V
Ayer se me pasó por la cabeza, de repente, escribir sobre mi amor. Y, sin embargo, no lo voy a hacer. Qué fuerza tienen los prejuicios. Yo me he liberado de ellos; pero pienso en los que son sus esclavos, ante cuyos ojos puede caer este papel. Y me detengo. Qué mezquinidad. Sin embargo voy a anotar una letra –T- como símbolo de este momento.
9-11-1902
VII
No sé si la perversión da fuerza. A veces lo creo. Pero lo cierto es que es fuente de grandeza.
13-12-1902
XX
Me gusta y emociona la belleza del pueblo, de los jovenes pobres. Criados, obreros, empleados del comercio, dependientes de las tiendas. Es la recompensa, se diría, a su posición desfavorecida. Lo mucho que trabajan y se mueven les da cuerpos delgados y bien proporcionados. Son casi siempre delgados. Sus rostros pálidos cuando su trabajo es en las tiendas, tostados por el sol cuando es fuera, tienen yn color simpático, poético. Es lo contrario de los jovenes ricos que o bien son enfermizos y fisiológicamente asquerosos, o bien con la gordura y grasas de tanto comer y beber, y sus edredones se diría que en sus jetas hinchadas y achatadas se muestra la fealdad de la rapiña y el delito de sus herencias y ususras.
29-6-1908
XXIV
Mi vida pasa entre fluctuaciones placenteras, entre proyectos amorosos –a veces culminados-.
Mi obra va en mi pensamiento.
Quizá sea esto lo correcto.
Así, mi obra es como aquél anforero del que hablé. Provoca diferentes explicaciones.
Y mi vida amorosa tiene su manifestación –oscura sólo para los ignorantes-. Si la manifestara a fondo, quizá no habría un terreno artístico suficiente como para moverme, para que me bastara.
Trabajo como los antiguos. Escribían historia, hacían filosofía, dramas trágico’mitológicos, víctimas del amor tantos de ellos; igual que yo.
20-6-1910
XXXI
Claramente sentí una noche en enero de 1904 que me habría sentido más a gusto, con una vida más plena, de haber tenido para recordar una mañana, o un día, de satisfacción de mi anhelo de fornicar; lo que es prueba de la verdad de Un viejo.
K.P. Kavafis: Prosas (Tecnos, 1991)
Trad.: José García Vázquez y Horacio Silvestre Landrobe
Ayer se me pasó por la cabeza, de repente, escribir sobre mi amor. Y, sin embargo, no lo voy a hacer. Qué fuerza tienen los prejuicios. Yo me he liberado de ellos; pero pienso en los que son sus esclavos, ante cuyos ojos puede caer este papel. Y me detengo. Qué mezquinidad. Sin embargo voy a anotar una letra –T- como símbolo de este momento.
9-11-1902
VII
No sé si la perversión da fuerza. A veces lo creo. Pero lo cierto es que es fuente de grandeza.
13-12-1902
XX
Me gusta y emociona la belleza del pueblo, de los jovenes pobres. Criados, obreros, empleados del comercio, dependientes de las tiendas. Es la recompensa, se diría, a su posición desfavorecida. Lo mucho que trabajan y se mueven les da cuerpos delgados y bien proporcionados. Son casi siempre delgados. Sus rostros pálidos cuando su trabajo es en las tiendas, tostados por el sol cuando es fuera, tienen yn color simpático, poético. Es lo contrario de los jovenes ricos que o bien son enfermizos y fisiológicamente asquerosos, o bien con la gordura y grasas de tanto comer y beber, y sus edredones se diría que en sus jetas hinchadas y achatadas se muestra la fealdad de la rapiña y el delito de sus herencias y ususras.
29-6-1908
XXIV
Mi vida pasa entre fluctuaciones placenteras, entre proyectos amorosos –a veces culminados-.
Mi obra va en mi pensamiento.
Quizá sea esto lo correcto.
Así, mi obra es como aquél anforero del que hablé. Provoca diferentes explicaciones.
Y mi vida amorosa tiene su manifestación –oscura sólo para los ignorantes-. Si la manifestara a fondo, quizá no habría un terreno artístico suficiente como para moverme, para que me bastara.
Trabajo como los antiguos. Escribían historia, hacían filosofía, dramas trágico’mitológicos, víctimas del amor tantos de ellos; igual que yo.
20-6-1910
XXXI
Claramente sentí una noche en enero de 1904 que me habría sentido más a gusto, con una vida más plena, de haber tenido para recordar una mañana, o un día, de satisfacción de mi anhelo de fornicar; lo que es prueba de la verdad de Un viejo.
K.P. Kavafis: Prosas (Tecnos, 1991)
Trad.: José García Vázquez y Horacio Silvestre Landrobe
2 σχόλια:
por esto me debe encantar Cavafis...
porque intento liberarme de los prejuicios, cada vez que siento que caigo en ellos...
y porque "me gusta y emociona la belleza del pueblo", los obreros, los repartidores, dependientes, fontaneros.... "entre (otras) fluctuaciones placenteras"...
un abrazo ...de vuelta
Creo que tras el comentario de Senses poco se puede añadir, ya que me sumo a el.
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