.
Lesbos
Lesbos
(también llamada Mitilene - el nombre de la capital)
Como su nombre implica, ésta es la isla-punto de encuentro de las lesbianas de todo el mundo durante los meses de verano.
Sappho nació aquí, cerca de Eressos que todavía atrae la mayoría de los griegos y visitantes extranjeros, en su playa arenosa de Skala Eressos donde el nudismo está permitido.
La isla tiene muchos pueblos hermosos y dignos de interés como los pueblos de Molivos y de Petra etc...
Hay unos pocos hoteles que pertenecen a lesbianas.
.
4 σχόλια:
Lesbos
La isla de Lesbos (griego Λέσβος, Lésvos) forma parte de una gran cobertura de islas cercanas a la costa de Turquía (en el mar Egeo). Su capital es Mitilene. Constituye junto con algunas islas menores la prefectura de Lesbos.
Es famosa por ser la patria de la poetisa de la antigüedad Safo, cuyos poemas describían su amor apasionado hacia sus compañeras. De ahí el término lesbianismo.
Es la tercera isla más grande de Grecia (Creta y Eubea la superan) y la octava del Mediterráneo (Chipre, Córcega, Sicilia, Cerdeña y Mallorca, y las dos griegas la superan) con una superficie de 1.630 km2 y 320 km perimetrales de costa. La población está cercana a los cien mil habitantes de los cuales más de un tercio viven en la capital Mitilene. Las ciudades principales aparte de la capital son Kalloni, Gera, Plomari, Ayassos, Ereso, y Molivos (antigua Metimna). Plomari y Molivos son centros turísticos junto con Ereso, muy visitada por ser el lugar de nacimiento de la poetisa Safo.
Historia
La isla es mencionada como Lazpas en las inscripciones hititas. Homero la llama Macaros, y Macar es el supuesto quinto rey de la isla; Macaros era la sede del culto al dios Lesbos.
Mitilene, nombre dado a menudo a toda la isla, fue fundada en el siglo XI adC supuestamente por los Pentílidas llegados de Tesalia, que gobernaron la isla hasta que fueron derrocados por una revuelta popular al comienzo del siglo VI adC.
Otras cinco ciudades tuvieron reyes, pero igualmente fueron progresivamente expulsados en los siglos VII y VI adC y se establecieron gobiernos oligárquicos o tiranías. Todas las ciudades fueron colonizadas por tesalios con los que se impuso la colonización eólica y la poetisa Safo aún escribía en el dialecto eólico del griego. Las ciudades de la isla eran tributarias del rey Creso de Lidia por sus posesiones en la costa (Creso no dominó nunca la isla), pero cuando éste fue derrotado por los persas en 546 adC, la isla pasó a dominio persa y hubo de pactar el pago de un tributo y el envío de soldados cuando el rey lo pidiese.
En el siglo V adC, la ciudad de Arisbe (Arisvi) fue destruida por Metimna y el número de ciudades independientes quedó reducido a cinco: (Mitilene, Metimna, Antisa, Ereso y Pirra). Contribuyeron a fundar Naucratis en Egipto y se aliaron con Mileto contra el tirano Polícrates de Samos que les derrotó.
Permanecieron tributarias del rey de Persia hasta 499 adC, cuando el tirano favorable a Persia, Coes de Axandros, fue derrocado y la isla se unió a la revuelta jonia pronto sufocada (494 adC). La victoria ateniense en Salamina en 480 adC supuso el fin del dominio persa en Lesbos.
La isla tuvo siempre tendencia oligárquica, pero elementos cercanos a la democracia se acabaron imponiendo y las cinco ciudades bajo la hegemonía de Mitilene (477 adC), ingresaron en la confederación de Delos (471 adC) y excepto por una breve revuelta (Metimna no tomó parte); las demás ciudades fueran castigadas y se repartió las tierras entre ciudadanos atenienses) y permanecieron allí hasta el final de la guerra del Peloponeso cuando cayeron en manos de Esparta (405 adC) y de la oligarquía local aliada a Esparta.
