20 Δεκεμβρίου 2011

Η ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΜΕΤΑΞΥ ΤΩΝ ΘΝΗΤΩΝ 1 - ΛΑΪΟΣ ΚΑΙ ΧΡΥΣΙΠΠΟΣ (ε)

LA HOMOSEXUALIDAD ENTRE LOS MORTALES 1 - LAYO Y CRISIPO (e)

Polidoro, que se convirtió en rey de Tebas, se casó con Nicteide, hija de Nicteo, hijo de Ctonio, y engendró a Labdaco, quien pereció a continuación de Penteo por pensar de forma semejante a aquél. Como Lábdaco había dejado un hijo de un año, Layo, mientras éste fue niño, Lico, que era hermano de Nicteo, ocupó el poder. Estos dos habían huido de Eubea, por haber dado muerte a Flegias, el hijo de Ares y de la beocia Dotis, y habitaban en Hiria y…; se convirtieron en ciudadanos por su amistad con Penteo. Elegido Lico polemarca por los tebanos, se instaló en el poder y reinó durante veinte años; murió asesinado por Anfión y Zeto por el siguiente motivo: Antíope era una hija de Nicteo con la que Zeus había hecho el amor. Cuando quedó encinta, ante las amenazas de su padre, huyó a Sición junto a Epopeo, con quien se casó. Nicteo, abatido, se dio muerte a sí mismo, encomendando a Lico castigar a Epopeyo y Antíope. Lico emprende una expedición contra Sición, la conquista y mata a Epopeya y se lleva cautiva a Antíope. Durante su traslado, en Eléuteras de Beocia, dio a luz dos hijos a los que, abandonados, halló un pastor y crió, llamando a uno Zeto y al otro Anfión. Zeto se cuidaba de apacentar los rebaños, mientras que Anfión se ejercitaba en el canto al son de la cítara, ya que Hermes le había regalado una lira. Lico y su esposa, Dirce, encarcelaron a Antíope y la atormentaban; pero cierto día sus ligaduras se desataron por sí solas y, sin ser vista, llegó a la granja, de sus hijos con el propósito de que la acogieran. Ellos reconocieron a su madre y dieron muerte a Lico; en cuanto a Dirce, la ataron a un toro y, una vez muerta, la arrojaron a la fuente llamada en su memoria Dirce. Cuando se hicieron con el reino, amurallaron la ciudad con piedras que seguían el son de la lira de Anfión y expulsaron a Layo. Éste vivía en el Peloponeso, tras recibir hospitalidad De Pélope y prendado del hijo de éste, Crisipo, lo raptó mientras le enseñaba a conducir el carro.
[…] Tras la muerte de Anfión, Layo obtuvo el reino.

Apolodoro: Biblioteca mitológica III 5-5 (Alianza Editorial, 1999)
Trad.: Julia García Moreno


85. Crisipo
En los juegos de Nemea, Layo, hijo de Lábdaco, raptó Crisipo, hijo bastardo de Pélope, a causa de su magnífica belleza. Pélope lo rescató en una guerra. Atreo y Tiestes lo asesinaron por instigación de su madre Hipodamía. Cuando Pélope
acusó a Hipodamía ella se suicidó.
243. Las que se suicidaron
[…] Hipodamia, hija de Enómao, esposa de Pélope, porque Crisipo habñia sido asesinado por consejo suyo. […]

Higino: Fábulas mitológicas (Alianza Editorial, 2009)
Trad.: Francisco Miguel del Rincón Sánchez

10 Δεκεμβρίου 2011

Η ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΜΕΤΑΞΥ ΤΩΝ ΘΝΗΤΩΝ 1 - ΛΑΪΟΣ ΚΑΙ ΧΡΥΣΙΠΠΟΣ (δ)

LA HOMOSEXUALIDAD ENTRE LOS MORTALES 1 - LAYO Y CRISIPO (d)

