5 Μαΐου 2009

ΤΟ ΑΝΔΡΙΚΟ ΓΥΜΝΟ ΣΤΟ ΕΡΓΟ ΤΟΥ ΔΟΜΗΝΙΚΟΥ ΘΕΟΤΟΚΟΠΟΥΛΟΥ

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Domenico Theotocopoulos (El Greco)

Resurrección (Madrid) / San Martín y el mendigo (Washington)
Laoconte (Washington)
San Sebastián (Palencia) / San Sebastián (Madrid)
Crucifixión (Madrid) /Trinidad (Madrid) / El Bautismo de Cristo (Madrid)
Martirio de san Mauricio (Madrid)
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Epimeteo

1 σχόλιο:

Tres_Leches είπε...

El Greco

Doménikos Theotokópoulos, en griego Δομήνικος Θεοτοκόπουλος (Candía, Creta, 1541 - Toledo, 1614), conocido como el Greco (el griego), fue un pintor del final del Renacimiento que desarrolló un estilo muy personal en sus obras de madurez.

Hasta los 26 años vivió en Creta donde fue un apreciado maestro de iconos en el estilo postbizantino vigente en la isla. Después residió diez años en Italia donde se transformó en un pintor renacentista, primero en Venecia asumiendo plenamente el estilo de Tiziano y Tintoretto, después en Roma estudiando el manierismo de Miguel Ángel.

En 1577 se estableció en Toledo, España, donde vivió y trabajó el resto de su vida. Su obra la componen grandes lienzos para retablos de iglesias, numerosos cuadros de devoción para instituciones religiosas en los que a menudo participó su taller y un grupo de retratos considerados del máximo nivel. En sus primeras obras maestras españolas se aprecia la influencia de sus maestros italianos. Sin embargo pronto evolucionó hacia un estilo personal caracterizado por sus figuras manieristas extraordinariamente alargadas con iluminación propia, delgadas, fantasmales, muy expresivas, en ambientes indefinidos y una gama de colores buscando los contrastes. Este estilo se identificó con el espíritu de la Contrarreforma y se fue extremando en sus últimos años.

Actualmente está considerado uno de los artistas más grandes de la civilización occidental. Esta alta consideración es reciente y se ha ido formando en los últimos cien años cambiando la apreciación sobre su pintura formada en los dos siglos y medio que siguieron a su muerte en que llegó a considerarse un pintor excéntrico y marginal en la historia del arte

Formación
Alcanzó una formación compleja obtenida en tres focos culturales muy distintos. Su primera formación bizantina fue la causante de importantes aspectos de su estilo que florecieron en su madurez. La segunda obtenida en Venecia de los pintores del alto renacimiento, especialmente de Tiziano; allí aprendió la pintura al óleo y su gama de colores, siempre se consideró parte de la escuela veneciana. Por último su estancia en Roma le permitió conocer la obra de Miguel Ángel y el manierismo.

Esta época de formación, anterior a su estancia en Toledo, está basada en suposiciones, pues se conocen escasos documentos sobre su vida en este periodo

Creta
Nació en 1541 en Candía, actual Heraklion, en la isla de Creta, que entonces era posesión de la República de Venecia. Su padre, Geórgios Theotocópoulos, era comerciante y recaudador de impuestos. Su hermano mayor, Manoússos Theotokópoulos, también era comerciante.

Doménikos estudió pintura en su isla natal, convirtiéndose en pintor de iconos en el estilo postbizantino vigente en Creta en aquellos tiempos. A los veintidós años, era descrito en un documento como "maestro Domenigo", lo que significa que ya desempeñaba oficialmente la profesión de pintor. En junio de 1566, firmó como testigo en un contrato con el nombre Maestro Menégos Theotokópoulos, pintor (μαΐστρος Μένεγος Θεοτοκόπουλος σγουράφος). Menegos era la forma dialectal veneciana de Doménicos.

