Un joven ilustrado a sus veinticuatro años (1928)
Cómo puedes, cabeza, todavía trabajar.-
Un goce insatisfecho lo consume.
Se halla en un estado de ansiedad.
Besa a diario el rostro que ama,
sus manos acarician los miembros más extraordinarios.
Jamás amó con tan inmensa
pasión. Mas le falta la hermosa satisfacción
del amor; falta la satisfacción
que ambos deben anhelar intensamente.
(No se entregan por igual al placer anormal.
Sólo a él lo ha avasallado por completo).
Y se consume, y los nervios lo destrozan por completo.
Se encuentra además cesante, y esto contribuye mucho.
A duras penas pide algo prestado (casi
a veces lo mendiga) y difícilmente sobrevive.
Besa los labios adorados; sobre
el cuerpo maravilloso –pero que ahora sabe
que sólo se limita a consentir- sacia su placer.
Luego, bebe y fuma; bebe y fuma;
se arrastra por los cafés el resto del día,
arrastra con hastío el desaliento de su hermosura.-
Cómo puedes, cabeza, todavía trabajar.
C. P. Cavafis: Poesía completa (Alianza, 1982)
Trad.: Pedro Bádenas de la Peña
Yannis Tsarouchis (Grecia)
A los 25 años de su vida (1925)
Con frecuencia va a la taberna
donde el mes anterior se conocieron.
Pregunta; no le dicen nada concreto.
De lo que responden, concluye que su amigo
ha conocido a alguien:
uno de los sospechosos
y gente joven que acuden allí.
Pero él va cada noche a la taberna,
y se queda mirando hacia la puerta,
la vigilia hasta el cansancio.
Quizá entre. Aún puede llegar.
Durante tres semanas espera;
su mente enferma de lujuria.
Los besos permanecen en su boca,
su carne toda sufre el persistente deseo.
El roce de ese cuerpo está en el suyo.
Desea unirse a él nuevamente.
Por supuesto, trata de no traicionarse;
a veces es casi indiferente.
Además, sabe bien a qué se expone,
lo presiente. Es muy posible que esta vida
lo lleve a un desastroso escándalo.
Contantino Cavafis: Poesía erótica 1892-1931 (Ácrono, 2001)
Trad.: Cayetano Cantú
Cómo puedes, cabeza, todavía trabajar.-
Un goce insatisfecho lo consume.
Se halla en un estado de ansiedad.
Besa a diario el rostro que ama,
sus manos acarician los miembros más extraordinarios.
Jamás amó con tan inmensa
pasión. Mas le falta la hermosa satisfacción
del amor; falta la satisfacción
que ambos deben anhelar intensamente.
(No se entregan por igual al placer anormal.
Sólo a él lo ha avasallado por completo).
Y se consume, y los nervios lo destrozan por completo.
Se encuentra además cesante, y esto contribuye mucho.
A duras penas pide algo prestado (casi
a veces lo mendiga) y difícilmente sobrevive.
Besa los labios adorados; sobre
el cuerpo maravilloso –pero que ahora sabe
que sólo se limita a consentir- sacia su placer.
Luego, bebe y fuma; bebe y fuma;
se arrastra por los cafés el resto del día,
arrastra con hastío el desaliento de su hermosura.-
Cómo puedes, cabeza, todavía trabajar.
C. P. Cavafis: Poesía completa (Alianza, 1982)
Trad.: Pedro Bádenas de la Peña
Yannis Tsarouchis (Grecia)
A los 25 años de su vida (1925)
Con frecuencia va a la taberna
donde el mes anterior se conocieron.
Pregunta; no le dicen nada concreto.
De lo que responden, concluye que su amigo
ha conocido a alguien:
uno de los sospechosos
y gente joven que acuden allí.
Pero él va cada noche a la taberna,
y se queda mirando hacia la puerta,
la vigilia hasta el cansancio.
Quizá entre. Aún puede llegar.
Durante tres semanas espera;
su mente enferma de lujuria.
Los besos permanecen en su boca,
su carne toda sufre el persistente deseo.
El roce de ese cuerpo está en el suyo.
Desea unirse a él nuevamente.
Por supuesto, trata de no traicionarse;
a veces es casi indiferente.
Además, sabe bien a qué se expone,
lo presiente. Es muy posible que esta vida
lo lleve a un desastroso escándalo.
Contantino Cavafis: Poesía erótica 1892-1931 (Ácrono, 2001)
Trad.: Cayetano Cantú