Layo es hijo de Lábdaco y padre de Edipo –dentro de la cadena de personajes míticos tebanos que va de Cadmo a los hijos de Edipo-, y da comienzo al derrumbamiento de toda la estirpe de los Labdácidas. Lábdaco muere cuando Layo es aún joven, y esta circunstancia da lugar a la llegada de Lico al trono de Tebas, luego depuesto por Zeto y Anfión. En ese tiempo Layo huye a Élide, al lado de Pélope, pero más tarde retornará a Tebas, recuperará al trono, se casará con Yocasta según la tradición más extendida, y de esta unión nacerá Edipo. La historia mítica de Layo no es muy amplia. El primer episodio tiene lugar en el entorno de Pélope, lo que sugiere colocarlo en la primera etapa de su vida con ocasión de la mencionada estancia en Élide. Allí conoce a Crisipo, uno de los hijos de Pélope, y se enamora de su belleza, dando así comienzo al amor homosexual entre los humanos. Contra la voluntad del muchacho Layo lo rapta con la intención de llevárselo a Tebas, pero aquél, llevado de la vergüenza, termina suicidándose con una espada, y Pélope lanza contra Layo una terrible maldición, en la que pide para el trasgresor el castigo de no tener ningún hijo y, si lo tuviera, de morir a manos de él. Aquí tenemos, pues, una causa objetiva y real del destino funesto de Edipo, puesto que la maldición contra Layo se propaga a toda la familia. Éste era muy probablemente el tratamiento del mito en la versión de Esquilo, de la que sólo conservamos algunos fragmentos y de la que sabemos al menos que fue anterior en varios decenios a la de Sófocles. En esa otra, además, sabemos también que el encuentro entre el padre y el hijo no tuvo lugar en el camino que va de Tebas a Delfos (Layo volvía de Delfos y Edipo se dirigía allí). En una palabra, en Esquilo el motivo originario del conflicto fue esa maldición lanzada contra Layo, y que heredaría su hijo Edipo: algo, pues, concreto, y que da sentido al terrible castigo. Pero Sófocles, en Edipo Rey, prescinde del tema de la maldición y de la falta previa que la motivó. Sófocles convierte el oráculo contra Edipo en un oráculo ciego, sin explicación, de forma que la cuestión de la pequeñez del hombre ante la divinidad se hace mucho mayor: el dios dicta un oráculo sin fundamento y, por supuesto, se cumple. Y para dar más apoyo a este planteamiento convierte Delfos en el centro del conflicto: el padre y el hijo se encuentran en ese camino, el uno viniendo y el otro yendo. Sófocles cambiará radicalmente su versión. Ahora ya no se tratará de la historia de una estirpe, sino de un problema teórico y concreto: ¿se cumplen o no los oráculos de Apolo?; ¿son de fiar los designios de los dioses en general?; en definitiva, ¿deberemos seguir creyendo en los dioses?. Y para plantear este interrogante acude a recurso sencillo: desconecta la historia de Edipo de su etapa precedente, y encara al héroe frente a la divinidad. Y para ello elimina los motivos previos, y enfrenta a Edipo con Delfos.
José María Lucas de Dios


Afirman aquellos que han tomado de sus antepasados las tradiciones más fiables sobre el Peloponeso, que primero Pélope, a causa de haber traído innumerables riquezas de Asia a un país de hombres pobres, consiguió un gran poder y dio su nombre a la región a pesar de ser un extranjero. Y que más tarde se los confirieron aún mayores a sus descendientes. Al haber muerto Euristeo en el Ática a manos de los Heraclidas, Atreo, que era hermano de su madre, y a quien Euristeo le había confiado Micenas y su imperio cuando partió a la expedición, dado el parentesco que entre ellos (Atreo estaba exiliado por orden de su padre a causa de la muerte de Crisipo), y como Euristeo no regresó de su expedición y contando además con que así lo querían los de Micenas por miedo a los Heraclidas, y con que él parecía ser hombre capaz y se había ganado al pueblo, Atreo recibió el reino de Micenas y de todos los territorios sobre los que Euristeo mandaba. Así los pelópidas se hicieron más fuertes que los perseidas. (I-5)

