5 Αυγούστου 2008

ΜΥΚΟΝΟΣ

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Miconos. Punto de turismo gay desde hace 40 años.
Mykonos es la isla griega más famosa. Tiene un paisaje típicamente de las islas cycládes, árida y rodeada de magníficas playas. Debe su fama a la belleza de su capital (Mykonos Pueblo), de sus casitas blancas de pasajes estrechos, así como a sus numerosas playas de gran calidad. Se trata de una isla muy visitada, con una vida nocturna muy acentuada y loca. Aquí existe un ambiente gay, tanto como puede haber en la isla de Ibiza o Tenerife.
Se trata de una isla pequeña y por tanto las distancias son cortas. Por eso es que alquilamos unos cuatriciclos y unas scooter para movernos por toda la isla y recorrer la mayoría de sus playas. Según la mitología griega, la isla fue nombrada así por el héroe Mykono, hijo de Apolo; por lo tanto es la isla de la luz, pues de aquel que tomó su nombre tiene vínculos familiares con el luminoso Apolo. Se dice también que en Mykonos el legendario Heracles (Hércules) mató a los gigantes, cuyos cuerpos petrificados formaron las rocas de la isla. En otra versión del mito, es el mismísimo Poseidón quien levanta las rocas que forman la isla, también en contra de los gigantes. Su capital, Mykonos pueblo se destaca por la belleza y magia de sus callejones estrechos que por momentos se convierten en verdaderos laberintos. Está lleno de casas pintorescas, con flores que adornan sus balcones y sus arcos, en donde nos sacamos unas lindas fotos.
El barrio de Castro está situado en la zona alta, donde los venecianos construyeron un castillo del que apenas quedan restos. Aquí había un boliche gay llamado Ramrod Club, no entramos, nos quedamos afuera escuchando la buena música. En la parte baja de Mykonos pueblo caminamos por la llamada pequeña Venecia de Mykonos. Es la zona más pintoresca del pueblo, con sus casas construidas asomadas sobre el mar, con preciosos balcones de madera. Estas casas se han convertido en los más curiosos pubs de la isla. En una plaza cercana se encuentra la catedral y una antiquísima iglesia católica. Pasamos por la puerta de la iglesia de la Santísima Virgen Paraportiani que, según la tradición, es la más importante de las 400 iglesias dispersas en toda la pequeña isla, justo había misa pero no entramos.
Sobre una gran plaza con una excekente vista del mar, se encuentran los famosos molinos de viento, que junto al Pelícano Petros son los símbolos de esta isla. Desde su pintoresco puerto tradicional, parten continuamente barquitas que llevan a todos los rincones de la costa de la isla, así como de excursiones de un día a las vecinas islas y a Delos. El pueblo tiene un pequeño museo arqueológico, otro folklórico y el museo naval. En relación a lo histórico o antiguo, al sur de la isla, en Lino, se conservan las ruinas de Portes. En la zona de Ano Mera está el monasterio de la Panagia Turliani. En Paleocastro existen restos de una antigua fortificación.
Respecto a las playas, las hay de todos los tamaños y ambientes, pero todas de aguas cristalinas y fina arena dorada. Las playas más visitadas son las de Paradise, Super Paradise y Platis Gialos. Se destacan otras más tranquilas, como la de Kalafatis, Psarú, Agia Ana, Elia, etc...
Respecto a la vecina isla de Delos, la isla más sagrada de la antigüedad y patria de Apolo, se trata de una isla totalmente deshabitada a una milla marina de Mykonos. Según la mitología sirvió de refugio a Leto para dar a luz a Apolo y a Artemis, evitando la ira de Hera. Adquierió importancia tras la colonización de los Jónios (1000 años a. de C.), cuando comenzó el culto a Apolo, dios de la luz y la música. Otra curiosidad es la prohibición de nacimientos o muertes en la isla. Su historia y su recinto arqueológico resultan muy interesantes, por lo que nos aconsejaron ir algo informados para disfrutarla mejor.
(http://www.viajeros.com/)
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Tres_Leches είπε...

