LA HOMOSEXUALIDAD ENTRE LOS MORTALES 1- LAYO Y CRISIPO (a)
En la mitología griega, Layo (en griego antiguo Λάϊος, Láïos, «zurdo»), rey de Tebas, era el primer mortal que había llevado a los griegos la práctica del amor a los muchachos. Hijo de Lábdaco, fue criado por el regente Lico, su tío abuelo, después de la muerte de su padre. Cuando se hizo mayor intentó ocupar el trono, pero sus primos Anfión y Zeto usurparon el poder. Layo fue expulsado de Tebas y el rey Pélope de Pisa, un reino vecino, le dio asilo.
Pélope le confió a su hijo Crisipo y le pidió que le enseñase el arte de conducir caballos. Layo quedó prendado del joven y un día lo raptó. Según una versión, Crisipo se suicidó por vergüenza infligida; según otra, Hipodamía, su madre, mandó a sus medio-hermanos que lo asesinaran. Al darse cuenta de lo ocurrido, Pélope arrojó sobre Layo la maldición de Apolo, por la cual declara que tu estirpe se exterminará a sí misma. En Grecia, luego se conoció como el "Crimen de Layo".
Después de la muerte de Anfión, Layo se convirtió en rey de Tebas y tomó como esposa a otra descendiente del linaje de Cadmo y Harmonía, Yocasta. Durante años intentaron tener hijos, sin conseguirlo. Layo acudió al oráculo de Delfos pidiendo una solución. La respuesta del oráculo no le satisfizo: «Tu hijo matará a su padre y se acostará con su madre». Layo, prudente, guardó el secreto y no lo reveló a su mujer. Una noche, bajo los efectos de la bebida yació con su mujer, y engendró a Edipo. Para que no se cumpliera la profecía, Layo abandonó a Edipo para que muriera. Pero Edipo llegó a manos de los reyes Pólibo y Peribea (en algunos textos lleva el nombre de Mérope) de Corinto.
Años más tarde, Layo, que conducía un carro, se cruzó con Edipo; el conductor le exigió de mala manera a Edipo que se quitara de en medio, a lo que éste se negó. En la pelea, Layo salió del carruaje y su hijo le dio muerte.
Crisipo era un divino héroe de Elis en el Peloponeso. Fue el hijo ilegítimo de Pélope con la ninfa Axioque, una danaide.
Crisipo era el hijo preferido de Pélope y su favorito para heredar el reino de Olimpia. Layo (hijo de Lábdaco y biznieto de Cadmo), desterrado de Tebas por Anfión y Zeto, había encontrado hospitalidad en el Peloponeso, en el palacio de Pélope. Cuando Layo alcanzó la pubertad, Pélope le encomendó a su hijo Crisipo, "Caballo Dorado", para que fuera su tutor y le enseñase las destrezas de la guía de caballos. Pélope deseaba que fuese diestro en las artes de la guerra. Layo traiciona la confianza y generosidad de Pélope raptando al joven Crisipo, del cual se había enamorado. Durante los Juegos Nemeos, en los que la pareja competía en carreras de carros, Crisipo es secuestrado por Layo cuando lo escoltaba. Para entonces, Anfión y Zeto ya estaban muertos, hasta el punto de que Layo pudo llevar a Crisipo a Tebas donde lo retuvo por la fuerza y lo violó. La actitud de los tebanos, que no lo castigan por el rapto, será causa de la cólera de Hera, quien envía a la Esfinge a atacarlos. Pélope al enterarse maldice a Layo y los dioses deciden castigarlo en su descendencia masculina. La maldición de Pélope sobre Layo tendrá terribles consecuencias, pues le pide a Zeus que Layo no engendre ningún hijo y que si lo hiciese, muera a manos de él. Finalmente, es rescatado y más tarde se da su muerte.
La muerte de Crisipo a veces es vista como parte de la maldición que Mírtilo le dijo a Pélope.
Existen 3 versiones sobre su muerte:
Versión de Peisandros
Un autor que cita a Peisandros como su fuente demanda que él se mató con su espada por la vergüenza de haber sido llevado contra su voluntad. En esta versión Hipodamía es su madre.
