25 Δεκεμβρίου 2008

ΓΑΜΟΙ ΑΝΔΡΩΝ

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El ícono arriba, del siglo VII, pertenecía al Monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí, y ahora se encuentra en el Museo de arte Oriental y Occidental de Kiev. Es interesante ver como Cristo aparece en la posición tradicional romana del Pronubus, el Padrino de boda, supervisando la ceremonia, detrás de Sergio y Baco.
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ORACION PRONUNCIADA DURANTE EL MATRIMONIO RELIGIOSO ENTRE DOS PERSONAS DEL MISMO SEXO
(Monasterio de San Panteleimon en el Monte Athos, siglo XVI, en griego)
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“Oh señor Dios y Gobernante que hiciste a la humanidad a tu imagen y semejanza y le diste el poder de la vida eterna, que aprobaste cuando tus santos apóstoles Felipe y Bartolomé se unieron, juntos no por la ley de la naturaleza, sino por la comunión del Espíritu Santo y que también aprobaste la unión de tus Santos Mártires Sergio y Baco, bendice también a estos servidores “N” y “N”, unidos no por la naturaleza, sino por la fidelidad, permíteles Señor amarse el uno al otro, sin odios y poder continuar juntos sin escándalos todos los días de sus vidas con ayuda de la Santa Madre de Dios y de todos tus Santos porque tuyo es el Poder y el reino, y el poder y la gloria. Padre, Hijo y Espíritu Santo”

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Matrimonio entre personas del mismo sexo

Europa Medieval
En Europa medieval, las relaciones homosexuales estaban mucho menos aceptadas que en el mundo clásico. Sin embargo, como el amor cortés que un caballero sentía por su señora, la amistad profunda y apasionada entre personas del mismo sexo era no sólo posible sino celebrada. El amor en tales relaciones se ha asumido tradicionalmente como platónico; aunque los eruditos modernos cuestionan esta interpretación. En las ruinas de una iglesia dominicana en Constantinopla, fueron encontrados los sepulcros de dos caballeros de la Cámara Real de Richard II -- sir William Neville y sir John Clanvowe, quienes murieron en octubre de 1391. En ellos era posible apreciar a cada uno de sus escudos con insignias de armas idénticas, lado a lado, es decir, como una pareja casada. Así, el compañerismo y la unión formal asociados a la unión están presentes.

El historiador norteamericano John Boswell ha encontrado documentos que podrían indicar que la iglesia ortodoxa practicaba bodas entre hombres hasta la Alta Edad Media. Las uniones se hacían con el rito de adelphopoiesis, en griego, literalmente "hacer hermanos". Otros historiadores no aceptan esta interpretación sexual del rito, y lo interpretan en cambio como una "adopción entre hermanos" o "hermanos de sangre". Se ha encontrado en Croacia un documento similar, Ordo ad fratres faciendum, realizado por la iglesia católica y practicado hasta finales del siglo XIX.

El historiador Alan Bray en su libro Friends insiste que estos sacramentos no tenían connotación sexual pero en otro libro llamado Same Sex Unions & The Churches of Europe, Edouard de Santerre expone el punto de vista que los homosexuales de la época serían los primeros en suscribir a estos sacramentos, ya que era una forma de oficializar sus relaciones e incluso garantizar derechos de herencia.

(wikipedia.org)

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La ceremonia de unión es entre personas del mismo sexo
Autor : Benjamín Forcano

La ceremonia de unión entre personas del mismo sexo “es cierto que tienen lugar en colecciones manuscritas de todo el mundo cristiano –desde Italia a la isla de Patmos y el monasterio de Santa Catalina en el monte Sinaí- y se encuentran en algunos de los manuscritos litúrgicos griegos más antiguos de que se tiene noticia. Sin embargo, en la época en que esos manuales se imprimieron , el prejuicio en Occidente contra cualquier forma de interacción entre personas del mismo sexo es muy pronunciado.

La ceremonia durante el siglo XII, época de florecimiento de ceremonias matrimoniales litúrgicas, se transformó en un oficio completo durante el cual se encendían las velas, ambas partes colocaban las manos sobre los Evangelios, unían la derecha, las manos eran atadas con la estola del sacerdote (o se cubría con esta ambas cabezas, además de incluir una letanía introductoria (como la de Barberini 1), la coronación, la plegaria del Señor, la Comunión , un beso y, a veces, un paseo alrededor del altar. Lo más probable es que dichas ceremonias se desarrollaran a través del incremento de la práctica local y de clérigos individuales elocuentes.