En 392 adC, Atenas reconquistó las cinco ciudades; pero por la paz de Antálcidas se restableció su independencia en 387 adC.
En 369 adC ingresó en la segunda liga ateniense, pero cayó bajo dominio persa en 357 adC. Cuando Alejandro Magno ganó la batalla de Gránico, las ciudades se declararon a su favor, pero fueron sometidas por la flota persa dirigida por Memnón de Rodas.
El general macedonio Hegéloco conquistó la isla hacia el 331 adC (Memnón murió) y pasó a Macedonia, dentro de la que permaneció hasta el 167 adC en que hubo de firmar un tratado con los romanos. En esta guerra, Labeus destruyó Antisa por ayudar a los macedonios e incorporó a sus habitantes a los de Metimna.
En 89 adC, las ciudades de la isla se aliaron a Mitrídates VI Eupator, rey del Ponto, y los romanos desembarcaron en 88 adC y se establecieron permanentemente allí, destruyendo Mitilene, acusada de encabezar la alianza póntica por haber liberado el rey a M. Aquillius; Mitilene. La última ciudad leal a Mitrídates fue conquistada por M. Minucius Thermus, y en la batalla se distinguieron Julio César que recibió una corona por salvar a un soldado.
Cneo Pompeyo, a petición de Teófanes, le reconoció pocos años después una cierta autonomía como ciudad libre bajo dominio romano (79 adC); la mujer y el hijo de Pompeyo estuvieron en Mitilene hasta el final de la campaña que acabó en Farsalia.
En esta época, Mitilene fue de hecho la capital de la provincia romana de Asia. En 70 el emperador Vespasiano le suprimió los privilegios, que, no obstante, fueron restaurados por Adriano en 117. La ciudad emitió moneda bajo diversos emperadores.
Con la división provincial de Constantino I el Grande, la isla fue incluida en la Provincia Insularum (Hierocles p. 686).
Durante la época cristiana se construyeron numerosas iglesias y basílicas (más de 50).
En 769 fue saqueada por los eslavos, en 821, 881 y 1055 por los sarracenos, por los venecianos en 1125 y por los catalanes en el siglo XIII.
En el 801 fue el lugar de exilio de la emperatriz bizantina Irene, que murió allí el 15 de agosto de 802. Hacia el 1090, Tzashas, emir de Esmirna, conquistó Mitilene, pero fracasó ante Metimna. Alejo I Comneno envió una expedición que recuperó Mitilene.
En 1204 fue parte de los dominios directos del emperador latino y en el 1224 fue ocupada por el emperador de Nicea. A partir del 1270 se concedió privilegios comerciales a los genoveses, pero la soberanía permaneció bizantina.
Los genoveses la quisieron ocupar en 1346, pero el ataque imperial a Quíos lo impidió, pero poco después Francesco I Gattiluso, un patricio genovés que puso al servicio del bizantino Juan V Paleólogo naves y hombres para ayudarlo a recuperar el trono del que había sido desposeído (1354), recibió a cambio la señoría de Lesbos y la mano de su hija María (17 de julio de 1355), si bien, hay que decir que los Gattiluso fueron aliados fieles del imperio y aceptaron la cultura bizantina.
Los otomanos atacaron la isla el día 25 de diciembre de 1455 y la ocuparon excepto Metimna, y los otomanos sólo se retiraron en el 1456 a cambio de la cesión de Tasos (otra isla de los Gattilusio) y el aumento del tributo; pero en 1462, acusaron al señor local Nicolo II Gattiluso de deponer y matar a su hermano Domenicco I Gattiluso, tributario de los turcos. Mitilene fue destruida y después de 15 días de resistencia Nicolo se rindió y fue llevado a Constantinopla junto con otros miembros de la familia, y fue ejecutado, y su hermana Maria (esposa del ex emperador Alejandro Comneno de Trebisonda), mujer muy bella, se cree que fue incluida en el harén del sultán.