Tucídides: Historia de la Guerra del Peloponeso (Alianza Editorial, 1989)
Trad.: Antonio Guzmán Guerra


30 Νοεμβρίου 2011

Η ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΜΕΤΑΞΥ ΤΩΝ ΘΝΗΤΩΝ 1 - ΛΑΪΟΣ ΚΑΙ ΧΡΥΣΙΠΠΟΣ (γ)


LA HOMOSEXUALIDAD ENTRE LOS MORTALES 1 - LAYO Y CRISIPO (c)

[La maldición de Pélope] podría ser el primer motor de las desgracias que alcanzan a la estirpe de los Labdácidas a lo largo de las sucesivas generaciones. El problema reside, pues, en dilucidar si se trata de una pura invención tardía, que tanto Píndaro como Esquilo y Sófocles parecen haber desconocido, o bien si, aunque su redacción sea tardía, esas referencias recogen el eco de una versión antigua, olvidada o sustituida después por otra más acorde con los nuevos tiempos.
Eurípides, por su parte, compuso una tragedia con el título de Crisipo, de la que se conservan unos pocos fragmentos, de los que al menos apuntar a la presencia del motivo del rapto de Crisipo por Layo debido a su pasión amorosa por el bello joven, así como a la muerte violenta del muchacho, sea como resultado del suicidio (lo que habría llevado a la maldición de Pélope contra Layo, origen de las sucesivas desgracias de su familia). O quizá de las malas artes de su madrasta Hipodamía. Una clara mixtura entre las dos tradiciones es la que nos presenta el mitógrafo latino Higino, según el cual Crisipo era víctima del rapto dpor parte de Layo, pero su padre lograba recuperarlo y eran después sus hermanos, instigados por su madre, quienes le daban muerte. Es dudoso el significado de uno de los fragmentos de Crisipo, en el que se ensalza el orden inmutable de la tierra fecundada por el Διός Αιθήρ, “el éter de Zeus”, lo que podría implicar que la obra de Eurípides presentaba ya como condenable el amor “contra natura” de Layo, innovación que reaparecerá después.
Los escasos testimonios del Crisipo no permiten una reconstrucción segura de su contenido, pero unidos al análisis de la tradición respecto al personaje, inducen a pensar que el motivo del rapto y la subsiguiente maldición de Pélope contra Layo no constituyen una mera invención de este trágico, sino un motivo antiguo, relegado por sus predecesores, que Eurípides habría recogido y desarrollado libremente.

Rosa–Araceli Santiago Álvarez: Una transgresión de hospitalidad: ¿motivo relevante y antiguo en el mito de Edipo? en
Gregorio Hinojo Andrés , José Carlos Fernández Corte (edit): Munus Quaesitum Meritis. Homenaje a Carmen Codoñer (Ediciones Univesidad de Málaga, 2007)



Grandísima Gea y Éter de Zeus,
él, progenitor de los hombres y los dioses,
y ella, recibiendo las gotas húmedas del agua caída
pare a los mortales,
pare los pastos y las especies de fieras,
por lo que no injustamente
es considerada madre de todos.
Lo que de la tierra se engrendra a la tierra
regresa después,
pero lo que nace del semen etéreo 1
a la bóveda del cielo va de nuevo.
Nada muere de lo que nace, sino que separándose lo uno de lo otro
muestra una forma distinta.

Eurípides, Crisipo (fragmento 839)


falocristo.blogspot.com

15 Νοεμβρίου 2011

Η ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΜΕΤΑΞΥ ΤΩΝ ΘΝΗΤΩΝ 1 - ΛΑΪΟΣ ΚΑΙ ΧΡΥΣΙΠΠΟΣ (β)


LA HOMOSEXUALIDAD ENTRE LOS MORTALES 1 - LAYO Y CRISIPO (b)