La ceremonia tiene lugar en una amplia variedad de contextos, pero el más corriente, con mucha diferencia, es el del matrimonio, por lo general en el orden siguiente: esponsales heterosexuales, ceremonia de un primer matrimonio heterosexual, ceremonia de un segundo matrimonio heterosexual, (oficio diferente, con énfasis menor en la procreación), y oficio de unión entre personas del mismo sexo. Alrededor del treinta por ciento de los manuscritos consultados para este estudio el matrimonio heterosexual aparece inmediatamente antes o inmediatamente después de la ceremonia de unión entre individuos del mismo sexo” ( Cfr. Las Bodas de la Semejanza, pp. 321-323).

En esta ceremonia cabe resaltar tres elementos importantes: 1º) Solemnizan una unión voluntaria y emocional entre dos personas. 2º) La ceremonia es homosexual en el sentido más obvio de esta palabra (de un solo sexo). Si lo era con sentido erótico es tan difícil de responder como en el caso de parejas heterosexuales sin hijos: “El vivir juntos por un largo tiempo y el compartir un hogar debieron ser determinantes decisivos de una pareja compuesta por un hombre y una mujer en su contexto social concreto (es decir, entre vecinos, amigos y parientes), tuvieran o no hijos o hubieran o no participado en un servicio religioso en la Iglesia. Y en el caso de la ceremonia de unión entre personas del mismo sexo, o más probable es que, a ojos de los cristianos corrientes, el que ambas personas permanecieran ante el altar con las manos unidas (símbolo tradicional del matrimonio) , el que fuesen bendecidas por el sacerdote, compartieran la comunión y ofrecieran luego un banquete a la familia y los amigos –todo ello, parte de la unión entre individuos del mismo sexo en la Edad Media- significase un matrimonio”(Idem, pp. 327-330).

Todo esto nos dice que, por inesperada e inquietante que parezca, es innegable la antigua ceremonia cristiana de unión entre personas del mismo sexo, que tenía lugar en iglesias y era oficiada por sacerdotes.

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Adelphopoiesis

La adelphopoiesis, fraternitas iurata u ordo ad fratres faciendum es una ceremonia practicada por varias iglesias cristianas durante la Edad Media e inicios de la Época Moderna en Europa para unir a dos personas del mismo sexo (habitualmente hombres). Adelphopoiesis proviene del griego ἀδελφός (adelphos) «hermano» y ποιώῶ (poio) «yo hago», literalmente «hacer hermanos».

El rito de la adelphopoiesis [editar]La primera noticia moderna que se tiene del rito de la adelphopoiesis (en eslavo pobratimstwo) es de 1914, cuando Pável Florenski cita los elementos clave de la liturgia del rito:

los hermanos, que están colocados en la iglesia delante del atril, en el cual se encuentra la cruz y las escrituras; el mayor de los dos se coloca a la derecha, mientras que el más joven se coloca a la izquierda;
se realizan oraciones y letanías que piden que los dos sean unidos en el amor y se les recuerda ejemplos de amistad de la historia de la Iglesia;
los dos son atados con un cinturón, sus manos colocadas en los evangelios y una vela ardiendo es entregada a cada uno;
los versos de Corintios primera 12:27 a 13:8 (Pablo de Tarso sobre el amor) y Juan 17:18-26 (Jesús de Nazaret sobre la unidad) son leídos;
se leen más oraciones y letanías como las indicadas en el punto 2;
se lee el Padre nuestro;
los futuros hermanos reciben los regalos santificados de una copa común;
se les conduce alrededor del atril mientras se dan la mano y se canta el siguiente troparion: «Señor, mira desde el cielo y ve»;
intercambian besos; y
los presentes cantan: «¡Oh, qué bueno, qué dulce habitar los hermanos todos juntos!» (Salmos 133:1).

