31 Δεκεμβρίου 2008

ΟΙ ΣΚΙΕΣ ΤΗΣ ΑΓΑΠΗΣ

Image Hosted by ImageShack.us
Stathis Orphanos
.
Para que vengan

Una vela basta. Su dudosa luz
se presta más, será más cordial,
cuando vengan las Sombras, las Sombras del Amor.
Una vela basta. Que el cuarto esta tarde
no tenga mucha luz. En la ensoñación
y en la sugestión, y con poca luz,
en la ensoñación, tendré la visión
de que vienen las Sombras, las Sombras del Amor.

Constantino Cavafis / Grecia

29 Δεκεμβρίου 2008

ΝΑΥΤΕΣ 3

Image Hosted by ImageShack.usImage Hosted by ImageShack.usImage Hosted by ImageShack.us
Stathis Orphanos / EEUU-Grecia

27 Δεκεμβρίου 2008

Ο ΘΑΝΑΤΟΣ ΤΟΥ ΠΑΛΙΚΑΡΙΟΥ

Image Hosted by ImageShack.us
Α. Iatridis: La muerte de Markos Bótsaris

25 Δεκεμβρίου 2008

ΓΑΜΟΙ ΑΝΔΡΩΝ

Image Hosted by ImageShack.us
El ícono arriba, del siglo VII, pertenecía al Monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí, y ahora se encuentra en el Museo de arte Oriental y Occidental de Kiev. Es interesante ver como Cristo aparece en la posición tradicional romana del Pronubus, el Padrino de boda, supervisando la ceremonia, detrás de Sergio y Baco.
.
ORACION PRONUNCIADA DURANTE EL MATRIMONIO RELIGIOSO ENTRE DOS PERSONAS DEL MISMO SEXO
(Monasterio de San Panteleimon en el Monte Athos, siglo XVI, en griego)
.
“Oh señor Dios y Gobernante que hiciste a la humanidad a tu imagen y semejanza y le diste el poder de la vida eterna, que aprobaste cuando tus santos apóstoles Felipe y Bartolomé se unieron, juntos no por la ley de la naturaleza, sino por la comunión del Espíritu Santo y que también aprobaste la unión de tus Santos Mártires Sergio y Baco, bendice también a estos servidores “N” y “N”, unidos no por la naturaleza, sino por la fidelidad, permíteles Señor amarse el uno al otro, sin odios y poder continuar juntos sin escándalos todos los días de sus vidas con ayuda de la Santa Madre de Dios y de todos tus Santos porque tuyo es el Poder y el reino, y el poder y la gloria. Padre, Hijo y Espíritu Santo”