El estilo postbizantino era una continuación de la pintura tradicional, ortodoxa y griega, de iconos desde la Edad Media. Eran cuadros de devoción que seguían reglas fijas. Sus personajes se copiaban de modelos artificiales muy establecidos, que no eran en absoluto naturales ni penetraban en análisis sicológicos, con el oro como fondo de los cuadros. Estos iconos no estaban influenciados por el nuevo naturalismo del renacimiento.

A los 26 años aún residía en Candía. Sus obras debían ser muy estimadas. En diciembre de 1566, El Greco pidió permiso a las autoridades venecianas para vender una «tabla de la Pasión de Cristo ejecutada sobre fondo de oro» en una lotería. Este icono bizantino del joven Doménikos fue vendido por el precio de 70 ducados de oro, igual valor que una obra de Tiziano o Tintoretto de la misma época.

De los trabajos de esta época es la Muerte de la Virgen, conservada en la Iglesia de la Dormición, en Siros.

Unos historiadores aceptan que era ortodoxo griego. Aunque algunos estudiosos creen que formaba parte de la minoría católica cretense o que se convirtió al catolicismo romano antes de abandonar la isla

Venecia
Debió trasladarse a Venecia alrededor de 1567. Como ciudadano veneciano era natural que el joven artista continuara su formación en esa ciudad.

Venecia, en aquel tiempo, era el mayor centro artístico de Italia encontrándose en su momento cumbre renacentista con Tiziano trabajando intensamente en sus últimos años de vida y reconocido universalmente como genio supremo. También Tintoretto, Veronés y Jacobo Bassano trabajaban en la ciudad y parece que El Greco estudió la obra de todos ellos.

La brillante y colorista pintura veneciana debió producir un fuerte impacto en el joven pintor, formado hasta entonces en la técnica de Creta, artesana y rutinaria.

El Greco no hizo como otros artistas cretenses que se habían trasladado a Venecia, los madoneros, pintando a lo bizantino con elementos italianos. Desde el principio asumió y pintó con el nuevo lenguaje pictórico aprendido en Venecia, convirtiéndose en un pintor veneciano. Posiblemente pudo aprender en el taller de Tiziano, los secretos de la pintura veneciana, tan diferentes de la bizantina: los fondos arquitectónicos que dan profundidad a las composiciones, el dibujo, el color naturalista y la forma de iluminar procedente de focos determinados.

Entre las obras más conocidas de su período veneciano se encuentra la Curación del nacido ciego ( Gemäldegalerie, Dresde), en la que se percibe la influencia de Tiziano en el tratamiento del color y de Tintoretto en la composición de figuras y la utilización del espacio.

Roma
Luego el pintor se encaminó a la Ciudad Eterna. En su camino debió detenerse en Parma a conocer la obra de Correggio, pues sus comentarios elogiosos hacia este pintor (lo llamó «figura única de la pintura») demuestran un conocimiento directo de su arte.

Su llegada a Roma está documentada en una carta de presentación del miniaturista Giulio Clovio al cardenal Alejandro Farnesio, fechada el 16 de noviembre de 1570, donde le solicitaba que acogiese al pintor en su Palacio por poco tiempo hasta que encontrase otro acomodo. Así comenzaba esta carta: «Ha llegado a Roma un joven candiota, discípulo de Tiziano, que a mi juicio figura entre los excelentes de la pintura». Los historiadores parecen aceptar que el término discípulo de Tiziano no significa que estuvo en su taller sino que era admirador de su pintura.

A través del bibliotecario del cardenal, el erudito Fulvio Orsini, entró en contacto con la élite intelectual de la ciudad. Orsini llegó a poseer siete pinturas del artista (Vista del Monte Sinaí y un retrato de Clovio están entre ellas).

El Greco fue expulsado del Palacio Farnesio por el mayordomo del cardenal. El 6 de julio de 1572, el pintor se quejó por escrito a Alejandro Farnesio y denunció que las acusaciones que le habían realizado eran falsas. El 18 de septiembre de 1572, pagó sus cuotas a la Academia de San Lucas como pintor de miniaturas. Al final de ese año, El Greco abrió su propio taller y contrató como ayudantes a los pintores Lattanzio Bonastri de Lucignano y Francisco Preboste.

