas de un juego ya perdido?
¿Qué haces en la noche de Delfos,
junto al abismo que arañan los olivos,
con el lejano pavés del mar sagrado
centelleante a la indecisa luna
y el canto de los alemanes de un tour
profanando la calma augusta de las piedras?
Si ya el aviso de la anocheciente corneja
sonó lóbrego
y Apolo huyó de ti llevándose la luz,
¿no será ésta la noche del balance,
noche de la balanza donde arrojes tus días,
los mortales obsequios oferentes,
solitario, pobre, triste, casi cincuenta años,
tímido, huraño, callado y sonriente
Pablo García Baena?
Despójate del íntimo pingajo,
del último jirón, tiernos harapos
enmadreciendo heridas, zarpas, gritos,
y avanza solo en noche hacia el enigma,
desnudo hacia la voz, al desolado
carril de tu destino. Miente, habla,
silente trípode.
11 Μαρτίου 2008
Η ΕΛΛΑΔΑ ΤΟΥ GREGORIO PRIETO MUÑOZ
Gregorio Prieto Muñoz (1897 – 1992), pintor español oriundo de La Mancha, perteneciente a la Generación de 27.
Hasta finales de los años veinte su temática se reduce al paisaje, a la naturaleza muerta y al retrato, tratados de una forma cercana al impresionismo. Su relación con la literatura y especialmente con la Generación del 27 lo marcarán profundamente. En 1928 consigue una beca para la Academia Española de Bellas Artes de Roma, donde permanece hasta 1932. Es ahora cuando crea sus mejores obras pictóricas: Serie de los maniquíes y cuadros greco-romanos. En la primera, se traduce la influencia de Giorgio de Chirico. Escenas de maniquíes andróginos entrelazados que traslucen una sexualidad reprimida. Al igual que, en la segunda, marineros y personajes romanos pueblan ruinas clásicas en una actitud ambigua. Se trata la temática homosexual de una forma hasta entonces inédita en la pintura española.
No obstante, este atrevimiento se encubre a través de una poetización hedonista. También en Roma, junto con Eduardo Chicharro, hijo, y en contacto con el cineasta Carl Dreyer, realiza una serie de imágenes fotográficas en las que el pintor adopta roles de masculinidad. Estas fotografías constituyen un ejercicio de narcisismo que será una de las constantes de su obra.
En 1936, el inicio de la guerra civil española y, en concreto, el asesinato de Federico García Lorca, deciden su exilio voluntario en Londres. Allí vivirá durante varios años con Luis Cernuda. En esta época inglesa se centra en el dibujo, llegando a ser maestro de la línea.Regresa a Madrid en 1947, pero su miedo y su inmersión en la raquítica vida cultural del momento anulan al creador vanguardista; espíritu que únicamente vuelve a aflorar en sus contactos con el postismo y en una serie de fotomontajes y collages de finales de los sesenta. Tras su vuelta, Gregorio Prieto se establece como un retratista de la clase alta y un pintor de paisajes y molinos.
6 Μαρτίου 2008
ΣΑΠΦΩ 3
Se han ocultado ya
las Pléyades, la Luna: mediada está la noche,
la hora propicia escapa,
yo duermo sola.
.
***
.
...siento deseo y busco con ardor...
***
***
- para vosotras –
mi pensamiento
nunca es mudable
***
te acomodaré los miembros
***
como un viento abatiéndose en el monte
sobre las encinas
***
refrescaste mi pecho que ardía de deseo
***
Me parecías niña desgarbada y menuda
***
que la tierna Girino...
***
de una tierna amiga
***
Safo
(Trad.: Aurora Luque)
1 Μαρτίου 2008
ΣΑΠΦΩ 2
Efectos de amor
Igual parece a los eternos dioses
25 Φεβρουαρίου 2008
ΣΑΠΦΩ 1
20 Φεβρουαρίου 2008
15 Φεβρουαρίου 2008
ΚΑΤΑ ΤΟΝ ΠΡΩΤΑΓΟΡΑ
Juan Antonio González Iglesias / España
10 Φεβρουαρίου 2008
5 Φεβρουαρίου 2008
Ο ΚΑΘΡΕΠΤΗΣ ΣΤΗΝ ΕΙΣΟΔΟ
Stathis Orphanos
EL ESPEJO EN LA ENTRADA
La rica mansión tenía en la entrada
un espejo enorme, muy antiguo,
comprado a lo menos ochenta años antes.