MIKONOS...
La puerta de las Cicladas

En los años 60, esta pequeña isla griega se convirtió en el centro vacacional por excelencia de la comunidad "gay". Poco después, los variopintos personajes de la "jet set" internacional la transformaron en el lugar más sofisticado, exclusivo y tolerante del Mar Egeo

JAVIER MAZORRA (elmundo.es)

Si en la antigüedad la pequeña isla de Delos era el centro económico y social del archipiélago de las Cícladas, desde mediados del siglo XX ese papel lo ha heredado su vecina Mikonos, que era precisamente el hijo predilecto de Aníos, primer rey de Delos e hijo a su vez del dios Apolo. Situadas en mitad del mar Egeo, el medio centenar de islas que componen el archipiélago de las Cícladas representan todo lo que la imaginación, el mito y la leyenda reconocen como la quinta esencia de las islas griegas.

Se dice que varios dioses nacieron en ellas y que posiblemente la Atlántida esté sumergida en algún lugar de su territorio. La más grande y fértil es Naxos, el centro político y administrativo está en Siros, Santorini es quizá la más extraña y bella, Tinos destaca por su religiosidad, Ios tiene las mejores playas y, sin embargo, ninguna atrae tantos visitantes como Mikonos. Después de pasar inadvertida durante siglos, esta pequeña isla de 80 kilómetros cuadrados es hoy uno de los centros cosmopolitas del Mediterráneo.

Fue redescubierta en los años 50 por artistas y estudiosos que llegaban para visitar las ruinas de la vecina Delos. Poco tiempo después se convirtió en el principal centro veraniego de la comunidad gay internacional, lo que a su vez atrajo a ricos y famosos que la transformaron en el lugar más sofisticado y exclusivo del mar Egeo.

Frágil equilibrio.

Al filo del siglo XXI, Mikonos lucha por mantener esa privilegiada posición, aunque el número de visitantes ha crecido vertiginosamente en estos últimos años, poniendo en serio peligro su frágil equilibrio. Por el momento, el puerto sigue lleno de yates, la comunidad gay mantiene un lugar prominente en su paisaje y buena parte de la jet set acude a sus restaurantes y lugares nocturnos como en los mejores tiempos.

Es difícil explicar lo que Mikonos tiene de especial. Puede que no sea nada concreto, sino una conjunción de elementos, un raro equilibrio entre una sociedad tolerante que, sin embargo, no ha perdido su apego por la tradición. Y sobre todo un ambiente muy particular que se ha forjado a lo largo de su larga historia. Lo primero que llama la atención al llegar a la isla son los inmaculados perfiles de su puerto y principal población, Chora, donde nada desentona. Todos los edificios, que rara vez superan las dos plantas e invariablemente respetan unas formas de gran pureza geométrica, están encalados. El único color lo ofrecen las ventanas, casi todas pintadas de azul, aunque también algunas ofrecen el mismo rojo intenso que presentan las cúpulas de las múltiples iglesias. Cuando se intenta penetrar en el interior de la villa surge un enrevesado laberinto de calles donde no pueden entrar los coches. Se dice que cuando se construyó, pretendía confundir a los muchos invasores y piratas que asolaban estas costas. Ahora, ese aparente caos urbanístico sirve para mantener al visitante permanentemente sorprendido. En cada esquina surge un espléndido restaurante de lujo, una exuberante tienda de diseño, una joyería como la mítica Lalounis o un bar de copas, siempre respetando la arquitectura autóctona, aunque realzando sus propias características hasta convertirlos en artificiosos escenarios teatrales.

Curiosamente, los habitantes de la isla siguen residiendo en el centro histórico, aunque en calles secundarias, todavía más escondidas que las demás. Cualquier momento del día es perfecto para descubrir esta pequeña ciudad, aunque dicen que la Chora despierta de verdad al anochecer, cuando todo se ilumina y empieza a cobrar verdadera vida. No sólo los restaurantes y bares permanecen abiertos hasta altas horas de la madrugada, sino también las tiendas, los bancos y muchas oficinas.

Al atardecer hay que tomarse una copa en los bares de la Pequeña Venecia, desde donde se pueden observar cómo los últimos rayos de sol iluminan las olas que pegan contra las antiguas defensas. Más tarde, después de perderse intencionadamente por sus calles, descubriendo cada noche alguna de sus múltiples iglesias que permanecen abiertas, hay que elegir un lugar donde cenar. Puede ser sofisticado y caro en los alrededores de Andronikou Matoyani, o más popular y económico en las inmediaciones de la estrambótica iglesia Paraportiani. Los bares de copas están repartidos por callejuelas que se van descubriendo paulatinamente a medida que se penetra en el interior de la Chora.

Todas las playas.