Cuando El Greco vivió en Roma, Miguel Ángel y Rafael habían muerto, pero su enorme influencia seguía vigente. La herencia de estos grandes maestros dominaba el escenario artístico de Roma.Los pintores romanos de la década de 1550 habían establecido un estilo llamado manierismo pleno o maniera basado en las obras de Rafael y Miguel Ángel, donde las figuras se fueron exagerando y complicando hasta convertirse en artificiales buscando un virtuosismo preciosista. Por otro lado, las reformas de la doctrina y de las prácticas católicas iniciadas en el Concilio de Trento empezaban a condicionar el arte religioso.

Julio Mancini escribió años después, hacia 1621, en Sus Consideraciones, entre otras muchas biografías, la del Greco, siendo la primera que se escribió sobre él. Escribió Mancini que «el pintor era llamado comúnmente Il Greco (El Griego). Que había trabajado con Tiziano en Venecia y que cuando llegó a Roma sus obras eran muy admiradas y alguna se confundía con las pintadas por el maestro veneciano. Contó también que se estaba pensando cubrir algunas figuras desnudas del Juicio Final de Miguel Ángel en la Capilla Sixtina que el Papa Pío V consideraba indecentes y prorrumpió (El Greco) en decir que si se echase por tierra toda la obra, él podría hacerla con honestidad y decencia y no inferior a ésta en buena ejecución pictórica... Indignados todos los pintores y los amantes de la pintura, le fue necesario marchar a España...». De Salas resalta la enorme manifestación de orgullo que supuso considerarse al mismo nivel que Miguel Ángel, considerado en esa época la cumbre del arte.Para comprender esta manifestación hay que señalar que existían en Italia dos escuelas con criterios muy diferentes, la de los seguidores de Miguel Ángel propugnaba la primacía del dibujo en el cuadro y la veneciana de Tiziano señalaba la superioridad del color. Esta última era defendida por el Greco.

Esta opinión contraria sobre Miguel Angel es engañosa pues la estética del Greco estaba profundamente influida por el pensamiento artístico miguelangelesco, dominado por un aspecto capital: la primacía de la imaginación sobre la imitación en la creación artística. En los escritos del Greco, se ve que compartía plenamente la creencia en un arte artificial y los criterios manieristas de la belleza.

Actualmente su apodo italiano Il Greco se ha transformado y es conocido universalmente como El Greco, cambiándose el artículo italiano Il por el español El, combinando una palabra española con una italiana. Sin embargo sus cuadros siempre los firmó en griego, normalmente con su nombre completo Domenikos Theotokopoulos.

El periodo italiano se considera como un tiempo de estudio y preparación pues su genialidad no surgió hasta sus primeras obras de Toledo en 1577. En Italia no recibió ningún encargo de importancia. Era extranjero y Roma estaba dominada por pintores como Federico Zuccaro, Scipione Pulzone y Girolamo Sicciolante de menor calidad artística pero más conocidos y mejor situados. En Venecia fue mucho más difícil, porque los tres grandes de la pintura veneciana, Tiziano, Titoretto y Veronés, estaban en su apogeo.

Entre las principales obras de su período romano se encuentran, la Purificación del Templo, varios retratos, como el Retrato de Giulio Clovio (1570-1575, Nápoles) o del gobernador de Malta Vincentio Anastagi (h. 1575, Nueva York, Colección Frick). También ejecutó una serie de obras profundamente marcadas por su aprendizaje veneciano como El soplón (h. 1570, Nápoles, Museo de Capodimonte) y la Anunciación (h. 1575, Madrid, Museo Thyssen-Bornemisza).

No se sabe cuánto tiempo más permaneció en Roma, algunos estudiosos defienden una segunda estancia en Venecia (h. 1575–1576) antes de marchar a España.

