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A principios de junio llegó la orden que Paul esperaba. La última noche que lo vi me trajo de regalo de despedida un par de zapatos que había comprado en el economato de los oficiales ingleses. Era un estupendo par de zapatos de piel de cerdo y, durante bastante tiempo, mi gran desgracia fue no poder calzármelos; primero porque tendría que explicar su procedencia a mi padre - sabía que no se iba a tragar fácilmente la mentira – y, segundo, porque, maldita suerte, eran un número mayor al mío, y los pies me bailaban dentro. Así que los escondí, junto a mis escritos y el diario, en el único cajón de mi pequeño escritorio que tenía llave.
Un mediodía, volvía desprevenido de la escuela cuando vi a mi padre en mi habitación. Estaba sentado en mi escritorio, sumido en la lectura de mi diario. Sobre mi cama estaban los zapatos de Paul.
Al verme, se levantó, me agarró por la camisa, tiró de ella y me la desgarró. Se quitó el cinturón y empezó a golpearme donde pillaba. Y maldecía. Maldecía. Decía una y otra vez lo que yo aún no sabía que era, lo que quizá aún no era y que, Díos mío, han sido necesarios veinte años de angustia y autodestrucción para empezar a comprender que no soy; lo decía con las palabras más grosera. Al final, cuando se cansó, jadeante, agarró mi diario y mis poemas y los hizo añicos. Después, cogió los zapatos para hacerlos trizas, según dijo, son las tijeras y salió de mi habitación.
Me quedé sentado en el borde de la cama bastante rato, como narcotizado, sin pensar, sin sentir nada. Pero poco a poco comencé a recuperarme.
Costas Taktsis: Las vueltas (ediciones del oriente y del mediterráneo, 1996)
(trad.: Natividad Gálvez)
A principios de junio llegó la orden que Paul esperaba. La última noche que lo vi me trajo de regalo de despedida un par de zapatos que había comprado en el economato de los oficiales ingleses. Era un estupendo par de zapatos de piel de cerdo y, durante bastante tiempo, mi gran desgracia fue no poder calzármelos; primero porque tendría que explicar su procedencia a mi padre - sabía que no se iba a tragar fácilmente la mentira – y, segundo, porque, maldita suerte, eran un número mayor al mío, y los pies me bailaban dentro. Así que los escondí, junto a mis escritos y el diario, en el único cajón de mi pequeño escritorio que tenía llave.
Un mediodía, volvía desprevenido de la escuela cuando vi a mi padre en mi habitación. Estaba sentado en mi escritorio, sumido en la lectura de mi diario. Sobre mi cama estaban los zapatos de Paul.
Al verme, se levantó, me agarró por la camisa, tiró de ella y me la desgarró. Se quitó el cinturón y empezó a golpearme donde pillaba. Y maldecía. Maldecía. Decía una y otra vez lo que yo aún no sabía que era, lo que quizá aún no era y que, Díos mío, han sido necesarios veinte años de angustia y autodestrucción para empezar a comprender que no soy; lo decía con las palabras más grosera. Al final, cuando se cansó, jadeante, agarró mi diario y mis poemas y los hizo añicos. Después, cogió los zapatos para hacerlos trizas, según dijo, son las tijeras y salió de mi habitación.
Me quedé sentado en el borde de la cama bastante rato, como narcotizado, sin pensar, sin sentir nada. Pero poco a poco comencé a recuperarme.
Costas Taktsis: Las vueltas (ediciones del oriente y del mediterráneo, 1996)
(trad.: Natividad Gálvez)
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COSTAS TAKTSIS. Nació en Salónica en 1927, y es el máximo exponente de la generación de escritores de la última pléyade de las letras griegas. Pasó su infancia y adolescencia en Atenas, donde estudió la carrera de derecho. Murió asesinado en esta ciudad en agosto de 1988. Sus libros reflejan fundamentalmente el mundo de su infancia y adolescencia, un mundo lleno de miserias, guerra civil y brutalidades, que son observadas por la mirada inocente y distanciada del pequeño. Desde la aparición de su primera novela, La tercera boda, en 1963, pasó a ocupar un lugar destacado en las letras neogriegas. Su segunda obra, Las vueltas, es un conjunto de cuentos aparecidos en diferentes revistas literarias y reunidos en forma de libro en 1972. Posteriormente publicó una nueva recopilación de relatos, Mi abuela Atenas y una antología de poemas, Café Bizancio.