En la guerra de los Balcanes de 1912 los griegos ocuparon la isla, que permaneció en su poder.
Gente importante de Lesbos
Alceo, (h. 640-600 adC), poeta, y su hermano Antiménidas
Anacreonte (h. 550 adC-464 adC)
Arión (siglo VIII adC)
Safo, (h. 640 adC-h.600 adC), poetisa
Teofrasto (-372/-287), botánico
Terpandro (h. 700 adC-650 adC), músico
Diófanes, retórico
Teófanes (106-48 adC), historiador, contemporáneo del romano Pompeyo
Arión de Metimna, poeta y dramaturgo
Lesques, poeta
Fanias, historiador
Pitacos, uno de los siete sabios de Grecia
Cratipo, filósofo
Helánico, historiador
Longo, novelista
Ducas, historiador bizantino del siglo XV
En el siglo XX el premio nobel de literatura Odysseus Elytis, descendiente de una familia de la isla, vivió en Lesbos.
(www.wikipedia.org)
SAFO
Como ocurre con todo cuanto tiene que ver con la vida de Safo, no se sabe con exactitud cuándo nació: los historiadores nos dan varias fechas para tan venturoso evento. Una fecha posible es la del año 612 a. C., en algún lugar de la isla de Lesbos. Sus contemporáneos nos cuentan que Safo no vivió mucho, cosa habitual en la época; por sus poemas, intuimos que falleció alrededor de los sesenta años.
Sabemos que Safo y su familia pertenecían a la más rancia aristocracia eolia, que su padre se llamó Escamandrónimo y que tuvo otros dos hijos, éstos varones. La madre de Safo se llamaba Cleis, al igual que Safo, que se cambió el nombre al iniciar su actividad poética. También sabemos que Safo tuvo una hija, pero ignoramos con quién, ni siquiera hay datos sobre si llegó o no a casarse. Por otra parte, aunque circuló una leyenda que hablaba de los amores de la poetisa con el marino Faón y de la desesperación que la condujo a arrojarse al mar desde un promontorio de la isla de Leucades, esta historia ha caído en descrédito y, ahora, se atribuye a una cortesana también llamada Safo.
Safo, mujer de espíritu indomable, amante de la cultura y sobre todo de la libertad, no tarda en enfrentarse, junto a otros conciudadanos, al tirano que gobierna Lesbos: Pitaco de Mitilene. Pitaco, que era un tirano al uso griego, es decir, que no tenía aterrorizado a su pueblo aunque sí lo había desposeído de sus derechos civiles, no duda en desterrar a sus oponentes. A Safo la envía a Sicilia, que entonces pertenecía a la Magna Grecia. Suponemos, dada la riqueza de su familia y la zona en la que vivió, que su forzado exilio debió de ser un exilio \"dorado\".
En Lesbos, al igual que en otros lugares de la Grecia antigua, la mujer gozaba casi de los mismo derechos que los hombres. En esas ciudades, las culturas dórica y eólica –entre otras– se hallaban fuertemente arraigadas y, aunque en ellas el poder estaba en manos de unas pocas familias aristocráticas, en la práctica existía una democracia más sólida que en ciudades de tradición jónica, como Atenas, en la que imperaba una cultura eminentemente sexista. No es de extrañar, pues, que pasado el tiempo y en la gloriosa época de Pericles, cuando Atenas alcanza su máximo esplendor, los cómicos atenienses, transmitiendo los sentimientos de su pueblo, tildasen a Safo de meretriz y cortesana, entre otros desafortunados calificativos.