Según cuenta el mito, Layo tenía apenas un año cuando su padre, Labdaco, rey legítimo de Tebas, falleció. La regencia fue asumida por el hermano de su madre, Lico, que sucesivamente fue derrocado y asesinado por Anfión y Zeto, que tomaron el poder y mandaron al exilio a Layo. Otro paralelismo: también Layo, como un día tendría que hacer su hijo Edipo, hubo de exiliarse para vivir sus años de juventud en una tierra lejana, antes de volver y retomar el trono que legítimamente le aguardaba.
Acogido en el Peloponeso en la casa del rey Pélope, Layo se comporta al revés de lo se requeriría su condición de huésped. De hecho, sucedió que éste se encaprichó del hijo de su anfitrión, Crisipo. Arrebatado por una loca y brutal pasión, lo secuestró y lo violó; se decía incluso que hubiese sido el mismo Layo el iniciador entre los hombres del amor homosexual. Poco después Crisipo, avergonzado se suicida, y, por este motivo, algunos relatos afirmaban que Pélope había lanzado contra Layo la maldición que habría más tarde contaminado a toda su progenie. Esta variante del mito resultaba familiar al público griego de la edad clásica; de hecho, varias representaciones vasculares muestran la escena del rapto en la que Layo galopa sobre su carro fustigando a caballos, mientras el pequeño Crisipo, aterrorizado, extiende las manos en un gesto de socorro. El rapto de Crisipo es una nueva propuesta de una vieja escena, con las partes cambiadas. En efecto, en el pasado Pélope, el padre De Crisipo, había llevado al galope sobre su carro a Hipodamia, ganada a su padre Enomao, en una competición nupcial, que había concluido con las bodas entre los dos jóvenes, la muerte de Enomao y una maldición lanzada sobre Pélope y su descendencia.
Se decía que el rapto de Crisipo había sucedido durante los juegos Nemeos, o bien mientras Layo estaba instruyendo al muchacho en la guía del carro de guerra (práctica aristocrática por excelencia, ya que era la que los héroes homéricos usaban normalmente para combatir).
En narraciones más tardías, la violencia de Layo, y el aspecto salvaje de esta historia de estupro de endulzaba, bajo una visión más amable y cultivada de la filosofía erótica: Plutraco contaba que, tras las huellas del raptor, fueron enviados los hermanos más adultos de Crisipo, Atreo y Tieste, que consiguieron darle caza: pero Pélope perdonó el violador con la excusa de que éste había cometido este error movido por el amor.
El relato del rapto de Crisispo arroja un poco de luz sobre los modelos culturales que están detrás de la experiencia mítica de Layo y nos permite verlo, esta vez, en una perspectiva menos turbia. Antes de convertirse en la tradición mítica en un huésped ingrato y en un padre infanticida, Layo asumía en efecto el rol del iniciador. De hecho, lo que en Eurípides deviene en una historia privada de pasión y de violencia, resulta claramente una traducción en clave mítica de un modelo iniciático bien conocido y testimoniado en algunas zonas de la Grecia arcaica también en época histórica. Ello se documenta especialmente en el ámbito dórico (y los dorios eran, por su parte, los habitantes del Peloponeso, donde se ambienta el rapto de Crisipo y el exilio de Layo), pero también aparece difundido en culturas tribales no griegas.
El rapto de Crisipo, un muchacho que apenas había alcanzado la pubertad, por parte de hombre adulto, huésped y amigo de su padre, se sitúa dentro de un tipo concreto de práctica conocida como” homosexualidad ritual” que institucionaliza el amor pederasta como parte de un proceso de integración del joven dentro de la sociedad masculina de los adultos. En ocasiones, esta práctica asume justamente la forma de un rapto ficticio, con el consentimiento de la familia, de un muchacho llegado a las puertas de la pubertad por parte de un adulto, cuya tarea es la de transmitir al iniciado los modelos culturales de la clase de edad constituida por los hombres adultos. A menudo, estos raptos rituales con trasfondo iniciático comportaban, como en el caso de Layo y Crisipo, prácticas homosexuales a las que el joven era sometido por parte del raptor.