Una de las oraciones, que se recitan durante la ceremonia, es la siguiente (en traducción española):

Dios todopoderoso, que fuiste antes que el tiempo y serás por todos los tiempos, que se rebajó a visitar a los hombres a través del seno de la Madre de Dios y Virgen María, envía a tu santo ángel a estos tus servidores [nombre] y [nombre], que se amen el uno al otro, así como tus santos apóstoles Pedro y Pablo se amaban y Andrés y Jacobo, Juan y Tomás, Jacobo, Felipe, Mateo, Simón, Tadeo, Matías y los santos mártires Sergio y Baco, así como Cosme y Damián, no por amor carnal, sino por la fe y el amor del Espíritu Santo, que todos los días de su vida permanezcan en el amor. Por Jesucristo, nuestro señor. Amén

Adelphopoiesis en la iglesia occidental
En la Iglesia Católica, los sacerdotes rara vez participaban en los matrimonios hasta bien entrada la Época Moderna, ya que no fue introducida hasta el Concilio de Trento y la ejecución efectiva fue mucho más tardía en algunos países. Esto y algunos otros hechos hablan en contra de que el rito de la adelphopoiesis, en latín ordo ad fratres faciendum, tuviera una gran implantación en occidente. Sin embargo se practica, en parte, todavía en la Iglesia Católica Antigua.

Si no era en el marco de una misa y ante un sacerdote, los «hermanos» juraban de todas formas sobre un altar y lo anunciaban a la comunidad en la puerta de la iglesia. Pero más que el juramento, era el enterramiento común lo que daba una vertiente religiosa al «parentesco artificial». De la extensión de esta práctica son testigo los cementerios ingleses e irlandeses, en los que se pueden encontrar numerosos enterramientos con los nombres de dos hombres. Las inscripciones son a menudo una muestra del cariño que se tenían: «El amor los unió en la vida. Que la tierra los una en la muerte».

Una de las fuentes más tempranas que describe el rito en el occidente latino es el escrito de propaganda anti irlandesa Topographica Hibernica de Giraldus Cambrensis (hacia 1146-1223).[3] Se trata de una exageración satírica que trata de imputar a los irlandeses la perversión del rito cristiano con elementos paganos:

Entre los muchos engaños de su hostil manera de ser, una es especialmente instructiva. Bajo la pretensión de religión y paz, se reúnen con el hombre con el que se quieren hermanar en un lugar sagrado. Primero realizan una alianza espiritual [compaternitatis foedera]. Luego, se transportan el uno al otro tres veces alrededor de la iglesia y ante el altar, en presencia de las reliquias de los santos, se realizan muchas promesas. Finalmente, se les une indivisiblemente con la celebración de una misa y los rezos de sacerdotes, como si se tratase de una boda.
Pero al final del todo, para asentar más su amistad y para finalizar las cosas, cada uno bebe la sangre del otro: esto lo copiaron del rito de los paganos, que emplean la sangre para cerrar un juramento. Cuan a menudo, en ese momento de la boda, esos violentos y falsos hombres derraman sangre de forma tan maliciosa y hostil, que el uno o el otro ¡quedan sin sangre alguna! Cuan a menudo sigue a los esposorios una separación sangrienta en esa hora inesperada, se le adelanta o la interrumpe en forma inaudita.


Doscientos años después de la polémica de Geraldus sobre los ritos de hermanamiento irlandeses, se encuentra el siguiente texto en una crónica oficial de los años de la guerra civil sobre el primer encuentro de Eduardo II de Inglaterra y Piers Gaveston:

Cuando el hijo del rey lo vio, sintió tanto amor que realizó un hermanamiento con él y se decidió resolutamente ante todos los mortales a entrelazar una liga indisoluble de amor con él.

Ese tipo de descripciones tenían un modelo en la Biblia, concretamente en David y su «hermano» Jonatán:

Apenas David terminó de hablar con Saúl, Jonatán se encariñó con él y llegó a quererlo como a sí mismo. Saúl lo hizo quedar con él aquel día y no lo dejó volver a la casa de su padre. Y Jonatán hizo un pacto con David, porque lo amaba como a sí mismo.

Libro Primero de Samuel: Capítulo 18


También la literatura mundana elevó el amor entre dos hermanos de sangre al ideal romántico. Esto lo demuestran innumerables obras, que, en parte, contenían relatos populares, como la historia de Horn y su hermano jurado Ayol, Adam Bell, el romance entre Floris y Blancheflour, el Guy of Warwick o la balada de Bewick y Graham.

Otro ejemplo es la versión de Amys y Amylion realizada por un sacerdote en latín antes del siglo XIV. Amys y Amylion, siendo una mezcla de literatura religiosa y secular, es una saga popular que se ha encontrado en diversas culturas desde la India hasta el Atlántico. En su versión cristianizada trata de dos hermanos de sangre que lucharon para Carlomagno y que tras su muerte fueron enterrados por separado. Pero en el transcurso de la noche los cadáveres se movieron hacia el otro y a la mañana siguiente se les encontró acostados uno al lado del otro. De forma similar a la inscripción funeraria mencionada más arriba, la historia comenta «Así como Dios los había unido en vida a través de la armonía y el amor, así no quiso que estuviesen separados en la muerte».