En la gloriosa Atenas, cuna de la democracia, sólo las mujeres que vendían su cuerpo –las denominadas \"friné\"– tenían acceso a la cultura y a la vida social. Las demás permanecían recluidas en sus casas, presas de la ignorancia, dedicadas a las labores del hogar, y custodias y transmisoras de los valores tradicionales que las privaban a ellas y a sus hijas de los más mínimos derechos.
Safo, que tenía una manera distinta de entender la vida a la de las atenienses, fundó en su isla natal una academia para mujeres jóvenes, consagrada a la diosa Afrodita, a quien dedicó emotivos poemas. Afrodita, que era una de las divinidades de la mitología griega, pasó a formar parte de la mitología romana con el nombre de Venus. Era la diosa de la belleza, del amor y de la vida universal.
Admiramos en Safo y en su obra el tan delicado embeleso por la naturaleza que nos deja vislumbrar un no disimulado panteísmo. El mito de la diosa Afrodita está impregnado de creencias religiosas procedentes de Asia Menor, en la que ya existía un culto a la \"madre tierra\" desde tiempos remotos.
\"Sentada en el trono del Arco Iris,
pérfida Reina de Belleza,
te lo suplico,
no dispongas para mí las trampas
de tu decaimiento, de tu tormento.
Escucha, clemente, mi oración,
como lo hiciste aquella vez
en la que, para atender mi súplica,
seguiste la ruta de los astros
sobre tu hermoso carro\".
En algunas obras de la época de Safo, y en otras de siglos posteriores, podemos ver a la poetisa representada tañendo su \"bárbito\". La \"bárbito\" era un instrumento musical parecido a la lira, pero más grande, que Safo utilizó con asiduidad; en la cultura helénica, la música y la poesía estaban estrechamente relacionadas.
Sabemos que, además de su labor pedagógica, Safo desarrolló una intensa actividad poética pero, por desgracia, gran parte de su obra se perdió no mucho después de la muerte de la poetisa. Hacia los siglos III a I a. C., se rescató parte de su poesía, que se recogió en diez volúmenes: nueve de verso lírico y uno de verso elegíaco. Se conservaron copias de ellos hasta la Edad Media, en cuya oscuridad acabarían desapareciendo. Durante el siglo XI, sólo encontraremos fragmentos de la obra de Safo en las citas de algunos escritores. Nos han llegado versos tan sublimes como estos:
\"Ahora, entre las mujeres de Lidia,
ella brilla sobre las estrellas que oculta
como los dorados destellos de la luna
cuando ya ha caído el día\".
Safo, mujer de corazón ardiente, se enamoró en muchas ocasiones con una intensidad propia de su apasionado carácter. Embriagada por el gozo, unas veces, y otras desgarrada por el dolor, dedica a las mujeres unas odas de calidad sublime y de incomparablemente sincera expresión. Los versos que siguen están dedicados a una de sus discípulas:
\"Atthi no ha regresado.
En verdad, me gustaría estar muerta.
Al abandonarme, ella lloraba.
Lloraba y me decía:
«¡Ah, Safo! Mi dolor es inmenso.
Me voy a pesar de ti...».
Y yo le respondía:
«Ve, feliz, recuérdame.
¡Ah! ¡Tú sabes bien cuánto te quiero!»\".
En sus desmedidas pasiones, fruto quizá de su extraordinaria sensibilidad, y como contrapunto al éxtasis del amor, encontramos en algunos de sus poemas un despecho casi salvaje, como en éste que dedica, al parecer, a una bella pero superficial mujer que la rechaza:
\"Morirás, y de ti no quedará memoria,
y jamás nadie sentirá deseo de ti
porque no participarás de las rosas de Pieria;
oscura en la morada de Hades,
vagarás revoloteando entre innobles muertos\".