Un hermosísimo joven, empleado donde un sastre
(los domingos, atleta aficionado),
estaba allí con un paquete. Lo entregó
a alguien de la casa, y éste lo llevó adentro
para traer el recibo. El empleado del sastre
se quedó solo, esperando.
Se acercó al espejo y se miraba
y se arreglaba la corbata. A los cinco minutos
le trajeron el recibo. Lo tomó y se fue.
Pero el viejo espejo que había visto tanto y tanto,
durante sus muchos años de existencia,
miles de cosas y de rostros,
pero el viejo espejo ahora se alegraba
y se sentía ufano de haber recibido sobre sí
la perfecta belleza por algunos instantes.
Constantino Cavafis
31 Ιανουαρίου 2008
Ο RAFAEL PÉREZ ESTRADA ΓΙΑ ΤΟΝ ΚΑΒΑΦΗ
A PETICION DEL PATRIARCA,
POR CORTESIA, RECIBE LAS SAGRADAS
ESPECIES, DIAS ANTES DE MORIR,
EL POETA ALEJANDRINO CONSTANTINO CAVAFIS
Elegidos cursores traen, insistentes, confortables palabras
o amenazantes gestos. Tratan en un lenguaje (que ajeno
os es en mucho) de cuantas satisfacciones debéis en favor
de vuestro propio nombre. Dicen que obligado estáis por bien
de la conciliación a suplicar (y nada habéis pedido) Gracias
Sacramentales. Esto es: el perdón que se os da renuncia es a la dicha
que la memoria alcanza, rescatando hallazgos que fueran
en tardes por tabernas, iniciales mañanas y adolescentes lechos.
Sus discursos distraen la luz de vuestra propia obra:
poemas terrenales donde habita el memorial vivido.
Acuciantes en su osadía, por patriarcales sellos, se os ordena
distinguir las virtudes, la norma, lo moral y negar lo perverso.
No es difícil aceptar, sólo por cortesía, a quienes os asedian.
Y cuando se comprende la razón: rechazo de vuestro haber vital,
con un gesto elegante o la frase elocuente (como Forster
así le describiera), cortés declina lo tedioso,
mas pagano, creyente del instinto sublimado del hombre,
indiferente, en ánimo de volver a sí mismo, de no ser perturbado
(cuando abril alejandrino. Años del treinta y tres,
Thánatos cumple el ciclo que da razón a Eros).
Acepta el ritual, recibiendo por anillada mano
las sagradas especies, fatalmente al simple compromiso,
que zanja las cuestiones, para de nuevo darse en cultos al recuerdo.
Que rechazar negáis.
RAFAEL PEREZ ESTRADA
(CABALLO GRIEGO PARA LA POESÍA, 9/ 1977)
26 Ιανουαρίου 2008
21 Ιανουαρίου 2008
ΟΔΟΣ ΠΑΝΔΡΟΣΟΥ
La calle Pandrossou
Bienamadas imágenes de Atenas.
En el barrio de Plaka,
Si alguno que me quiere
Era un lunes de agosto
Jaime Gil De Biedma / España
16 Ιανουαρίου 2008
11 Ιανουαρίου 2008
ΜΕΡΕΣ ΤΟΥ ...

Esto era lo que había en él de singular:
que en medio de toda su vida disoluta
y de su mucha experiencia en el amor,
a pesar de la habitual armonía
entre su actitud y su edad,
había algunos instantes -pero muy raros
ciertamente- en que daba la impresión
de una carne casi intacta.
La hermosura de sus veintinueve años,
tan probada en el placer,
había momentos en que paradojalmente recordaba
a un adolescente que -con cierta torpeza- al amor
por primera vez su cuerpo puro entrega.
