Henry Füssli: Aquiles intentando asir el alma de Patroclo
Johann Heinrich Schonfeld: Alejandro Magno ante la tumba de Aquiles
Johann Heinrich Schonfeld: Alejandro Magno ante la tumba de Aquiles
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Después que la llama de Hefesto acabó de consumirte, oh Aquileo, al apuntar el día, recogimos tus blancos huesos y los echamos en vino puro y ungüento. Tu madre nos entregó un ánfora de oro, diciendo que se la había regalado Dionisio y era obra del ínclito Hefesto; y en ella están tus blancos huesos, preclaro Aquileo, junto con los del difunto Patroclo Menetíada, y aparte los de Antíloco, que fue el compañero a quien más apreciaste después de la muerte del difunto Patroclo. En torno de los restos, el sacro ejército de los belicosos argivos te erigió un túmulo grande y eximio en un lugar prominente, a orillas del dilatado Helesponto, para que pudieran verlo a gran distancia, desde el ponto, los hombres que ahora viven y los que nazcan en lo futuro. Tu madre puso en la liza, con el consentimiento de los dioses, hermosos premios para el certamen que habían de celebrar los argivos más señalados.
Homero: Odisea
Con este deseo y con esta disposición y pensamiento cruzó (Alejandro) el Helesponto. Habiendo subido subido hasta Ilión, sacrificó al honor en honor de Atenea e hizo libaciones en honor de los héroes. En cuanto a la estela de Aquiles, tras ungirse con aceite y realizar una carrera con sus compañeros, desnudo, tal y como es la costumbre, la coronó considerando a Aquiles afortunado, porque mientras vivió tuvo la suerte de tener un amigo fiel, y una vez muero, la de tener un gran heraldo.
Plutarco: Vida de Alejandro
Otros (dicen) que (Alejandro) coronó la tumba de Aquiles mientras que Hefestión dicen que coronó la de Patroclo.
Arriano de Nicomedia: Anábasis de Alejandro Magno
Se decía que la diosa Tetis levantó la isla del mar para su hijo Aquiles, que mora allí. Aquí están su templo y su estatua, una obra arcaica. La isla no está habitada y las cabras, no muchas, pastan en ella, sacrificándola a Aquiles la gente que llega a ella en sus barcos. En este templo también están depositados gran cantidad de regalos sagrados, cráteras, anillos y piedras preciosas, ofrecidos a Aquiles en agradecimiento. Aún pueden leerse inscripciones en griego y latín, en las que Aquiles es elogiado y celebrado. Algunas de ellas están escritas en honor de Patroclo, porque aquellos que desean ser favorecidos por Aquiles honran a Patroclo al mismo tiempo.
Arriano de Nicomedia: Periplo de Ponto Euxino
Tras haber visitado todos los vestigios de la ciudad, (Caracalla) llegó a la tumba de Aquiles y, después de honrarle con coronas y flores, imitó de nuevo a Aquiles. Puesto que también buscaba un Patroclo, hizo lo siguiente: Caracalla tenía entre sus libertos un predilecto, llamado Festo, director de archivo imperial. Este Festo murió mientras estaba en Ilión, -según cuentan algunos, envenenado para que fuera enterrado como Patroclo; según otros, consumido por la enfermedad-. Caracalla ordenó que el cadáver fuera recogido y que se amontonara mucha madera en una pira. En el centro colocó al muerto y, después de haber sacrificado todo tipo de animales, le prendió fuego. Con un vaso de libaciones imploró también a los vientos. A pesar de que era casi calvo, quiso poner un bucle encima de pira y fue objeto de mofa: sin tener en cuenta los (pocos) cabellos que tenía, se los cortó.
Herodiano
Homero: Odisea
Con este deseo y con esta disposición y pensamiento cruzó (Alejandro) el Helesponto. Habiendo subido subido hasta Ilión, sacrificó al honor en honor de Atenea e hizo libaciones en honor de los héroes. En cuanto a la estela de Aquiles, tras ungirse con aceite y realizar una carrera con sus compañeros, desnudo, tal y como es la costumbre, la coronó considerando a Aquiles afortunado, porque mientras vivió tuvo la suerte de tener un amigo fiel, y una vez muero, la de tener un gran heraldo.
Plutarco: Vida de Alejandro
Otros (dicen) que (Alejandro) coronó la tumba de Aquiles mientras que Hefestión dicen que coronó la de Patroclo.
Arriano de Nicomedia: Anábasis de Alejandro Magno
Se decía que la diosa Tetis levantó la isla del mar para su hijo Aquiles, que mora allí. Aquí están su templo y su estatua, una obra arcaica. La isla no está habitada y las cabras, no muchas, pastan en ella, sacrificándola a Aquiles la gente que llega a ella en sus barcos. En este templo también están depositados gran cantidad de regalos sagrados, cráteras, anillos y piedras preciosas, ofrecidos a Aquiles en agradecimiento. Aún pueden leerse inscripciones en griego y latín, en las que Aquiles es elogiado y celebrado. Algunas de ellas están escritas en honor de Patroclo, porque aquellos que desean ser favorecidos por Aquiles honran a Patroclo al mismo tiempo.
Arriano de Nicomedia: Periplo de Ponto Euxino
Tras haber visitado todos los vestigios de la ciudad, (Caracalla) llegó a la tumba de Aquiles y, después de honrarle con coronas y flores, imitó de nuevo a Aquiles. Puesto que también buscaba un Patroclo, hizo lo siguiente: Caracalla tenía entre sus libertos un predilecto, llamado Festo, director de archivo imperial. Este Festo murió mientras estaba en Ilión, -según cuentan algunos, envenenado para que fuera enterrado como Patroclo; según otros, consumido por la enfermedad-. Caracalla ordenó que el cadáver fuera recogido y que se amontonara mucha madera en una pira. En el centro colocó al muerto y, después de haber sacrificado todo tipo de animales, le prendió fuego. Con un vaso de libaciones imploró también a los vientos. A pesar de que era casi calvo, quiso poner un bucle encima de pira y fue objeto de mofa: sin tener en cuenta los (pocos) cabellos que tenía, se los cortó.
Herodiano
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