El juicio de la Historia y la Literatura ha sido dispar con respecto a Safo. Platón la consideró la \"décima musa\" y, teniendo en cuenta la importancia que se daba en la Grecia clásica a las musas (consideradas divinidades), más que alabar a la poetisa y a su obra, parece que Platón la venera. Posteriores estudiosos y críticos despreciarían su obra, su persona y lo que ambas significaban, otros la alabarían sin paliativos. Un poeta de la antigua Grecia nos dice de ella:
\"La tierra no cubre de Safo más que las cenizas, los huesos y su nombre; su discreto canto disfruta de la inmortalidad\".
Como ya hemos comentado, es muy poco lo que nos ha llegado de su obra, aunque su estilo influyó en muchos poetas de su época y en los posteriores (entre ellos Ovidio y Catulo, que la imitó con descaro). Su obra, al igual que la de Alceo, es brillante, fresca y explícita.
La inmortal obra de Safo, realizada hace unos 2500 años, ha sufrido el paso del tiempo, las malas traducciones, el plagio y la censura. No obstante, la cultura occidental, que se basa en gran medida en la griega, debe mucho más de lo que pudiera imaginar a Safo y a su manera de crear poesía.
En nuestro mundo actual, que parece haber perdido la gracia de las musas, nosotras no dejamos de recordar con especial sentimiento a Safo, que supo expresar de manera tan hermosa, y por vez primera, el amor entre mujeres.
(Marga Pérez)
SAFO
Safo de Lesbos está considerada la poetisa más grande de la historia. Poco se sabe de su vida. Vivió en el siglo VI a.C. Nació en Mitilene, isla de Lesbos. De familia noble y de gran belleza física fue contemporánea del poeta Alceo, de quien se supone amante. Se vio obligada a refugiarse en Sicilia por criticar al tirano Pítaco. A su regreso fundó una escuela literaria, en la que se enseñaba también gimnasia, música y danza; las mejores familias educaron allí a sus hijas. Los fragmentos que hoy conservamos de sus poemas indican que Safo enseñó su arte a un grupo de mujeres jóvenes, con las que mantuvo una estrecha relación y para las que compuso sus odas nupciales cuando la abandonaron para casarse. No está probada la hipótesis de su homosexualidad (origen del término \"lesbianismo\") y se atribuye normalmente a Anacreonte, nacido medio siglo después, tal hipótesis. Después de su muerte, Mitilene acuñó monedas con su busto y los atenienses le erigieron una estatua de bronce. Platón se refirió a ella como \"décima musa\".
La poesía de Safo se caracteriza por la exquisita belleza de su dicción, su perfección formal, su intensidad y su emoción. Compuso nueve libros de poesías en dialecto eolio, pero sólo se conservan unos 650 versos, extraídos de citas tardías y del moderno estudio de papiros.
La versión castellana que damos son las de los hermanos Canga-Argüelles (Cantinelas) y José Antonio Conde (fragmentos).
(Cantilenas)
Desciende, Venus bella,
y en las doradas copas
con el suave néctar,
mezcla purpúreas rosas,
y a mis dulces amigos
que tu deidad adoran,
con divinal bebida
inspira y alborozada.
*
De los verdes manzanos
en las frondosas cimas,
con estruendoso ruido
las aguas se deslizan
las puras frescas aguas
que el peñasco destila;
el delicioso estruendo
de las hojas movidas
del apacible viento
suave sueño inspira,
y con Venus hermosa
soñaba que dormía;
mas de las altas ramas,
del viento sacudida,
una roja manzana
de mi sueño me priva.
*
Al Olimpo volara
si alitas yo tuviera,
cual cándida paloma,
y a Pafia la risueña
mis cuitas contara,
mis amorosas quejas,
y de allí a las alturas
de los montes viniera,
y enlazaran mis brazos
la causa de mi pena:
que el amor dulce amargo
con fiera violencia
mi corazón impele,
le arrebata y le lleva,
cual viento impetuoso
arranca por las selvas
en los excelsos montes
a las encinas gruesas.