En España
Llegada a Toledo y primeras obras maestras
En esa época el Monasterio de El Escorial, cerca de Madrid, estaba concluyéndose y Felipe II había invitado al mundo artístico de Italia a que fuera a decorarlo. A través de Clovio y Orsini, El Greco conoció a Benito Arias Montano, humanista español y delegado de Felipe II, al clérigo Pedro Chacón y a Luis de Castilla, hijo natural de Diego de Castilla, deán de la Catedral de Toledo. La amistad de El Greco con Castilla le aseguraría sus primeros encargos importantes en Toledo.

En 1576 el artista abandonó la ciudad romana y estuvo primero en Madrid y luego llegó a Toledo en la primavera o quizá en julio de 1577. Fue en esta ciudad donde vivió produciendo sus obras de madurez. Por aquella época, Toledo era la capital religiosa de España y una de las ciudades más grandes de Europa. En 1571 la población de la ciudad era 62.000 habitantes.

Los primeros encargos importantes en Toledo le llegaron de inmediato: el retablo mayor y dos laterales para la iglesia de Santo Domingo el Antiguo de Toledo. A estos retablos pertecen la La Asunción de la Virgen (Art Institute de Chicago) y La Trinidad (1577-1579 (Museo del Prado). También le contrataron simultáneamente el Expolio para la sacristía de la Catedral.

En la Asunción, basada en la composición de la Asunción de Tiziano (Iglesia de Santa María dei Frari, Venecia), aparece el estilo personal del pintor pero el planteamiento es plenamente italiano. También hay referencias al estilo escultural de Miguel Ángel en la La Trinidad, de tintes renacentistas italianos y un marcado estilo manierista. Las figuras son alargadas y dinámicas, dispuestas en zig-zag. Sorprende el tratamiento anatómico y humano a figuras de carácter divino, como Cristo o los ángeles. Los colores son ácidos, incandescentes y mórbidos, y, junto con un juego de luces en contraste, dotan a la obra de un aire místico y dinámico. El giro hacia un estilo personal, diferenciándose de sus maestros, comienza a surgir en su trabajo, utilizando colores menos convencionales, agrupamientos más heterodoxos de personajes y proporciones anatómicas únicas.El Expolio de la Catedral de Toledo (1577-1579) muestra un espléndido Cristo vestido de rojo, asediado por sus carceleros.

Estas obras establecerían la reputación del pintor en Toledo y le dieron gran prestigio.[21] Tuvo desde el principio la confianza de Diego de Castilla, así como clerigos e intelectuales de Toledo que reconocieron su valía. Pero en cambio sus relaciones comerciales con sus clientes fueron desde el inicio complicadas a causa del pleito sobre el valor del Expolio, pues el cabildo de la catedral lo valoró en mucho menos de lo que pretendía el pintor.[37]

El Greco no planeaba establecerse en Toledo, pues su objetivo era obtener el favor de Felipe II y hacer carrera en la corte.[38] De hecho, consiguió dos importantes encargos del monarca: Alegoría de la Liga Santa (también conocido como la Adoración del nombre de Jesús o Sueño de Felipe II) y El martirio de San Mauricio y la legión tebana (1578-1582), ambos aún hoy en el monasterio del Escorial. En la Alegoría muestra su capacidad para combinar complejas iconografías políticas con ortodoxos motivos medievales. Ninguna de estas dos obras gustó al rey, por lo que no le hizo más encargos.[39] Según explicó fray José de Sigüenza, testigo de los hechos, el rey consideró que el martirio de San Mauricio no seguía los criterios de la Contrarreforma pues debía haber representado el acontecimiento principal, la decapitación de los mártires, y sin embargo el Greco optó por pintar el momento en que san Mauricio y sus compañeros hablan y deciden morir por su FE.

Madurez
Faltándole el favor real, El Greco decidió permanecer en Toledo, donde había sido recibido en 1577 como un gran pintor.