Mauricio Bettini y Giulio Guidorizzi: El mito de Edipo. Imágenes y relatos de Grecia a nuestros días (Akal, 2008)

30 Οκτωβρίου 2011

Η ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΜΕΤΑΞΥ ΤΩΝ ΘΝΗΤΩΝ 1- ΛΑΪΟΣ ΚΑΙ ΧΡΥΣΙΠΠΟΣ (α)


LA HOMOSEXUALIDAD ENTRE LOS MORTALES 1- LAYO Y CRISIPO (a)

En la mitología griega, Layo (en griego antiguo Λάϊος, Láïos, «zurdo»), rey de Tebas, era el primer mortal que había llevado a los griegos la práctica del amor a los muchachos. Hijo de Lábdaco, fue criado por el regente Lico, su tío abuelo, después de la muerte de su padre. Cuando se hizo mayor intentó ocupar el trono, pero sus primos Anfión y Zeto usurparon el poder. Layo fue expulsado de Tebas y el rey Pélope de Pisa, un reino vecino, le dio asilo.
Pélope le confió a su hijo Crisipo y le pidió que le enseñase el arte de conducir caballos. Layo quedó prendado del joven y un día lo raptó. Según una versión, Crisipo se suicidó por vergüenza infligida; según otra, Hipodamía, su madre, mandó a sus medio-hermanos que lo asesinaran. Al darse cuenta de lo ocurrido, Pélope arrojó sobre Layo la maldición de Apolo, por la cual declara que tu estirpe se exterminará a sí misma. En Grecia, luego se conoció como el "Crimen de Layo".
Después de la muerte de Anfión, Layo se convirtió en rey de Tebas y tomó como esposa a otra descendiente del linaje de Cadmo y Harmonía, Yocasta. Durante años intentaron tener hijos, sin conseguirlo. Layo acudió al oráculo de Delfos pidiendo una solución. La respuesta del oráculo no le satisfizo: «Tu hijo matará a su padre y se acostará con su madre». Layo, prudente, guardó el secreto y no lo reveló a su mujer. Una noche, bajo los efectos de la bebida yació con su mujer, y engendró a Edipo. Para que no se cumpliera la profecía, Layo abandonó a Edipo para que muriera. Pero Edipo llegó a manos de los reyes Pólibo y Peribea (en algunos textos lleva el nombre de Mérope) de Corinto.
Años más tarde, Layo, que conducía un carro, se cruzó con Edipo; el conductor le exigió de mala manera a Edipo que se quitara de en medio, a lo que éste se negó. En la pelea, Layo salió del carruaje y su hijo le dio muerte.


Crisipo era un divino héroe de Elis en el Peloponeso. Fue el hijo ilegítimo de Pélope con la ninfa Axioque, una danaide.
Crisipo era el hijo preferido de Pélope y su favorito para heredar el reino de Olimpia. Layo (hijo de Lábdaco y biznieto de Cadmo), desterrado de Tebas por Anfión y Zeto, había encontrado hospitalidad en el Peloponeso, en el palacio de Pélope. Cuando Layo alcanzó la pubertad, Pélope le encomendó a su hijo Crisipo, "Caballo Dorado", para que fuera su tutor y le enseñase las destrezas de la guía de caballos. Pélope deseaba que fuese diestro en las artes de la guerra. Layo traiciona la confianza y generosidad de Pélope raptando al joven Crisipo, del cual se había enamorado. Durante los Juegos Nemeos, en los que la pareja competía en carreras de carros, Crisipo es secuestrado por Layo cuando lo escoltaba. Para entonces, Anfión y Zeto ya estaban muertos, hasta el punto de que Layo pudo llevar a Crisipo a Tebas donde lo retuvo por la fuerza y lo violó. La actitud de los tebanos, que no lo castigan por el rapto, será causa de la cólera de Hera, quien envía a la Esfinge a atacarlos. Pélope al enterarse maldice a Layo y los dioses deciden castigarlo en su descendencia masculina. La maldición de Pélope sobre Layo tendrá terribles consecuencias, pues le pide a Zeus que Layo no engendre ningún hijo y que si lo hiciese, muera a manos de él. Finalmente, es rescatado y más tarde se da su muerte.
La muerte de Crisipo a veces es vista como parte de la maldición que Mírtilo le dijo a Pélope.