*
Morirás, bella joven;
ni servirá ser bella,
ni quedará memoria
de ti sobre la tierra,
porque las frescas rosas
no has gozado de Pieria:
y así desconocida
irás a las cavernas
del horroroso Dicte,
ni será quien te vea
cuando en las vanas sombras
des fugitivas vueltas.
*
Amor bulle en mi pecho
y sin cesar voltea
mi corazón amante
y acá y allá le lleva;
mis miembros desenlaza
su poderosa diestra,
y en viéndome rendido
ya me desprecia y vuela;
tiene sus lindas alas
cual ave, mas es fiera,
y dulce y apacible,
y de indomable fuerza.
Atis, de tu abandono
al crudo Amor te queja,
que en los ojos me abrasa
de Andrómeda la bella.
(Fragmentos)
Yo te conjuro, por la amistad nuestra,
que escojas otra de más pocos años,
pues yo, que mucho con la edad te excedo,
nada te sirvo.
*
Yerno feliz, ya coronó himeneo
de tus deseos el ardor sublime,
y la doncella que quisiste tanto
ya la posees.
*
Con la suave Venus,
en delicioso lecho,
dormí entre frescas rosas,
dormí amorosos sueños.
*
Contigo, noche amable,
vienen todas las cosas;
viene el vino agradable,
las cabras presurosas
también vienen gozosas,
y la tierna doncella
torna a su madre bella.
*
Amo el brillante lujo,
amo las cosas bellas,
y el esplendor y el fasto
mi corazón desea.
*
No lo sabes, amigo;
no soy como pensabas,
ni en mi pecho se oculta
ardiente fiera saña:
soy blanda y apacible,
de la risueña Pafia
anhelo las delicias
y el tierno amor me agrada
es el sol de mi vida,
y dulcemente el alma
inspiró sus placeres
y dulce amargas ansias.
*
En un florido valle
una graciosa niña
al alba rociada
bellas flores cogía;
mas era la muchacha
más que las flores linda.
*
Delante de tu amado
muestra toda tu gracia,
y de tus bellos ojos
la suave mirada;
tu dulce ardiente fuego
los corazones pasa
de los tiernos amantes,
y los rinde y encanta.
*
No es justo, la tristeza
lejos, lejos se vaya;
¿para qué las tristuras
en la apacible estanza
de las canoras Musas,
que alegres himnos cantan?
Inútiles tristezas,
ni convienen, ni agradan.
*
Cantar ahora quiero
estos tiernos cantares
a mis dulces amigas
para templar así mis males.
Las islas griegas están más allá de lo clásico, pero cerca del sol
Las tierras de dioses y héroes invitan a bucear por la mitología en el Mediterráneo
Un paseo por seis pequeños territorios de la Grecia insular
Ramilletes de casas blancas colgados de las montañas, calles laberínticas y un mar azul sellan el paisaje
ATENAS (El País, de Madrid).- En el mar Jónico y el Egeo, el Mediterráneo está salpicado por las islas griegas. Casi dos millones de personas viven en ellas, y el turismo ha transformado sus modos de vida tradicionales. Cuna de la mitología griega, donde reinaban dioses como Zeus; escenario de las hazañas de héroes como Hércules y de seres magníficos como los cíclopes o titanes, las islas griegas representan un punto de referencia en la cultura clásica. Creta, la más grande de todas ellas; Corfú, la mayor de las islas Jónicas; Mykonos, en las Cícladas, o Rodas, en el llamado Dodecaneso, son algunas de las más conocidas. Pero también hay otras donde reina la calma.
SKOPELOS
Las fechorías más sonoras de los dioses, los gestos de bronce y las palabras de mármol sucedieron en otros parajes. En Skópelos todavía se puede ver a los inmortales en chancletas, colgando unos pulpos a secar, aliñando unas olivas o aderezando una mousaka a la sombra de una higuera. Todo es calma y azul en las Espóradas. Islas minerales, que hasta las tejas tienen de piedra y no de barro. Flotan al norte del Egeo cubiertas de pinos fragantes, olivos y acebuches, almendros, ciruelos o adelfas.