Debido a la relativa uniformidad con la que fue empleada la fórmula, se puede suponer que se trata de una referencia al Evangelio según San Mateo, donde Jesucristo funda la indivisibilidad del matrimonio con las palabras: «Pues bien, lo que Dios unió no lo separe el hombre» (San Mateo - Capítulo 19).

Interpretación moderna
El rito del hermanamiento o adelphopoiesis ha ganado en relevancia entre los historiadores que se ocupan de la historia de la homosexualidad en los últimos años, ya que ha modificado la imagen que se tenía de la Edad Media y el inicio de la Edad Moderna. John Boswell tomó la institución como demostración de que el cristianismo no siempre fue homófobo en su libro Same-Sex Unions in Premodern Europe (Uniones homosexuales en la Europa premoderna), también publicada como The marriage of likeness (El matrimonio de semejanza). Boswell da el texto y la traducción de una serie de versiones de esta ceremonia en griego y la traducción para una serie de versiones en eslavónico. Sin embargo, Boswell presupone una acepción moderna de la homosexualidad, que en la Edad Media no tenía sentido ninguno: la consideración del homosexual como una tipología de persona.

El no menos conocido historiador Alan Bray estudió la adelphopoiesis con más detalle, tomando como base las fuentes inglesas. En su obra póstuma The Friend intenta reconstruir la institución desde el punto de vista y la sociedad medieval. Relaciones de parentesco «artificiales», de las que el hermanamiento parece no ser más que una variante, tenían una función central en el apuntalamiento horizontal de la familia en los hogares premodernos. No sólo se defendían con las armas el uno al otro, lo que en la sociedad feudal era un aspecto que no se puede sobrevalorar, sino que los hermanamientos unían familias completas, por lo que tales amistades eran a menudo fomentadas por los padres. Así, si uno de los hermanos se casaba más tarde y tenía hijos, el hermanamiento servía de elemento de seguridad: si uno de los hermanos moría, el otro estaba obligado a apoyar la familia de su hermano de sangre con los medios que tuviera disponibles. Similar era la institución de la compaternitas (padrino), por la que la responsabilidad de los hijos - que durante su juventud vivían a menudo en varios hogares - se colectivizaba hasta cierto punto.

Debe destacarse que la institución no fue concebida como alternativa al matrimonio. El hermanamiento no debe verse como una institución exclusivamente romántica, sino que debe considerarse bajo los aspectos de seguridad material y personal, a pesar del marco literario y litúrgico que resaltan el amor y la fidelidad.

Los teólogos cristianos se interesan a menudo por la cuestión de si tales uniones fueron «castas», sobre todo como consecuencia del trabajo de Boswell, que interpretan a menudo como un ataque a sus doctrinas.[4] [5] La pregunta no se puede constar de forma generalizada con las fuentes existentes. Alan Bray lo dice de la siguiente manera:

Una segunda dificultad molesta es la demostración de la opinión de Boswell de que las hermandades de sangre implicaran (o pudieran implicar) la relación sexual entre hombres o mujeres. La crónica del monasterio cisterciense de Meaux en Yorkshire, una obra de enorme erudición del siglo XIV, comenta que Eduardo II de Inglaterra «in vitio sodomitico nimium delectabat» (se deleitaba especialmente en el vicio sodomítico) y el biógrafo moderno de Gaveston concluye, de forma comprensible, que no hay duda de que la relación de Eduardo y Graveston era de naturaleza sexual. Esto naturalmente no era apoyado por el derecho canónico, pero es poco probable que Eduardo y Graveston fueran únicos en este sentido. También existe una ambivalencia sexual similar en cuanto a las demás formas de parentesco ritual, que evoca la exposición de Giraldus. Los tribunales eclesiásticos rechazaban las relaciones sexuales antes del matrimonio eclesiástico y no secundaban las relaciones sexuales de los parientes espirituales de la compaternitas, los commatres y compatres; sin embargo la condena de las relaciones sexuales tras el matrimonio era desatendida, y el placer especial de las relaciones sexuales con commatres y compatres era una buena fuente de chistes durante toda la Edad Media.


(wikipedia.org)

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