La mejor forma de alcanzar las playas de Mikonos es a través de las barcas que salen del puertecito de Ornos o de Platys Gialos, y que van sucesivamente alcanzando Paraga (familiar y relajada), Paradise (con música de discoteca), Super Paradise (nudista, gay y sofisticada), Agrari (deportiva) y Elia(enorme). Pero el principal encanto de Mikonos es la cercanía de otras muchas islas que se pueden visitar con facilidad. Así, Delos conserva un conjunto arqueológico extraordinario. Tinos es una mezcla de centro religioso y multitud de pueblos habitados por artesanos de todo tipo y Siros alberga la capital de las Cícladas y una destacable arquitectura neoclásica.

Tres_Leches είπε...

DESTINO GAY

Iñaki tiene 37 años y trabaja en Bilbao como dependiente en un comercio.

Es la segunda vez que veranea en el Ampurdán, se aloja en un hotel de ambiente gay, y este año ha convencido a su pareja, -Íñigo, de 28 años y trabajador del metal-, para que le acompañe. "Es un espacio en el que me siento cómodo porque nadie te observa. Aquí he encontrado lo que buscaba: un lugar donde todos somos como una gran familia. Además, el paisaje y las playas de la comarca han contribuido también a que haya repetido mi elección".

Sus razones son las que esgrime el resto de los homosexuales -entre un 8% y un 12% del total de la población española- que decide pasar sus vacaciones en destinos frecuentados por gente de su misma condición sexual. Y es que cada vez son más los que deciden reconocer su condición, al menos en época estival. Basta con darse un paseo por la calle Primero de Mayo de Sitges, la ibicenca playa de Figueretas, el Centro Comercial La Nogalera de Torremolinos o la Playa del Inglés, en Canarias, repletos de bares y discotecas donde los homosexuales han plantado su bandera multicolor. De hecho, según el único estudio en España sobre los hábitos de consumo gays y lésbicos, realizado por la Consultoría Arcoiris Estrategia, existen más de 1.250 establecimientos dirigidos a este sector de la población, la mayoría localizados en pequeños núcleos turísticos o en barriadas de grandes ciudades. José Manuel Hurtado es una de las personas que ha apostado por este negocio. Es el propietario de Prado Rebelde, un hotel situado en Font Clara (Girona), en plena campiña catalana y a pocos minutos de la playa. Hasta hace siete años regentaba un bar en Madrid y allí fue donde vio la dificultad de las parejas de gays y lesbianas para encontrar un alojamiento agradable sin tener que mentir sobre su identidad para conseguirlo. No le ha ido mal. "Reconozco que es un riesgo enfocar tu empresa hacia un público minoritario pero, por otra parte, la falta de oferta en este sector facilita su buena marcha. Además, con el tiempo algunas parejas heterosexuales se sienten atraídas y acaban convirtiéndose en clientes habituales".
Pedro Zerolo, presidente de la Federación Nacional de Gays y Lesbianas, tiene una idea bastante clara de por qué funcionan estos establecimientos: "Los homosexuales ponen sus ojos en la Costa Brava, San Francisco, Mikonos, South Miami, etcétera, porque son destinos donde tradicionalmente ha habido una permisividad mayor y porque se han creado a su alrededor multitud de empresas destinadas al ocio. Además, es normal que prefieran sitios donde poder mostrar su afectividad sin ser mirados como bichos raros. La gente se agrupa por señas de identidad; a todo el mundo no se le puede pedir que esté en la brega diaria, luchando para que nos dejen ser como somos. Evito ir a la ciudad del Vaticano, donde no puedo ir de la mano con otro hombre, o a países en los que esté penada la homosexualidad".