En 1578 nació su único hijo Jorge Manuel. La madre era Jerónima de las Cuevas con la que no se llegó a casar y que se cree fue retratada en el cuadro La dama de armiño.

El 10 de septiembre de 1585 arrendó tres habitaciones en un palacio del Marqués de Villena que estaba subdividido en apartamentos.[42] Allí residió salvo un paréntesis entre 1590 y 1604 el resto de su vida.

En 1585, parece que había contratado un ayudante, el pintor italiano Francisco Preboste, y haber establecido un taller capaz de producir retablos completos, es decir, pinturas, escultura policromada y marcos arquitectónicos de madera dorada.

El 12 de marzo de 1586 obtuvo el encargo de El entierro del conde de Orgaz, hoy su obra más conocida. El cuadro, realizado para la iglesia de Santo Tomé en Toledo, se encuentra todavía en su lugar. Muestra el sepelio de un noble toledano en 1323, que según una leyenda local fue enterrado por los santos Esteban y Agustín. El pintor representó en la comitiva de forma anacrónica a personajes locales de su tiempo, incluyendo también a su hijo. En la parte superior, el alma del muerto asciende al cielo, densamente poblado de ángeles y de santos. El entierro del conde de Orgaz muestra ya su característica elongación longitudinal de las figuras, así como el horror vacui (miedo al vacío), aspectos que se harían cada vez más acusados a medida que El Greco envejecía. Estos rasgos provenían del manierismo y persistieron en el trabajo de El Greco aunque habían sido abandonados por la pintura internacional algunos años antes.

También el pago de este cuadro motivó otro pleito. El precio en que fue tasado, 1.200 ducados, pareció excesivo al parroco de Santo Tomé que solicitó una segunda tasación estableciéndose entonces 1.600 ducados. El parroco solicitó entonces no se tuviera en cuenta esta segunda tasación aceptando el Greco cobrar solo 1.200 ducados. Los litigios sobre el precio de sus obras importantes fueron una característica constante en la vida profesional del Greco que han dado lugar a numerosas teorías para explicarlo.

El periodo de su vida entre 1588 y 1595 está poco documentado.

A partir de 1580 pintó temas religiosos, entre los que destacan sus lienzos sobre santos: San Juan Evangelista y San Francisco (h. 1590-1595, Madrid, colección particular), Las lágrimas de san Pedro, La Sagrada familia (1595, Toledo, Hospital Tavera), San Andrés y San Francisco (1595, Madrid, Museo del Prado) y San Jerónimo (principios del siglo XVII, Madrid, colección particular). También realizó retratos como El caballero de la mano en el pecho (1585, Madrid, Museo del Prado).

Último Periodo
Desde 1596 se produjo un gran aumento de encargos que se mantuvo hasta su muerte. Las razones son varias, la reputación alcanzada por el artista en los años anteriores, el prestigio y amistad con un grupo de mecenas locales que le proporcionaron con regularidad encargos importantes y también desde 1600 la participación en el taller de su hijo Jorge Manuel que consiguió encargos en los pueblos cercanos a Toledo. La última década del siglo XVI fue un periodo crucial en su arte pues en el se desarrolló su estilo tardío.

Aunque le habían fallado los mecenas que inicialmente buscó, el rey Felipe II y la Catedral, que le habrían proporcionado un cargo seguro y lucrativo, al final encontró sus mecenas en un grupo de hombres de iglesia cuyo objetivo era propagar la doctrina de la Contrarreforma. Pues la carrera del Greco coincidió con el momento de la reafirmación católica contra el protestantismo propiciado por el Concilio de Trento, siendo el centro oficial del catolicismo español la archidiocesis de Toledo. Así el Greco se adhirió a los postulados de la Contrarreforma como se comprueba en su repertorio de temas: representaciones de santos, tal como defendía la Iglesia como intercesores de los hombres ante Cristo; penitentes que remarcaban el valor de la confesión que rechazaban los protestantes, la glorificación de la Virgen María y su divinidad, igualmente puesta en entredicho por los protestantes; por el mismo motivo se resaltaban los cuadros sobre la Sagrada Familia. El Greco fue un artista que sirvió los ideales de la Contrarreforma mediante el diseño de retablos que exponían y resaltaban las principales devociones católicas.