20 Δεκεμβρίου 2008

ΟΙ ΕΡΩΤΕΣ ΤΟΥ ΜΕΓΑΛΟΥ ΑΛΕΞΑΝΔΡΟΥ

Image Hosted by ImageShack.us
Theophilos / Grecia
.
Generalmente se considera que el apego emocional más grande que tuvo Alejandro fue por su compañero, comandante de caballería y posible amante, Hefestión. Probablemente fueron amigos desde la niñez, dado que Hefestión también recibió educación en la corte del padre de Alejandro. Hefestión hace su aparición en la historia en el momento en que Alejandro alcanza Troya. Allí ambos amigos hacen sacrificios en los altares de los héroes de la Ilíada; Alejandro honrando a Aquiles y Hefestión a Patroclo. Como Aeliano (o Eliano) en su Varia Historia (12,7) afirma, “de esa manera Alejandro implicó que él (Hefestión) era su objeto de amor, como Patroclo lo fue de Aquiles”.
Muchos discutieron su sexualidad ambivalente. La carta 24 atribuida a Diógenes de Sinope aunque escrita en el primer o segundo siglo de nuestra era, y reflejando probablemente los chismes de los días de Alejandro expresa que amonestó a Alejandro diciendo “Si quieres ser hermoso y bueno (kalos kai agathos), arroja ese trapo que tienes sobre tu cabeza y ven con nosotros. Pero no serás capaz de hacerlo, dado que estás dominado por los muslos de Hefestión.” Y Curtius relata que “Alejandro despreciaba los placeres sensuales a tal grado que su madre estaba ansiosa por temor de que éste no le dejase descendencia.” Para agudizar su apetito por las mujeres el rey Filipo (quien ya había reprochado a su hijo por cantar en voz demasiado aguda), junto a su madre Olimpia, trajo a una costosa cortesana llamada Kallixeina. Pero no todos los antiguos pensaban igual. Eumenes (370-265) afirmaba que Alejandro “no se sentía a gusto con el sexo".
Posteriormente, a lo largo de su vida, Alejandro se casó con varias princesas de los anteriores territorios persas: Roxana de Bactriana, Estateira, hija de Dario III, y Parysatis, hija de Oco. Alejandro fue padre de al menos dos niños: Hércules, nacido en el 327 adC de su concubina Barsine, hija del sátrapa Artabazo II de Frigia Helespóntica, y Alejandro IV de Macedonia, de Roxana, en el 323 adC.
Curtio mantiene que Alejandro también tomó como amante a “... Bagoas, un eunuco de excepcional belleza y en la flor de su juventud, con el cual Darío había intimado y con el cual Alejandro luego intimaría” (VI.5.23) (en la antigüedad los eunucos solían ser emasculados sólo de las gónadas). Eumenes escribe que, antes de aventurarse aún más al Este, Alejandro instaló a Bagoas en una villa en las afueras de Babilonia y requirió a todos sus oficiales y cortesanos “ya fuesen griegos o persas” a rendirle honores (esto es, a presentarle costosos regalos). El favor de Alejandro por Bagoas es también obvio con el subsiguiente nombramiento de éste como uno de los trierarcas, quienes eran hombres de carácter que supervisaban y financiaban la construcción de barcos para el viaje de regreso a la patria. Su relación parece haber sido bien conocida entre sus tropas, ya que Plutarco relata un episodio (también mencionado por Athenaios y Dicaearco) durante unos festejos cuando regresaban de la India, en los cuales sus hombres clamaban a Alejandro que besase abiertamente a Bagoas, accediendo a esta solicitud. Cualquiera que fuese su relación con Bagoas, no fue impedimento para que éste tuviese relaciones con su reina: seis meses después de la muerte de Alejandro, Roxana dio a luz a su hijo y heredero Alejandro IV. Además de Bagoas, Curtio menciona otro amante de Alejandro, Euxenippos, “cuya joven belleza lo llenaba de entusiasmo” (VII,9,19).
(http://www.wikipedia.org/)
.
Image Hosted by ImageShack.us
Museo de Pella (siglo III a.C.)