Versión de Helánico de Lesbos y Tucídides
Helánico de Lesbos y Tucídides escriben que murió a manos de sus hermanos Atreo y Tiestes, que estaban celosos de la preferencia de Pélope hacia Crisipo. Ellos habían sido enviados por su madre, Hipodamía, que temió Crisipo heredara el trono de Pélope en vez de sus hijos. Atreo y Tiestes, juntos con su madre, fueron desterrados por Pélope y se exiliaron en Micenas. Allí Hipodamía se colgó. Esta versión es en la que su madre es una esclava.
Versión de Plutarco
En la versión de Plutarco, en la que Crisipo es hijo de la ninfa Axioque, Hipodamía tenía miedo de que Pélope nombrase a Crisipo sucesor al trono, pasando por delante de Atreo y Tiestes, sus propios hijos. Hipodamía viajó a Tebas con sus hijos para eliminar la amenaza. Una vez allí, intentó persuadir a sus hijos para que matasen al joven ahogándolo en un pozo, al no convencer a sus hijos Atreo y Tiestes de dar muerte a su hermano, ella, en la noche entró escondida al lecho en que dormían Layo y Crisipo, y cogió su espada de la pared y la hundió en el vientre de su involuntario amante. Se acusó Layo del asesinato, pero Crisipo había visto a Hipodamía cuando huía y la acusó antes de morir. Hipodamía, según esa versión, huyó a Argólide, allí se suicidó y después sus huesos fueron llevados a Olimpia. Atreo y Tiestes se hicieron con el reino y encarcelaron a Layo por llevarse al muchacho sin su consentimiento, un delito que se conoció a partir de entonces en Grecia como "el crimen de Layo". Entretanto, Pélope había reunido su ejército y marchó sobre Tebas para recuperar a su hijo. Al llegar a la corte de Layo, se encontró al rey ya encarcelado y a su hijo, muerto. El padre, aunque muy dolido por haber llegado demasiado tarde, perdonó la vida de Layo, reconociendo que un deseo irresistible le había llevado a secuestrar al muchacho. No obstante, le maldijo iracundo, con un sortilegio que pesaría cual nube oscura sobre él y sus descendientes hasta la tercera generación.
En la mitología griega, Layo (en griego antiguo Λάϊος, Láïos, «zurdo»), rey de Tebas, era el primer mortal que había llevado a los griegos la práctica del amor a los muchachos. Hijo de Lábdaco, fue criado por el regente Lico, su tío abuelo, después de la muerte de su padre. Cuando se hizo mayor intentó ocupar el trono, pero sus primos Anfión y Zeto usurparon el poder. Layo fue expulsado de Tebas y el rey Pélope de Pisa, un reino vecino, le dio asilo.
Pélope le confió a su hijo Crisipo y le pidió que le enseñase el arte de conducir caballos. Layo quedó prendado del joven y un día lo raptó. Según una versión, Crisipo se suicidó por vergüenza infligida; según otra, Hipodamía, su madre, mandó a sus medio-hermanos que lo asesinaran. Al darse cuenta de lo ocurrido, Pélope arrojó sobre Layo la maldición de Apolo, por la cual declara que tu estirpe se exterminará a sí misma. En Grecia, luego se conoció como el "Crimen de Layo".
Después de la muerte de Anfión, Layo se convirtió en rey de Tebas y tomó como esposa a otra descendiente del linaje de Cadmo y Harmonía, Yocasta. Durante años intentaron tener hijos, sin conseguirlo. Layo acudió al oráculo de Delfos pidiendo una solución. La respuesta del oráculo no le satisfizo: «Tu hijo matará a su padre y se acostará con su madre». Layo, prudente, guardó el secreto y no lo reveló a su mujer. Una noche, bajo los efectos de la bebida yació con su mujer, y engendró a Edipo. Para que no se cumpliera la profecía, Layo abandonó a Edipo para que muriera. Pero Edipo llegó a manos de los reyes Pólibo y Peribea (en algunos textos lleva el nombre de Mérope) de Corinto.
Años más tarde, Layo, que conducía un carro, se cruzó con Edipo; el conductor le exigió de mala manera a Edipo que se quitara de en medio, a lo que éste se negó. En la pelea, Layo salió del carruaje y su hijo le dio muerte.