Pero no sólo buscan el escondite perfecto de los "heteros", como los llaman, ni la comunión de sus congéneres de sexo. Además, su poder adquisitivo -con una estimación de renta para el colectivo gay-lésbico español de 5,2 billones de pesetas, según el informe Hábitat de Arcoiris- les convierte en un turismo exigente. Para Miguel Ángel López, director de la revista gay Zero, "el turista homosexual, en general, es más selectivo: lleva mucho más dinero y va a buenos restaurantes. Son gente que se queja si algo no les gusta. Prefieren volar con una compañía buena que con otra algo peor, pero más barata". No todos son de la misma opinión. "En esto hay tantos estereotipos -advierte Pedro Zerolo- como para los heterosexuales. Hay quien viaja solo, quien lo hace con una pareja abierta, con cargas familiares... A algunos les gusta el petardeo y otros prefieren la cultura, pero lo principal para todos es encontrar espacios de libertad". Sea como sea, lo cierto es que muchos homosexuales buscan comodidades y ofertas de ocio que no encuentran en las agencias convencionales. Lambda Viajes (tfno: 91 532 78 33) es una de las pocas que se han especializado en estos trayectos. De hecho, según el informe citado, un 20,8% de homosexuales gastan más de 250.000 pesetas al año en viajes. "Consumimos más porque llevamos menos años de construcción familiar. La mayoría no tenemos hijos ni las cargas recaen sobre una persona. Acostumbramos a trabajar los dos miembros de la pareja y tenemos menos limitaciones económicas. Por eso destinamos más dinero al cuidado personal y a los viajes, de manera que nos podemos permitir tres o cuatro escapadas al año sin problemas. Por si fuera poco, somos personas innovadoras y dispuestas a probar nuevos productos y emociones", explica el director de Zero.

Oliver Medel regenta La Villa de los Sueños, un hotelito de lujo en Benidorm, a un paso de Terra Mítica, y es de los que piensa que hay que cuidar al cliente: "Yo les ofrezco un lugar muy privado, con habitaciones de 25 metros cuadrados, decoradas con muebles de diseño. Además, disponen de jacuzzi, gimnasio, piscina y un gran jardín, donde dos veces por semana organizamos una barbacoa para conocernos mejor", cuenta. Es más de lo que pueden pagarse con las 150.782 pesetas de media anual, según cálculos de Arcoiris Consultores, que invierten los homosexuales españoles en viajes. Pero aquí también hay clases y clases; no es lo mismo ser hombre que mujer, ni carpintero que directivo de una empresa. Beatriz Jimeno, portavoz del Colectivo de Gays y Lesbianas de Madrid (COGAM), cree que las mujeres homosexuales ocupan el escalón más desfavorecido de la sociedad. "Somos las que menor nivel adquisitivo tenemos porque vivimos solas, sin un hombre al lado que nos mantenga y, en ocasiones, con cargas familiares de matrimonios anteriores. Nosotras buscamos lo mismo en nuestras vacaciones que los gays". En una clasificación por profesiones, Arcoiris establece que un 38,5% de homosexuales ejerce una profesión liberal, un 23,7% trabaja como administrativo y un 11,6% son empresarios. "El cliché que tanto se repite habla de un gay de alto nivel adquisitivo, pero no corresponde a la realidad. Es, más bien, el gay de ciudad. Nadie habla de los que viven en pueblos, de los parados, de los que mantienen una familia o de los han de compartir un piso. Esos no se pueden ir a San Francisco todo un mes", concluye Jimeno.

Pese a ello, las cifras hablan de altas concentraciones de homosexuales en sitios muy reducidos. De hecho, en las grandes urbes, gays y lesbianas se arrinconan en unas pocas calles y hacen del lugar su pequeña ciudad. El barrio de Chueca, en Madrid, es un ejemplo vivo. Allí se concentra el 80% de los comercios orientados al público gay: tiendas de ropa y calzado, videoclubs, bares, restaurantes, discotecas, todo a su imagen y semejanza. Sin embargo, aunque resulte paradójico, la población homosexual no tiene conciencia de estar recluída. "No estamos formando guetos y quien así lo cree tiene una mirada discriminatoria hacia nosotros. Nadie cuestiona a una persona de determinada edad porque frecuente lugares de gente mayor ni tampoco porque vaya a un viaje organizado. Buscamos lugares confortables donde podamos expresarnos en libertad. El fin es que se produzca una integración, pero mientras eso llega tiene su razón de ser que acudamos a lugares donde la presencia de población gay es más significativa", explica Pedro Zerolo.

De la misma opinión es el director de la publicación Zero, pero advierte que se está produciendo una apertura en la mentalidad de la sociedad española con más prejuicios. "La prensa convencional insiste en mantener el concepto de gueto. En realidad elegimos estos destinos porque su oferta de ocio es más interesante, con un ambiente más amigable; son destinos donde nos es más fácil vivir. Pero cada vez comprobamos una mejor percepción por parte de los heterosexuales. En las zonas turísticas la afluencia de divisas ha permitido una mejor aceptación. Como dice el chiste, hay una diferencia entre ser homosexual o maricón: el dinero. Lo cierto es que ven que no hay nada extraño en nosotros, descubren que somos personas iguales a ellos".

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