DÍAS DE 1903
No los hallé ya otra vez -tan luego perdidos...
los ojos poéticos, el pálido
rostro ... en el anochecer de la calle ...
No los hallé ya más -conquistados sólo por casualidad,
que así con ligereza dejé;
y después con angustia anhelaba.
Los ojos poéticos, el pálido rostro,
los labios aquellos no los hallé más.
DÍAS DE 1908
Aquel año se encontró sin trabajo;
y en consecuencia vivía de las cartas,
y de los dados, y de dinero prestado.
Un puesto, con tres liras al mes, le habían ofrecido
en una pequeña papelería.
Pero lo rechazó, sin ninguna vacilación.
No le venía. No era sueldo para él,
un joven con bastante cultura, y de veintidós años.
Ganaba, no ganaba dos, tres chelines al día.
De las cartas y los dados qué podía sacar el muchacho,
en los cafés de su clase, populares,
por más que jugara con viveza, por más que eligiera necios.
El dinero prestado, eso era y no era plata.
Raramente alcanzaba a un talero, lo más frecuente medio,
a veces caía a sólo un chelín.
Cada semana, a veces más seguido,
cuando se libraba del terrible trasnochar,
se refrescaba bañándose, nadando en la mañana.
Su ropa era una terrible ruina.
Siempre llevaba el mismo traje, un traje
muy desteñido color canela.
Ah días del verano del novecientos ocho,
de vuestra visión, artísticamente,
se borró la ropa raída color cáscara.
Vuestra visión lo conservó
cuando se despojaba de ellas, cuando se las quitaba,
las ropas indignas, la ropa interior remendada.
Y quedaba enteramente desnudo,
inmaculadamente hermoso: una maravilla.
Sus cabellos sin peinar, desordenados;
sus miembros un poco quemados
por la desnudez matinal en los baños, y en la playa.
DÍAS DE 1909, 1910 y 1911
De un maltraído, pobrísimo marino
(de una isla del Mar Egeo) era hijo.
Trabajaba donde un herrero. Usaba ropa vieja.
Sus zapatos de trabajo raídos y míseros.
Sus manos estaban manchadas de herrumbre y aceite.
Al caer la noche, cuando cerraba el taller,
si había algo que deseaba mucho,
alguna corbata un poco cara,
alguna corbata para el domingo,
o si había visto en una vitrina y la quería
alguna bonita camisa azul oscuro,
vendía su cuerpo por un talero o dos.
Me pregunto si en los tiempos antiguos
poseyó la gloriosa Alejandría un joven más bellísimo,
un muchacho 'más perfecto que él - que se perdió:
no hubo, se comprende, estatua o pintura suya:
arrojado al mísero taller de un herrero,
se hubo de acabar tempranamente por el trabajo penoso
y por una vulgar corrupción, desdichada.
LO OCULTO (1908)
Nunca descubrirán quién fui
en lo que hice o he dicho.
Algo ahí tergiversa
los hechos de mi vida, sus fines.
Algo que me detenía muchas veces
cuando iba a hablar.
Sólo en mis hechos más oscuros
y en mis escritos secretos:
sólo en ellos puede comprendérseme.
Quizá de todas formas no merezca la pena
tal cuidado, tal esfuerzo en ocultarme.
Cuando el tiempo pase, en una sociedad mejor,
habrá seguramente personas creadas como yo
y actuarán libremente.
