Te oigo llegar
Te oigo llegar.
Traes el recuerdo de los días vacíos
cabellos que no se ofrecían
mano que no se ha conquistado.
Figura borrosa
mis ojos se humedecen
en mi garganta se deshacen sollozos
que no tomaron cuerpo.
Ahora te hundes en cada grieta mía.
Nikos Alexis Aslánoglu
Dimitris Yeros (Grecia)
Estación de Litójoro
Extrañamente se ilumina en mi memoria el principio.
Es el resplandor detrás del ocaso,
cuando la luz se retira de las esquinas
como la red que se extiende por loa teléfonos y que escuchas
en un vacío sin sentido en las líneas abiertas,
en éxtasis de voces desordenadas en los audífonos;
la noche en la estación que el mar acompaña,
dos tres rocas el golfo abierto sin horizonte,
y el sol como un domingo triste junto a Kastra.
No olvidaré ese destello en la estación,
la pasión que rebasa la alegría del cuerpo
y que siendo de carne se torna en agonía del espíritu,
en agonía que traen las voces apagándose en el umbral de la noche,
en la agonía que produce la soledad junto al otro, la soledad
dentro del otro, la soledad dentro de la pasión del otro.
Todo termina en la última frontera.
Se van apagando las luces en la estación y se desvanecen
los sigilosos pasos.
Recen por los guardias que velan.
Nikos Alexis Aslánoglu
Rigas Kappatos-Carlos Montemayor: Antología de la poesía griega del siglo XX (Pontificia Universidad Católica del Perú, 2006)
Dimitris Yeros (Grecia)
Te oigo llegar.
Traes el recuerdo de los días vacíos
cabellos que no se ofrecían
mano que no se ha conquistado.
Figura borrosa
mis ojos se humedecen
en mi garganta se deshacen sollozos
que no tomaron cuerpo.
Ahora te hundes en cada grieta mía.
Nikos Alexis Aslánoglu
Dimitris Yeros (Grecia)
Estación de Litójoro
Extrañamente se ilumina en mi memoria el principio.
Es el resplandor detrás del ocaso,
cuando la luz se retira de las esquinas
como la red que se extiende por loa teléfonos y que escuchas
en un vacío sin sentido en las líneas abiertas,
en éxtasis de voces desordenadas en los audífonos;
la noche en la estación que el mar acompaña,
dos tres rocas el golfo abierto sin horizonte,
y el sol como un domingo triste junto a Kastra.
No olvidaré ese destello en la estación,
la pasión que rebasa la alegría del cuerpo
y que siendo de carne se torna en agonía del espíritu,
en agonía que traen las voces apagándose en el umbral de la noche,
en la agonía que produce la soledad junto al otro, la soledad
dentro del otro, la soledad dentro de la pasión del otro.
Todo termina en la última frontera.
Se van apagando las luces en la estación y se desvanecen
los sigilosos pasos.
Recen por los guardias que velan.
Nikos Alexis Aslánoglu
Rigas Kappatos-Carlos Montemayor: Antología de la poesía griega del siglo XX (Pontificia Universidad Católica del Perú, 2006)
Dimitris Yeros (Grecia)
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Nikos Alexis Aslánoglu (1931-1996) nació en la ciudad de Salónica y sus padres provenían de Asia Menor. Estudió en la universidad de esa ciudad y luego en la universidad francesa de Aix-Marseille. De 1964 fue becario en la Universidad de El Cairo. Viajó a muchos países de Europa y del Medio Oriente. Como miembro de la Asociación de Graduados de la Universidad de Salónica organizó encuentros artísticos y festivales literarios; representó dos veces a Grecia en los Encuentros de Amistad de los Jóvenes en la Federación de Alemania Occidental. Trabajó de 1970 a 1973 como profesor de literatura y lengua francesa y como Consejero Científico en la escuela de Arquitectos del Politécnico de Salónica; de 1977 a 1979, en la Biblioteca de la Univesidad de Salónica. Desde 1980 vivió y trabajó en Atenas. Publicó los siguientes libros: Sincronsmo y mar (1952), Muerte difícil (1954), La muerte de Mirón (1960), Poemas para un verano (1963), Hospital ambulante (1972) y Petroleo crudo (1974). En 1978 reunió todos sus poemarios en un tomo bajo el título La muerte difícil y en 1981 publicó Odas a Príncipe. Tradujo las Iluminaciones de Rimbaudd y colaboró con varias revistas literarias y diarios con ensayos y artículos críticos.
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