A Trasideo de Tebas
Musa, si conviniste en ofrecer, a cambio de paga,
tu voz, obediente a la plata, a ti te corresponde hacerla tremolar
aquí y allá
en honor de Pitónico,
el padre, o de su hijo Trasideo,
cuya felicidad y fama están flameantes.
Hermosa fue su victoria de antaño con el carro
y en Olimpia conquistaron con sus caballos
el rayo veloz de los célebres juegos;
mientras que en Pito, al bajar a la arena para la carrera ligera,
fueron superiores a la helénica concurrencia
por su rapidez. Que no ambicione yo más bienes que los divinos,
con aspiraciones adecuadas a la edad,
pues cuando me encuentro con que en una ciudad
los de enmedio poseen flor de prosperidad más duradera,
censuro el destino de las tiranías.
Dedicado estoy a los logros compartidos: fuera los envidiosos.
Mas cuando uno alcanza la cima
y con pacífica conducta escapa
de la funesta desmesura, puede hacer más bella travesía hasta el límite
de la negra muerte si a su gratísima descendencia
ha proporcionada renombrada gloria, más poderosa que todas las riquezas.
Tal don es el que distingue al hijo de Ificles,
Yolao, el que himnos dedicamos, y al fuerte Cástor,
y a ti, soberano Polideuces, hijos de dioses,
que un día habitáis en la sede de Terapna
y al otro dentro del Olimpo.
[Introducción a la Pítica XI (Fragmento) ]
Píndaro, poeta tebano. Copia romana de original griego de s. V a.C.A Hagesidamo, niño, vencedor en el pugilato
Leedme en voz alta el nombre del vencedor olímpico,
el hijo de Arquιstrato, a ver en qué parte de mi espíritu
está escrito, pues se me había olvidado que le debía
un dulce canto. Musa, tú y la Verdad,
hija de Zeus, con la mano enderezadora,
rechazad la censura embustera
de que he faltado contra el huésped....
asν también cuando un hombre, Hagesidamo,
que ha conseguido victorias llega al predio de Hades
sin ser cantado, con vana aspiración ha obtenido para su esfuerzo
placer breve; pero sobre ti la lira de grata voz
y la dulce flauta esparcen su encanto.
Nodriza de tu ancha fama
son las Piérides, hijas de Zeus.
Yo he emprendido esta tarea con afán y me he posado
sobre el glorioso pueblo locro, para verter
miel sobre esta viril ciudad.
Al hijo seductor de Arquéstrato
he elogiado, pues le vi vencer con la fuerza de su puρo
junto al altar de Olimpia
en aquella ocasión:
poseía esa mezcla de hermosura externa
y lozanía que antaρo a Ganímedes