Constantino Cavafis
6 Ιανουαρίου 2008
Ο ΑΛΕΞΑΝΔΡΙΝΟΣ
EL ALEJANDRINO
Mario Vargas Llosa (EL PAÍS 24-02-2000)
El departamento es un pequeño museo a cargo del consulado griego y no debe recibir muchas visitas, a juzgar por el soñoliento muchacho que nos abre la puerta y nos mira como si fuésemos marcianos. Cavafis es poco menos que un desconocido en esta ciudad que sus poemas han inmortalizado -ellos son, con la famosísima Biblioteca quemada de la antigüedad y los amores de Cleopatra lo mejor que le ha pasado desde que la fundó Alejandro el Grande en el 331 a.d. Cristo- donde no hay una calle que lleve su nombre ni una estatua que lo recuerde, o, si las hay, no figuran en las guías y nadie sabe dónde encontrarlas. La vivienda es oscura, de techos altos, lúgubres pasillos y amoblada con la circunspección con que debió estarlo cuando se instaló aquí Cavafis, con su hermano Pablo, en 1907. Este último convivió con él apenas un año y luego se marchó a París. Desde entonces, Constantino vivió aquí solo, y, al parecer, mientras permanecía dentro de estos espesos muros, con irrenunciable sobriedad.
Este es uno de los escenarios de la menos interesante de las vidas de Cavafis, la que no dejó huella en su poesía y que nos cuesta imaginar cuando lo leemos: la del atildado y modesto burgués que fue agente en la Bolsa del algodón y que, durante treinta años, como un burócrata modelo, trabajó en el Departamento de Irrigación del Ministerio de Obras Públicas, en el que, por su puntualidad y eficiencia fue ascendiendo, hasta llegar a la subdirección. Las fotos de las paredes dan testimonio de ese prototipo cívico: los gruesos anteojos de montura de carey, los cuellos duros, la ceñida corbata, el pañuelito en el bolsillo superior de la chaqueta, el chaleco con leontina y los gemelos en los puños blancos de la camisa. Bien rasurado y bien peinado, mira a la cámara muy serio, como la encarnación misma del hombre sin cualidades. Ése es el mismo Cavafis al que mató un cáncer en la laringe y que está enterrado en el cementerio greco-ortodoxo de Alejandría, entre ostentosos mausoleos, en un pequeño rectángulo de lápidas de mármoles, que comparte con los huesos de dos o tres parientes.
En el pequeño museo no hay una sola de las famosas hojas volanderas donde publicó sus primeros poemas y que, en tiradas insignificantes -treinta o cuarenta copias- repartía avaramente a unos pocos elegidos. Tampoco, alguno de los opúsculos -cincuenta ejemplares el primero, setenta el segundo- en los que reunió en dos ocasiones un puñadito de poemas, los únicos que, durante su vida, alcanzaron una forma incipiente de libro. El secretismo que rodeó el ejercicio de la poesía en este altísimo poeta no sólo tenía que ver con su homosexualidad, bochornosa tara en un funcionario público y un pequeño burgués de la época y del lugar, que en sus poemas se explayaba con tan sorprendente libertad sobre sus aficiones sexuales; también, y acaso sobre todo, con la fascinación que ejercieron sobre él la clandestinidad, la catacumba, la vida maldita y marginal, que practicó a ratos y a la que cantó con inigualable elegancia. La poesía, para Cavafis, como el placer y la belleza, no se daban a la luz pública ni estaban al alcance de todos: sólo de aquellos temerarios estetas hedonistas que iban a buscarlos y cultivarlos, como frutos prohibidos, en peligrosos territorios.
De ese Cavafis, en el museo hay solamente una rápida huella, en unos dibujitos sin fecha esbozados por él en un cuaderno escolar cuyas páginas han sido arrancadas y pegadas en las paredes, sin protección alguna: muchachos, o acaso un mismo muchacho en diferentes posturas, mostrando sus apolíneas siluetas y sus vergas enhiestas. Este Cavafis me lo imagino muy bien, desde que lo leí por primera vez, en la versión en prosa de sus poemas hecha por Marguerite Yourcenar, aquel Cavafis sensual y decadente que discretamente sugirió E. M. Foster en su ensayo de 1926 y el que volvió figura mítica el Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell. Aquí, en su ciudad, pululan todavía los cafetines y las tabernas de sus poemas y que, como éstos, carecen casi totalmente de mujeres y de parejas heterosexuales. No me consta, pero estoy seguro de que, en ellos, todavía, entre el aroma del café turco y las nubes de humo que despiden los aparatosos fumadores de shisha, en esas muchedumbres masculinas que los atestan se fraguan los ardientes encuentros, los primeros escarceos, los tráficos mercantiles que preceden los acoplamientos afiebrados de los amantes de ocasión, en casas de cita cuya sordidez y mugre aderezan el rijo de los exquisitos. Hasta diría que lo he visto, en las terrazas de La Corniche, o en los cuchitriles humosos que rodean el mercado de las telas, caballero de naricilla fruncida, labios ávidos y ojitos lujuriosos, a la caída de la noche, bajo la calidez de las primeras estrellas y la brisa del mar, espiando a los jóvenes de aire forajido que se pasean sacando mucho el culo, en busca de clientes.