Skópelos es la isla más grande del archipiélago. Dicen que su rey o fundador fue un tal Stáfilos, un dios menor (o semidiós) hijo de Dionisios y Ariadna. Los tesoros de su tumba, hallados al sur de la isla, fueron acarreados al museo de Volos, en tierra firme. Skópelos es también la más seductora. Peldaños de laja oscura, carne de cal cegadora, y embozadas entre las ristras de casas no menos de trescientas iglesias y capillas diminutas.
Era inevitable que Skópelos cayera en las redes del turismo. Demasiado bonita. A los viejos pescadores les conviene más acercarse al ferry cuando desembucha a un montón de curiosos, y ofrecer a buen precio sus viviendas. O alquilar sus barcas -caiques- para llevarlos a las playas y la cueva de Stáfilos.
MYKONOS
Seguramente es la más cosmopolita de las islas griegas, pero también la más cara para visitar de las Cícladas. Famosa por su ambiente liberal, se convirtió a finales de los años 60 en la meca del turismo gay y del jet-set europeo. Y aunque ha perdido algo de aquel espíritu por la masificación, queda mucho del glamour que convirtió el lugar en un hito. Lo más importante, una geografía preciosa que brinda infinitas posibilidades.
Lo primero que llama la atención al bajar del ferry es la ausencia de grandes complejos hoteleros. Las casas, de dos pisos como máximo, están bañadas en la uniforme capa de pintura blanca que cubre toda la arquitectura de las Cícladas. No tardará en perderse por la ciudad de Mykonos, cuyas calles curvilíneas fueron diseñadas en el siglo XVI para confundir a los piratas, y que ahora hacen lo propio con los turistas.
Después de una foto obligada con el pelícano Petrus, la mascota local, toca visitar los bares de la llamada Pequeña Venecia para contemplar una puesta de sol o para bailar los últimos éxitos. Los mismos que se escuchan en la playa Super Paradise, que se convierte todos los días en escenario de improvisadas raves. El que busca más tranquilidad encuentra en Mykonos multitud de rincones escondidos en los que uno puede perderse a sus anchas.
SIKINOS
La vida es amable en esta pequeña y remota isla, situada entre las más grandes Ios y Milos, con una población fija de 300 personas y casi 1000 en verano. Sólo un núcleo urbano, Hora Kastro, repleto de casas blanquedas entre las que hay que buscar la sombra, aglutina este paraje que, pese a haber sido ocupado a lo largo de la historia por media docena de ejércitos invasores, sigue ofreciéndose al visitante casi como hace 3000 años. Ahora, su único puerto, Alopronia o Skalas, recibe a los turistas. Son quienes rehúyen el frenesí de los lugares clásicos de veraneo como Mykonos, Santorini o Naxos, y apuestan por sus playas y una naturaleza salvaje. Ni alojamiento hay que buscar, porque los dueños de las casas se van hacia el puerto para ofrecer cobijo.
Por la mañana, el plan es disfrutar del agua o bien saciar la curiosidad cultural, visitando dos puntos arqueológicos: las ruinas romanas del templo-tumba de Episkopí y Paleokastro, que conserva restos de una antigua fortaleza. En cuanto a las playas, las más hermosas y tranquilas son Ayios Yeoryios, Ayios Nikólaos y Ayios Pandelímonas, la más cercana al puerto, que cuenta con un impresionante paisaje de piedras.
KOUFONISI
Justo debajo de Naxos (una de las mayores de las Cícladas) hay un grupo de cinco pequeñas islas apenas conocidas: las dos Koufonísi, Ano y Kato (alta y baja), separadas por apenas 200 metros de mar; Skhinoussa, Iraklia y Dhonoussa. De las cinco, la más poblada es Ano Koufonísi, y dicen los entendidos que posee las playas más bellas de todo el mapa de islas griegas. Sus 3,5 km2 empezaron a descubrirse en los años 80 por el turismo. Para evitar la masificación de este lugar de 300 habitantes, se han tomado precauciones: no hay carreteras y no se puede desembarcar con coche. El paseo en busca de playas es toda una delicia.