COSTAS TAKTSIS. Nació en Salónica en 1927, y es el máximo exponente de la generación de escritores de la última pléyade de las letras griegas. Pasó su infancia y adolescencia en Atenas, donde estudió la carrera de derecho. Murió asesinado en esta ciudad en agosto de 1988. Sus libros reflejan fundamentalmente el mundo de su infancia y adolescencia, un mundo lleno de miserias, guerra civil y brutalidades, que son observadas por la mirada inocente y distanciada del pequeño. Desde la aparición de su primera novela, La tercera boda, en 1963, pasó a ocupar un lugar destacado en las letras neogriegas. Su segunda obra, Las vueltas, es un conjunto de cuentos aparecidos en diferentes revistas literarias y reunidos en forma de libro en 1972. Posteriormente publicó una nueva recopilación de relatos, Mi abuela Atenas y una antología de poemas, Café Bizancio.
1 σχόλιο:
Excelentísimos relatos
Historias que no ahorran muy variadas crudezas
COSTAS TAKTSIS: LAS VUELTA(ORIENTE Y MEDITERRANEO / MADRID 1997)
174 PAGINAS / 1.600 PESETAS
TRADUCCION: NATIVIDAD GALVEZ
de RAMON IRIGOYEN
Costas Taktsis nació en Salónica, en 1927. Vivió su infancia y adolescencia en Atenas, donde cursó dos años de Derecho. Vivió una sexualidad particularmente conflictiva pues ejercía de travestí y se prostituía en las calles de Atenas. Murió asesinado en la capital de Grecia, en agosto de 1988, y el crimen nunca fue aclarado por la policía. El recuerdo del crimen perpetrado en la persona de Pasolini, y que también fue de ejecución muy turbia, se impone justamente a nuestra consideración, pues, en ambos casos, se trata de dos autores de vida sexual muy ajetreada y, a la vez, de máximo nivel intelectual, y con idéntico trágico final.
Las vueltas (con el significado de devolución de dinero) es un conjunto de relatos publicados en diversas revistas y reunidos en libro en 1972. Posteriormente, Taktsis publicó una nueva recopilación de relatos, Mi abuela Atenas (s. d.) y una antología de poemas, Café Bizancio (1986), nombre de un célebre café de la céntrica plaza de Colonaki y que, hace ya unos años, quedó reconvertido en una entidad bancaria.
Las historias de Las vueltas transcurren, sobre todo, en la infancia y adolescencia de un narrador en primera persona. Predominan las historias de personajes de la clase baja que no ahorran crudezas de la más variada estirpe: brutalidad de trato, ignorancia, sexualidad conflictiva, asfixia familiar. Pero también hay historias -El abrigo rojo o La coartada- contadas por un narrador de clase media o clase media alta. Un tema constante es el fantasma del padre que con frecuencia cruza, al menos, tangencialmente por la historia cuando no es el centro mismo de ella como en La primera imagen, el último relato del libro, o en Mi padre o los zapatos (los dos únicos relatos trufados de ensayo, pero muy bien dosificado, lo que hace que no se resienta la narratividad).
De los 13 relatos, que, en todos los casos, son de gran nivel, destacan particularmente el primero -Las vueltas, que da título al libro-, el excelente Un producto moderno, el espléndido Los zapatos y yo, el soberbio Unos peniques para el Ejército de Salvación... En realidad, el nivel general es tan alto que uno incluso se frena a la hora de expresar reparos como en el caso del relato Cuestión de temperamento, el que menos me gustó en una primera lectura, pero que me gustó en su relectura y cuya excelente técnica es indiscutible. Y, precisamente, las técnicas narrativas de Taktsis son extraordinarias. De hecho, lo que maravilla de esta prosa es la feliz alianza de tradición y modernidad. Por una parte, como en el cuento tradicional, importa la historia. Por otra parte, la asimilación de las técnicas modernas de la narrativa es plena y es el otro elemento esencial de los relatos. La traducción -muy fiel al original- de Natividad Gálvez, es excelente. Y, precisamente, la muy alta calidad del español de la traductora es la que decide que se disfrute la lectura de los relatos.
elmundo.es, 13/9/1997
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