16 Δεκεμβρίου 2008

ΑΠΟΠΛΑΝΩΝΤΑΣ ΤΟΝ ΣΩΚΡΑΤΗ

Image Hosted by ImageShack.us
Poseidonia, 475 a.C
.
- Diré la verdad. Mira si me lo permites.
-Por supuesto -dijo Sócrates -, tratándose de la verdad, te permito y te invito a decirla.
-La diré inmediatamente - dijo Alcibíades -. (...) Sócrates está en disposición amorosa con los jóvenes bellos, que siempre está en torno suyo y se queda extasiado, y que, por otra parte, ignora todo y nada sabe, al menos por su apariencia. ¿No es esto propio de sileno? Totalmente, pues de ello está revestido por fuera, como un sileno esculpido, mas por dentro, una vez abierto, ¿de cuántas templanzas, compañeros de bebida, creéis que está lleno? Sabed que no le importa nada si alguien es bello, sino que lo desprecia como ninguno podría imaginar, ni si es rico, ni si tiene algún otro privilegio de los celebrados por la multitud. Por el contrario, considera que todas estas posesiones no valen nada y que nosotros no somos nada, os lo aseguro. Pasa toda su vida ironizando y bromeando con la gente; mas cuando se pone serio y se abre, no sé si alguno ha visto las imágenes de su interior. Yo, sin embargo, las he visto ya una vez y me parecieron que eran tan divinas y doradas, tan extremadamente bellas y admirables, que tenía que hacer sin más lo que Sócrates mandara. Y creyendo que estaba seriamente interesado por mi belleza pensé que era un encuentro feliz y que mi buena suerte era extraordinaria, en la idea de que me era posible, si complacía a Sócrates, oír todo cuanto él sabía. ¡Cuán tremendamente orgulloso, en efecto, estaba yo de mi belleza! Reflexionando, pues, sobre esto, aunque hasta entonces no solía estar solo con él sin acompañante, en esta ocasión, sin embargo, lo despedí y me quedé solo en su compañía. Preciso es ante vosotros decir toda la verdad; así, pues, prestad atención y, si miento, Sócrates, refútame. Me quedé, en efecto, señores, a solas con él y creí que al punto iba a decirme las cosas que en la soledad un amante diría a su amado; y estaba contento. Pero no sucedió absolutamente nada de esto, sino que tras dialogar conmigo como solía y pasar el día en mi compañía, se fue y me dejó. A continuación le invité a hacer gimnasia conmigo, y hacía gimnasia con él en la idea de que así iba a conseguir algo. Hizo gimnasia, en efecto, y luchó conmigo muchas veces sin que nadie estuviera presente. Y ¿qué debo decir? Pues que no logré nada. Puesto que de esta manera no alcanzaba en absoluto mi objetivo, me pareció que había que atacar a este hombre por la fuerza y no desistir, una vez que había puesto manos a la obra, sino que debía saber definitivamente cuál era la situación. Le invito, pues, a cenar conmigo, simplemente como un amante que tiende una trampa a su amado. Ni siquiera esto me lo aceptó al punto, pero de todos modos con el tiempo se dejó persuadir. Cuando vino por primera vez, nada más cenar quería marcharse y yo, por vergüenza, le dejé ir en esta ocasión. Pero volví atenderle la misma trampa y, después de cenar, mantuve la conversación hasta entrada la noche, y cuando quiso marcharse, alegando que era tarde, le forcé a quedarse. Se echó, pues, a descansar en el lecho contiguo al mío, en el que precisamente había cenado, y ningún otro dormía en la habitación salvo nosotros. Hasta esta parte de mi relato, en efecto, la cosa podría estar bien y contarse ante cualquiera, pero lo que sigue no me lo oiríais decir si, en primer lugar, según el dicho, el vino, sin niños y con niños, no fuera veraz y, en segundo lugar, porque me parece injusto no manifestar una muy brillante acción de Sócrates, cuando uno se ha embarcado a hacer su elogio. Además, también a mí me sucede lo que le pasa a quien ha sufrido una mordedura de víbora, pues dicen que el que ha experimentado esto alguna vez no quiere decir cómo fue a nadie, excepto a los que han sido mordidos también, en la idea de que sólo ellos comprenderán y perdonarán, si se atrevió a hacer y decir cualquier cosa bajo los efectos del dolor. Yo, pues, mordido por algo más doloroso y en la parte más dolorosa de las que uno podría ser mordido --pues es en el corazón, en el alma, o como haya que llamarlo, donde he sido herido y mordido por los discursos filosóficos, que se agarran más cruelmente que una víbora cuando se apoderan de un alma joven no mal dotada por naturaleza y la obligan a hacer y decir cualquier cosa - y viendo, por otra parte, a los Fedros, Agatones, Erixímacos, Pausanias, Aristodemos y Aristófanes - ¿y qué necesidad hay de mencionar al propio Sócrates y a todos los demás?; pues todos habéis participado de la locura y frenesí del filósofo - por eso precisamente todos me vais a escuchar, ya que me perdonaréis por lo que entonces hice y por lo que ahora digo. En cambio, los criados y cualquier otro que sea profano y vulgar, poned ante vuestras orejas puertas muy grandes.
Pues bien, señores, cuando se hubo apagado la lámpara y los esclavos estaban fuera, me pareció que no debía andarme por las ramas ante él, sino decirle libremente lo que pensaba. Entonces le sacudí y le dije:
-Sócrates, ¿estás durmiendo?
-En absoluto - dijo él.
-¿Sabes lo que he decidido?
-¿Qué exactamente?, - dijo.
-Creo - dije yo - que tú eres el único digno de convertirse en mi amante y me parece que vacilas en mencionármelo. Yo, en cambio, pienso lo siguiente: considero que es insensato no complacerte en esto como en cualquier otra cosa que necesites de mi patrimonio o de mis amigos. Para mí, en efecto, nada es más importante que el que yo llegue a ser lo mejor posible y creo que en esto ninguno puede serme colaborador más eficaz que tú. En consecuencia, yo me avergonzaría mucho más ante los sensatos por no complacer a un hombre tal, que ante la multitud de insensatos por haberlo hecho.
Cuando Sócrates oyó esto, muy irónicamente, según su estilo tan característico y usual, dijo:
- Querido Alcibíades, parece que realmente no eres un tonto, si efectivamente es verdad lo que dices de mí y hay en mí un poder por el cual tú podrías llegar a ser mejor. En tal caso, debes estar viendo en mí, supongo, una belleza irresistible y muy diferente a tu buen aspecto físico. Ahora bien, si intentas, al verla, compartirla conmigo y cambiar belleza por belleza, no en poco piensas aventajarme, pues pretendes adquirir lo que es verdaderamente bello a cambio de lo que lo es sólo en apariencia, y de hecho te propones intercambiar «oro por bronce». Pero, mi feliz amigo, examínalo mejor, no sea que te pase desapercibido que no soy nada. La vista del entendimiento, ten por cierto, empieza a ver agudamente cuando la de los ojos comienza a perder su fuerza, y tú todavía estás lejos de eso.
Y yo, al oírle, dije:
- En lo que a mí se refiere, ésos son mis sentimientos y no se ha dicho nada de distinta manera a como pienso. Siendo ello así, delibera tú mismo lo que consideres mejor para ti y para mí.
- En esto, ciertamente, tienes razón - dijo -. En el futuro, pues, deliberaremos y haremos lo que a los dos nos parezca lo mejor en éstas y en las otras cosas.
Después de oír y decir esto y tras haber disparado, por así decir, mis dardos, yo pensé, en efecto, que lo había herido. Me levanté, pues, sin dejarle decir ya nada, lo envolví con mi manto - pues era invierno -, me eché debajo del viejo capote de ese viejo hombre, aquí presente, y ciñendo con mis brazos a este ser verdaderamente divino y maravilloso estuve así tendido toda la noche. En esto tampoco, Sócrates, dirás que miento. Pero, a pesar de hacer yo todo eso, él salió completamente victorioso, me despreció, se burló de mi belleza y me afrentó; y eso que en este tema, al menos, creía yo que era algo, ¡oh jueces! - pues jueces sois de la arrogancia de Sócrates -. Así, pues, sabed bien, por los dioses y por las diosas, que me levanté después de haber dormido con Sócrates no de otra manera que si me hubiera acostado con mi padre o mi hermano mayor.
Después de esto, ¿qué sentimientos creéis que tenía yo, pensando, por un lado, que había sido despreciado, y admirando, por otro, la naturaleza de este hombre, su templanza y su valentía, ya que en prudencia y firmeza había tropezado con un hombre tal como yo no hubiera pensado que iba a encontrar jamás?
.
Platón: Banquete