Crisipo era un divino héroe de Elis en el Peloponeso. Fue el hijo ilegítimo de Pélope con la ninfa Axioque, una danaide.
Crisipo era el hijo preferido de Pélope y su favorito para heredar el reino de Olimpia. Layo (hijo de Lábdaco y biznieto de Cadmo), desterrado de Tebas por Anfión y Zeto, había encontrado hospitalidad en el Peloponeso, en el palacio de Pélope. Cuando Layo alcanzó la pubertad, Pélope le encomendó a su hijo Crisipo, "Caballo Dorado", para que fuera su tutor y le enseñase las destrezas de la guía de caballos. Pélope deseaba que fuese diestro en las artes de la guerra. Layo traiciona la confianza y generosidad de Pélope raptando al joven Crisipo, del cual se había enamorado. Durante los Juegos Nemeos, en los que la pareja competía en carreras de carros, Crisipo es secuestrado por Layo cuando lo escoltaba. Para entonces, Anfión y Zeto ya estaban muertos, hasta el punto de que Layo pudo llevar a Crisipo a Tebas donde lo retuvo por la fuerza y lo violó. La actitud de los tebanos, que no lo castigan por el rapto, será causa de la cólera de Hera, quien envía a la Esfinge a atacarlos. Pélope al enterarse maldice a Layo y los dioses deciden castigarlo en su descendencia masculina. La maldición de Pélope sobre Layo tendrá terribles consecuencias, pues le pide a Zeus que Layo no engendre ningún hijo y que si lo hiciese, muera a manos de él. Finalmente, es rescatado y más tarde se da su muerte.
La muerte de Crisipo a veces es vista como parte de la maldición que Mírtilo le dijo a Pélope.
Existen 3 versiones sobre su muerte:
Versión de Peisandros
Un autor que cita a Peisandros como su fuente demanda que él se mató con su espada por la vergüenza de haber sido llevado contra su voluntad. En esta versión Hipodamía es su madre.
Versión de Helánico de Lesbos y Tucídides
Helánico de Lesbos y Tucídides escriben que murió a manos de sus hermanos Atreo y Tiestes, que estaban celosos de la preferencia de Pélope hacia Crisipo. Ellos habían sido enviados por su madre, Hipodamía, que temió Crisipo heredara el trono de Pélope en vez de sus hijos. Atreo y Tiestes, juntos con su madre, fueron desterrados por Pélope y se exiliaron en Micenas. Allí Hipodamía se colgó. Esta versión es en la que su madre es una esclava.
Versión de Plutarco
En la versión de Plutarco, en la que Crisipo es hijo de la ninfa Axioque, Hipodamía tenía miedo de que Pélope nombrase a Crisipo sucesor al trono, pasando por delante de Atreo y Tiestes, sus propios hijos. Hipodamía viajó a Tebas con sus hijos para eliminar la amenaza. Una vez allí, intentó persuadir a sus hijos para que matasen al joven ahogándolo en un pozo, al no convencer a sus hijos Atreo y Tiestes de dar muerte a su hermano, ella, en la noche entró escondida al lecho en que dormían Layo y Crisipo, y cogió su espada de la pared y la hundió en el vientre de su involuntario amante. Se acusó Layo del asesinato, pero Crisipo había visto a Hipodamía cuando huía y la acusó antes de morir. Hipodamía, según esa versión, huyó a Argólide, allí se suicidó y después sus huesos fueron llevados a Olimpia. Atreo y Tiestes se hicieron con el reino y encarcelaron a Layo por llevarse al muchacho sin su consentimiento, un delito que se conoció a partir de entonces en Grecia como "el crimen de Layo". Entretanto, Pélope había reunido su ejército y marchó sobre Tebas para recuperar a su hijo. Al llegar a la corte de Layo, se encontró al rey ya encarcelado y a su hijo, muerto. El padre, aunque muy dolido por haber llegado demasiado tarde, perdonó la vida de Layo, reconociendo que un deseo irresistible le había llevado a secuestrar al muchacho. No obstante, le maldijo iracundo, con un sortilegio que pesaría cual nube oscura sobre él y sus descendientes hasta la tercera generación.
(es.wikipedia.org)
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