A diferencia de la serenidad y la naturalidad con que los hombres -mejor sería decir los adolescentes- se aman entre ellos en los poemas de Cavafis, y disfrutan del goce sexual con la buena conciencia de dioses paganos, para él esos amores debieron ser extremadamente difíciles y sobresaltados, impregnados a veces de temor y siempre de ilusiones que se frustraban. Lo genial de su poesía erótica es que aquellas experiencias, que debieron ser limitadas y vividas en la terrible tensión de quien en su vida pública guardaba siempre la apariencia de la respetabilidad y rehuía por todos los medios el escándalo, se transforman en una utopía: una manera suprema de vivir y de gozar, de romper los límites de la condición humana y acceder a una forma superior de existencia, de alcanzar una suerte de espiritualidad laica, en la que, a través del placer de los sentidos y de la percepción y disfrute de la belleza física, un ser humano llega, como los místicos en sus trances divinos, a la altura de los dioses, a ser también un dios. Los poemas eróticos de Cavafis arden de una sensualidad desbocada y, pese a ello, y a su utilería romántica de decadencia y malditismo, son sin embargo curiosamente fríos, con cierta distancia racional, la de una inteligencia que gobierna la efusión de las pasiones y la fiesta de los instintos, y, a la vez que la representa en el verso, la observa, la estudia y, valiéndose de la forma, la perfecciona y eterniza.
Sus temas y su vocación sexual estaban infiltrados de romanticismo decimonónico -de exceso y trasgresión, de individualismo aristocrático-, pero, a la hora de coger la pluma y sentarse a escribir, surgía del fondo de su ser y tomaba las riendas de su espíritu, un clásico, obsesionado con la armonía de las formas y la claridad de la expresión, un convencido de que la destreza artesanal, la lucidez, la disciplina y el buen uso de la memoria eran preferibles a la improvisación y a la desordenada inspiración para alcanzar la absoluta perfección artística. Él la alcanzó, y de tal manera, que su poesía es capaz de resistir la prueba de la traducción -una prueba que casi siempre asesina a la de los demás poetas- y helarnos la sangre y maravillarnos en sus distintas versiones, a quienes no podemos leerla en el griego demótico y de la diáspora en que fue escrita. (A propósito, la más hermosa de las traducciones que he leído de los poemas de Cavafis es la de los veinticinco poemas que vertió al español Joan Ferraté. La publicó Lumen en 1970, en una bella edición ilustrada con fotografías, y, por desgracia, que yo sepa no ha sido reimpresa).