LESBOS
El extranjero que llega a Mitilene o a cualquier otro puerto de Lesbos, no tarda en descubrir que está en la isla de Safo. Su nombre bautiza tabernas, pensiones, agencias de viaje, tiendas de souvenirs e incluso burros, esos burros que se engalanan en las fiestas con flores y cintas. De la gran poeta del siglo VI a.C. encontraremos poco más que su nombre, aunque las lesbianas del mundo sigan peregrinando a Skala Eressos, la playa que, según cuentan, la vio nacer. Pero tanto allí como en los otros 368 kilómetros de costa hay sitio para todos.
Por tamaño, Lesbos es la tercera isla de Grecia, un triángulo verde y montañoso, separado de Turquía por un estrecho canal y hendido al Sur por dos profundos golfos. El mayor, Kolonis, es casi un mar interior, donde se pescan sardinas. La isla está llena de senderos bien señalizados, que discurren entre olivares y huertos. Mitilene, la capital, es una mezcla de edificios nuevos y antiguas mansiones señoriales, sitiadas por un tráfico caótico que sólo se calma al mediodía.
SKIROS
Skiros, una de las Espóradas pequeñas, parece dividida en dos mitades contrapuestas: la del Sur se muestra rocosa, con matorral escaso y sin vida, mientras que la del Norte está cubierta de bosques de pinos, olivos e higueras. Dicen que la isla se formó al juntarse estos dos promontorios. También cuentan que por ella pasaron Ulises y Teseo. Pero lo cierto es que Skiros no es la típica isla griega de edificios blancos y portadas azules. Aquí las casas son más bien oscuras, y a través de las ventanas abiertas se divisan cocinas con chimenea, cazuelas de cerámica y pucheros de latón colgados en las paredes.
La capital de Skiros cuelga por las dos laderas de un monte, y las calles empedradas y cuestas se convierten durante las noches de agosto en un hervidero de gente, casi sólo griegos. Un ambiente auténtico, gracias a que los 210 km2 de esta isla se mantienen al margen de los habituales circuitos turísticos. El pueblo está protegido por un castillo medieval y cuenta con un monasterio bizantino.
Las playas de Kalamitsa, Linaria, Pefkos, Magazia, Atsitsa, se pueden recorrer en motorino, vehículo de dos ruedas monoplaza que alquilan en el pueblo. Desde Kalamitsa, una excursión en barcaza permite bordear la mitad sur y navegar entre cantiles calizos que caen a plomo sobre el mar, para acceder a una cala virgen.
Datos útiles
Cómo llegar
En avión US$900
Hasta Atenas, de ida y vuelta, con tasas e impuestos.
A las islas
En avión US$60-100
Desde Atenas, hasta Skópelos, Skiros, Alesbos y Mykonos. El viaje es de ida y vuelta.
En transbordador US$4-9
Desde el puerto de Atenas hasta Síkinos, Koufonísi.
Alojamiento
Skópelos US$65-140. Skiros US$35-50. Síkinos US$15-40. Koufonísi US$20-30. Lesbos US$30-55. Mykonos US$45-100. Los precios son por habitación doble.
Gastronomía
Se recomiendan los pescados locales y mariscos. Yogur griego o pastelillos de miel y frutos secos. Una opción muy interesante es comer en las tabernas a base de mezedes, el equivalente griego de las tapas o aperitivos. Una comida cuesta entre 5 y 15 dólares.
Más información
Embajada de Grecia, Avda. Roque Sáenz Peña 547, 4º piso (4342-4958/0528). Atención de lunes a viernes, de 10 a 13.
Δημοσίευση σχολίου