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A la muerte de Pisístrato retuvieron el poder sus hijos, y llevaban adelante los asuntos públicos de la misma manera. Eran de su esposa legítima dos, Hipias e Hiparco, y dos de la argiva, Iofón y Hegesñistrato, cuyo sobrenombre esra Tésalo. (…) Eran soberanos en los asuntos públicos, por su dignidad y por su edad, Hiparco e Hipias; siendo el mayor Hipias y de natural político y prudente, estaba al frente del poder. Hiparco eran amigo de diversiones, enamoradizo y amante de la musas (éste fue el que invitó a Anacreonte, a Simónides y a los demás poetas). Tésalo era mucho más joven, y en sus maneras atrevido e insolente, de lo cual les sobrevino el comienzo de todos los males. Pues se enamoró de Harmodio, y fracasando en su amor, no contuvo la ira, sino que la manifestó amargamente en todo; y, por fin, cuando la hermana de aquél iba a llevar la canastilla en las Panateneas, se lo impidió tildando a Harmodio y que con Aristogitón llevasen a cabo la hazaña con la participación de muchos: en las Panateneas, vigilaban a Hipias en la Acrópolis (pues era éste casualmente el que recibía la procesión, e Hiparco era el que la conducía), y al ver a uno de los cómplices en la traición que se comunicaba con Hipias afablemente, y pensando que los estaba denunciando, quisieron hacer algo antes de ser apresados, bajaron y se dieron muerte a Hiparco que ordenaba la procesión junto al Leocoreo, pero estropearon todo lo tramado. De ellos, Harmodio murió inmediatamente a manos de los de la Guardia, y Aristogitón fue apresado más tarde y durante mucho tiempo maltratado. Acusó en las torturas a muchos que eran por nacimiento distinguidos y amigos de los tiranos. Así no pudieron de momento encontrar ninguna huella de la conspiración; pero la historia que se cuente de que Hipias despojando de las armas a los de la procesión decubrió los que tenían puñales, no es verdadera, pues no iban entonces en la procesión con armas, sino que esto lo dispuso el pueblo más tarde. Acusó a los amigos del tirano, según dicen los de las clases populares, deliberadamente, para que incurrieran en impiedad y, al mismo tiempo, se debilitaran, dando muerte a inocentes y a sus propios amigos; pero según algunos dicen, no inventó, sino que denunció a los cómplices. Finalmente, viendo que no podía morir por mucho que hiciera, prometió que iba a denunciar a otros muchos y persuadió a Hipias de que, en prueba de confianza, le diera la mano. Una vez que la cogió, le reprochó el haber dado el haber dado la mano al asesino de su hermano, y exasperó tanto a Hipias, que no se contuvo y sacando la espada lo mató.
Después de esto, sucedió que la tiranía se hizo mucho más dura, pues por vengar a su hermano y por haber matado y desterrado a muchos, se hizo para todos no digno de fiar y cruel.
Aristóteles: Constitución de los Atenienses (Gredos, 1984)
Trad.: Manuela García Valdés
A la muerte de Pisístrato retuvieron el poder sus hijos, y llevaban adelante los asuntos públicos de la misma manera. Eran de su esposa legítima dos, Hipias e Hiparco, y dos de la argiva, Iofón y Hegesñistrato, cuyo sobrenombre esra Tésalo. (…) Eran soberanos en los asuntos públicos, por su dignidad y por su edad, Hiparco e Hipias; siendo el mayor Hipias y de natural político y prudente, estaba al frente del poder. Hiparco eran amigo de diversiones, enamoradizo y amante de la musas (éste fue el que invitó a Anacreonte, a Simónides y a los demás poetas). Tésalo era mucho más joven, y en sus maneras atrevido e insolente, de lo cual les sobrevino el comienzo de todos los males. Pues se enamoró de Harmodio, y fracasando en su amor, no contuvo la ira, sino que la manifestó amargamente en todo; y, por fin, cuando la hermana de aquél iba a llevar la canastilla en las Panateneas, se lo impidió tildando a Harmodio y que con Aristogitón llevasen a cabo la hazaña con la participación de muchos: en las Panateneas, vigilaban a Hipias en la Acrópolis (pues era éste casualmente el que recibía la procesión, e Hiparco era el que la conducía), y al ver a uno de los cómplices en la traición que se comunicaba con Hipias afablemente, y pensando que los estaba denunciando, quisieron hacer algo antes de ser apresados, bajaron y se dieron muerte a Hiparco que ordenaba la procesión junto al Leocoreo, pero estropearon todo lo tramado. De ellos, Harmodio murió inmediatamente a manos de los de la Guardia, y Aristogitón fue apresado más tarde y durante mucho tiempo maltratado. Acusó en las torturas a muchos que eran por nacimiento distinguidos y amigos de los tiranos. Así no pudieron de momento encontrar ninguna huella de la conspiración; pero la historia que se cuente de que Hipias despojando de las armas a los de la procesión decubrió los que tenían puñales, no es verdadera, pues no iban entonces en la procesión con armas, sino que esto lo dispuso el pueblo más tarde. Acusó a los amigos del tirano, según dicen los de las clases populares, deliberadamente, para que incurrieran en impiedad y, al mismo tiempo, se debilitaran, dando muerte a inocentes y a sus propios amigos; pero según algunos dicen, no inventó, sino que denunció a los cómplices. Finalmente, viendo que no podía morir por mucho que hiciera, prometió que iba a denunciar a otros muchos y persuadió a Hipias de que, en prueba de confianza, le diera la mano. Una vez que la cogió, le reprochó el haber dado el haber dado la mano al asesino de su hermano, y exasperó tanto a Hipias, que no se contuvo y sacando la espada lo mató.
Después de esto, sucedió que la tiranía se hizo mucho más dura, pues por vengar a su hermano y por haber matado y desterrado a muchos, se hizo para todos no digno de fiar y cruel.
Aristóteles: Constitución de los Atenienses (Gredos, 1984)
Trad.: Manuela García Valdés
1 σχόλιο:
gran post, si señor.
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