Ese es el tercer Cavafis de la indisoluble trinidad: el extemporáneo, el que en alas de la fantasía y la historia vivió, al mismo tiempo, bajo el yugo británico contemporáneo y veinte siglos atrás, en una provincia romana de griegos levantiscos, judíos industriosos y mercaderes procedentes de todos los rincones del mundo, o unas centenas de años después, cuando cristianos y paganos se cruzaban y descruzaban en una confusa sociedad donde proliferaban las virtudes y los vicios, los seres divinos y los humanos y era casi imposible diferenciar a los unos de los otros. El Cavafis heleno, el romano, el bizantino, el judío, salta fácilmente de un siglo a otro, de una civilización a la siguiente o a la anterior, con la facilidad y la gracia con que un diestro danzarín realiza una acrobacia, conservando siempre la coherencia y la continuidad de sus movimientos. Su mundo no es nada erudito, aunque sus personajes, lugares, batallas, intrigas cortesanas, puedan ser rastreados en los libros de historia, porque la erudición antepone una barrera glacial de datos, precisiones y referencias entre la información y la realidad, y el mundo de Cavafis tiene la frescura y la intensidad de lo vivido, pero no es la vida al natural, sino la vida enriquecida y detenida -sin dejar de seguir viviendo- en la obra de arte.Alejandría está siempre allí, en esos poemas deslumbrantes. Porque en ella ocurren los episodios que evoca, o porque es desde esa perspectiva que se vislumbran o recuerdan o añoran los sucesos griegos, romanos o cristianos, o porque quien inventa y canta es de allí y no quiere ser de ninguna otra parte. Era un alejandrino singular y un hombre de la periferia, un griego de la diáspora que hizo por su patria cultural -la de su lengua y la de su antiquísima mitología- más que ningún otro escritor desde los tiempos clásicos, pero ¿cómo podría ser adscrito, así, sin más, a la historia de la literatura griega moderna europea, este medio-oriental tan identificado con los olores, los sabores, los mitos y el pasado de su tierra de exilio, esa encrucijada cultural y geográfica donde el Asia y el Africa se tocan y confunden, así como se han confundido en ella todas las civilizaciones, razas y religiones mediterráneas?
Todas ellas han dejado un sedimento en el mundo que creó Cavafis, un poeta que con todo ese riquísimo material histórico y cultural fue capaz de crear otro, distinto, que se reaviva y actualiza cada vez que lo leemos. Los alejandrinos de hoy día no frecuentan su poesía y la gran mayoría de ellos ni siquiera conoce su nombre. Pero, para quienes lo hemos leído, la Alejandría más real y tangible, cuando llegamos aquí, no es la de su hermosa playa y su curvo malecón, la de sus nubes viajeras, sus tranvías amarillos y el anfiteatro erigido con piedras de granito traídas de Assuán, ni siquiera la de las maravillas arqueológicas de su museo. Sino la Alejandría de Cavafis, aquella en la que discuten e imparten sus doctrinas los sofistas, donde se filosofa sobre las enseñanzas de las Termópilas y el simbolismo del viaje de Ulises a Itaca, donde los vecinos curiosos salen de sus casas a ver a los hijos de Cleopatra -Cesáreo, Alejandro y Tolomeo- asistir al Gimnasio, cuyas calles apestan a vino e incienso cuando pasa el cortejo de Baco, inmediatamente después de los dolidos funerales a un gramático, donde el amor es sólo cosa de hombres y donde, de pronto, sobreviene el pánico, porque ha corrido el rumor de que pronto llegarán los bárbaros.
1 Ιανουαρίου 2008
ΚΑΛΩΣΟΡΙΣΜΑ ΜΕ ΕΝΑ ΚΟΜΜΑΤΙ ΓΛΥΚΟ "TRES LECHES"
.
TRES LECHES
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Tiempo: 90 Mins
Dificultad: Media
Sirve: 4 personas
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Preparación previa:
Unta con mantequilla un moldes medianos para hornear de 3 pulgadas de alto, espolvorea harina en el fondo del molde. Calienta en el horno a fuego medio (200°C).
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Ingredientes:
3/4 taza de harina
1 1/2 tazas de leche condensada azúcarada
2 1/2 tazas de leche evaporada
1/2 cucharadita de polvo de hornear
1/2 taza de mantequilla
1/2 taza de azúcar
3 huevos
1 taza de crema batida dulce
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Preparación:
Bate los huevos hasta que se pongan pálidos. Añade el azúcar e incorpora bien. En otro envase acrema la mantequilla e incorpora la harina cernida junto al polvo de hornear. Incorpora los huevos. Pon en el molde y hornea hasta que introduzcas un cuchillo y salga limpio. Deja enfriar a temperatura ambiente.
Mezcla la leche condensada y evaporada y vierte sobre el pastel y deja que absorba la mezcla por 10 minutos. Cubre con la crema batida y pon en el refrigerador hasta que esté bien frío. Sirve frío.