12 Δεκεμβρίου 2008

ΝΑΥΤΕΣ 2

Image Hosted by ImageShack.us
Image Hosted by ImageShack.us
Image Hosted by ImageShack.us
Image Hosted by ImageShack.us
Yannis Tcarouchis / Grecia

8 Δεκεμβρίου 2008

ΤΡΙΤΗ ΝΥΧΤΑ ΓΑΜΟΥ

Image Hosted by ImageShack.us
Andreas Karayan / Chipre
.
Y nos casamos. Era el mes de julio. La tercera noche después de la boda hacía un calor insoportable. Las sábanas y las almohadas se habían empapado en sudor. A la una de la madrugada me levanté y fui al lavadero a echarme un cubo de agua por encima para refrescarme. Pero al poco rato estábamos en las mismas. No era sólo el calor, también había mosquitos. Me levanté dos veces a echar insecticida, pero no se morían ni a las tres. ZZZSSS, zzzsss...¡se tiraban como vampiros a chuparte la sangre! Hacia las dos de la madrugada, más aturdida por el calor y el agotamiento que por el sueño, oí a Fotis leventarse. –“ Me voy a dormir a la terraza”, me dice -¡Mm! le contesto y vuelvo a cerrar los ojos. Pero al poco me desperté con las ideas más claras. ¿Por qué no voy yo también a dormir al fresco?, pensé. Siempre había dos o tres colchones en la terraza. Dinos, en verano, no dormía nunca en la habitación, sino arriba, pero a mí no me gustaba porque el sol te despertaba a las seis de la mañana y tenías que volver a la habitación para continuar durmiendo, si no, me pasaba el día bostezando. Me puse la almohada bajo el brazo, cogí una sábana y una colcha y como estaba descalza subí hasta arriba sin hacer ruido. Los pillé en una postura que me da náusea recordar. Sin decir palabra volví a bajar sigilosamente tal y como había subido, me eché en la cama y me pasé la noche llorando.”¿Es que todos los hombres son unos degenerados, Dios mío?”, preguntaba sin cesar, sin obtener respuesta alguna. Si no hubiera existido el precedente de Aryiris, no sé cómo habría reaccionado. Pero había sufrido tanto en silencio durante todos esos años por aquel asunto que el nuevo episodio tomaba las dimensiones de una catástrofe irremediable. “Todos”, decía mordiendo la almohada para no gritar, “les basta un agujero, sea el que sea. Y el monstruo de mi hermano ¿cómo habrá podido...?”
.
Costas Taktsis: La tercera boda (Alfaguara, 1987)
(trad.: Natividad Gálvez)

4 Δεκεμβρίου 2008

ΝΑΥΤΕΣ 1

Image Hosted by ImageShack.us .
Image Hosted by ImageShack.us Image Hosted by ImageShack.us
Image Hosted by ImageShack.us
Andreas Karayan / Chipre
Related Posts with Thumbnails