La fama del pintor atrajo a muchos clientes que solicitaban réplicas de sus obras más conocidas. Estas copias se corresponden con las grandes cantidades de réplicas realizadas por el taller y que todavía confunden su catálogo de obras auténticas.

En 1596 firmó el primer encargo importante de este periodo, el retablo para la iglesia de un seminario agustino de Madrid, el Colegio de doña María de Aragón encargado con fondos que esta señora especificó en su testamento.

En 1597 se comprometió con otro importante trabajo, tres retablos para una capilla privada de Toledo dedicada a san José. A estos retablos pertecen los cuadros San José con el Niño Jesús, San Martín y el mendigo y la Virgen con el Niño y las santas Inés y Martina.[48] Sus figuras son cada vez más alargadas y retorcidas, sus cuadros más estrechos y altos, su interpretación personalísima del manierismo alcanza su culminación.


A finales de 1607, el Greco ofertó terminar la capilla de Isabel de Oballe que había quedado inconclusa por el fallecimiento del pintor Alessandro Semini. El artista, ya con 66 años, se comprometió sin gastos complementarios a corregir las proporciones del retablo y a sustituir una Visitación. La Inmaculada Concepción para esta capilla es una de sus grandes obras tardías, los alargamientos y los retorcimientos nunca antes habías sido tan exagerados o tan violentos, la forma alargada del cuadro concuerda con las figuras que se elevan hacia el cielo, lejos de las formas naturales.

El último retablo importante fue el retablo mayor y laterales de la capilla del Hospital Tavera contratado el 16 de noviembre de 1608 y con un plazo de ejecución de cinco años.[51] El quinto sello del Apocalisis, lienzo para uno de los retablos laterales, muestra el genio del Greco en sus últimos años.

En agosto de 1612, el Greco y su hijo acordaron con las monjas de santo Domingo el Antiguo contar con una capilla para el enterramiento familiar. Para ella, el artista realizó La Adoración de los Pastores. Es una obra maestra en todos sus detalles, los dos pastores de la derecha son muy alargados, las figuras manifiestan el estupor y la adoración de forma conmovedora. La luz destaca dando a cada personaje importancia en la composición. Los colores nocturnos son brillantes con importantes contrastes entre el rojo anaranjado, el amarillo, el verde, azul y rosa.

El 7 de abril de 1614 murió con setenta y tres años siendo enterrado en Santo Domingo el Antiguo. Unos días después Jorge Manuel realizó un primer inventario de los pocos bienes de su padre, incluyendo las obras terminadas y en ejecución que se hallaban en el taller. Posteriormente con motivo de su segundo matrimonio en 1621, Jorge Manuel realizó un segundo inventario donde se incluyeron obras no registradas en el primer inventario. El panteón debió ser trasladado antes de 1619 a San Torcuato debido a una disputa con las monjas de Santo Domingo y fue destruido al demolerse la iglesia en el siglo XIX.

Su vida, llena de orgullo e independencia, siempre tendió al afianzamiento de su particular y extraño estilo, evitando las imitaciones. Coleccionó volúmenes valiosos que formaron una maravillosa biblioteca. Un contemporáneo lo definió como un "hombre de hábitos e ideas excéntricos, tremenda determinación, extraordinaria reticencia y extrema devoción". Por estas u otras características, fue una voz respetada y un hombre celebrado, convirtiéndose en un artista incuestionablemente español. Fray Hortensio Félix Paravicino, predicador y poeta del siglo XVII español, escribió de él, en un conocido soneto: "Creta le dio la vida, y los pinceles / Toledo mejor patria, donde empieza / a lograr con la muerte eternidades.

es.wikipedia.org

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