- Larga es mi historia y contiene una gran tragedia.
Habrócomes le pidió que se la contara, prometiéndole narrarle también él la suya. Y él, comenzando desde el principio (pues estaban solos) le contó la historia de su vida.
Yo –le dijo- soy de una familia de Perinto (ciudad cercana a Tracia) de las más poderosas de allí. Sin duda has oído hablar de Perinto como famosa y se sus habitantes como felices.
Allí, cuando era joven, me enamoré de un muchacho bello. El muchacho era también de mi país y su nombre era Hiperantes. Me enamoré de él primeramente en el gimnasio, viéndole luchar vigorosamente, y no pude resistirle. Un día en que se celebraba la fiesta de la ciudad y la velada religiosa, me acerqué a Hiperantes y le supliqué que tuviera compasión de mí. Al oírme el muchacho me prometió todo, compadeciéndose de mí.
Y recorrimos las primeras etapas de del amor: besos, caricias y muchas lágrimas por mi parte y finalmente pudimos, escogiendo la ocasión oportuna, estar a solas uno con el otro, lo que no era sospechoso dada nuestra igual edad. Y tuvimos relaciones mucho tiempo, amándonos ambos extremadamente, hasta que un dios tuvo celos de nosotros.
Llegó un hombre de Bizancio (Bizancio está cerca de Perinto, de los más poderosos de allí, muy orgulloso por su riqueza y opulencia. Se llamaba Aristómaco. Éste nada más poner pie en Perinto, como si hubiese sido enviado contra mí por algún dios, vio a Hiperantes conmigo y al punto se sintió cautivado, lleno de admiración por la belleza del muchacho, que era capaz de atraerse a cualquiera.
Enamorado, no contuvo con moderación su amor, sino que primero se dedicó a enviar mensajes al muchacho, y como esto no le dio resultado (pues Hiperantres por amor a mí no dejaba que nadie se le acercase) convenció a su padre, hombre vil y esclavo del dinero. Y él le entregó a Hiperantes, pretextando que era para lo educase, pues decía que era maestro de oratoria. Y en cuanto lo tuvo en sus manos, primero lo tuvo encerrado y después de esto se marchó a Bizancio.
Yo los seguí, dando de lado todos mis asuntos y cuantas veces podía me unía al muchacho. Pero podía pocas y apenas obtuve algún raro beso y alguna conversación llena de dificultades; estaba vigilado por mucha gente. Finalmente, no pudiendo soportarlo más, excitándome a mí mismo volví a Perinto y, tras vender todas mis posesiones y reunir dinero, me fui a Bizancio y tomando un puñal (de acuerdo también en esto con Hiperantes) entré de noche en casa de Aristómaco y lo encontré acostado con el niño y, lleno de cólera, herí a Aristómaco mortalmente.
Como había tranquilidad y todos reposaban salí sin ser visto, llevándome también a Hiperantes, y después de caminar durante toda la noche hacia Perinto nos embarcamos nada más llegar y navegamos hacia Asia. Y hasta un cierto tiempo se desarrolló la travesía felizmente, pero a final, cuando estábamos junto a Lesbos, cayó sobre nosotros un fuerte vendaval y la nave volcó. Yo nadé con Hiperantes, sosteniéndole, y le hacía más ligero el esfuerzo de nadar. Pero al llegar la noche ya no pudo más el muchacho y abatido por la natación se murió.
Y yo no pude hacer más por él que poner a salvo su cuerpo en tierra y darle sepultura. Y después de derramar muchas lágrimas y lamentarme mucho y de coger algunas reliquias de él, pude conseguir una piedra adecuada y elevé una estela en la tumba, y escribí en recuerdo del desdichado muchacho un epigrama que compuse en aquel mismo momento:
Hipótoo te construyó este sepulcro, glorioso Hiperantes, tumba de muerte, no digna de tan buen ciudadano.
Al abismo desde la tierra bajaste, ilustre flor, al que una vez un dios
arrebató en el piélago, impetuosa soplando la tormenta.
De allí, no pensando volver a Perinto, me dirigí a través de Asia hacia la gran Frigia y Panfilia y allí, por la falta de medios de vida y el desánimo de mi desgracia, me entregué al bandidaje.
Jenofonte de Éfeso: Efesíacas (Gredos, 1979)
Tradu. : Julia Mendoza
1 σχόλιο:
Jenofonte de Éfeso (fl. siglo II–siglo III?) fue un escritor griego. Su antiguo trabajo conocido como Habrócomes y Antía sirvió como inspiración en la tragedia shakesperiana de Romeo y Julieta.
Su nombre a menudo, es confundido con el soldado ateniense Jenofonte.
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