Existen 3 versiones sobre su muerte:
Versión de Peisandros
Un autor que cita a Peisandros como su fuente demanda que él se mató con su espada por la vergüenza de haber sido llevado contra su voluntad. En esta versión Hipodamía es su madre.
Versión de Helánico de Lesbos y Tucídides
Helánico de Lesbos y Tucídides escriben que murió a manos de sus hermanos Atreo y Tiestes, que estaban celosos de la preferencia de Pélope hacia Crisipo. Ellos habían sido enviados por su madre, Hipodamía, que temió Crisipo heredara el trono de Pélope en vez de sus hijos. Atreo y Tiestes, juntos con su madre, fueron desterrados por Pélope y se exiliaron en Micenas. Allí Hipodamía se colgó. Esta versión es en la que su madre es una esclava.
Versión de Plutarco
En la versión de Plutarco, en la que Crisipo es hijo de la ninfa Axioque, Hipodamía tenía miedo de que Pélope nombrase a Crisipo sucesor al trono, pasando por delante de Atreo y Tiestes, sus propios hijos. Hipodamía viajó a Tebas con sus hijos para eliminar la amenaza. Una vez allí, intentó persuadir a sus hijos para que matasen al joven ahogándolo en un pozo, al no convencer a sus hijos Atreo y Tiestes de dar muerte a su hermano, ella, en la noche entró escondida al lecho en que dormían Layo y Crisipo, y cogió su espada de la pared y la hundió en el vientre de su involuntario amante. Se acusó Layo del asesinato, pero Crisipo había visto a Hipodamía cuando huía y la acusó antes de morir. Hipodamía, según esa versión, huyó a Argólide, allí se suicidó y después sus huesos fueron llevados a Olimpia. Atreo y Tiestes se hicieron con el reino y encarcelaron a Layo por llevarse al muchacho sin su consentimiento, un delito que se conoció a partir de entonces en Grecia como "el crimen de Layo". Entretanto, Pélope había reunido su ejército y marchó sobre Tebas para recuperar a su hijo. Al llegar a la corte de Layo, se encontró al rey ya encarcelado y a su hijo, muerto. El padre, aunque muy dolido por haber llegado demasiado tarde, perdonó la vida de Layo, reconociendo que un deseo irresistible le había llevado a secuestrar al muchacho. No obstante, le maldijo iracundo, con un sortilegio que pesaría cual nube oscura sobre él y sus descendientes hasta la tercera generación.

(es.wikipedia.org)

15 Οκτωβρίου 2011

ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΘΕΟΙ 4. ΠΟΣΕΙΔΩΝ



DIOSES ENAMORADOS 4. POSEIDON

(…)
Brilla en su honor* el prestigio
en la colonia de nobles varones de Pélope el lidio.
de él se enamoró el que circunda la tierra, el muy poderoso
Posidón, desde que desde que de la bañera purificante lo sacara Cloto,
de marfil ornando su reluciente hombro.
Sí, es verdad que hay muchas maravillas, pero a veces también
el rumor de los mortales va más allá del verídico relato:
engañan por entero las fábulas
tejidas por entero de variopintas mentiras.
El encanto de la poesía, que hace dulce todas las cosas a los mortales,
dispensando honor, incluso hace que lo increíble
sea creíble muchas veces.
Pero los días venideros
son los testigos más sabios.
Y es conveniente al hombre proclamar las cosas buenas
de los dioses. Pues menor será tu culpa.
Hijo de Tántalo, de ti diré cosas contrarias a mis predecesores:
Cuando tu padre invitó a irreprochable
banquete en su querida Sípilo,
ofreciendo a los dioses festín de agradecida réplica,
entonces te raptó el señor del brillante tridente,
dominado en su entraña por el deseo, y en áureas yeguas
te llevó al excelso palacio de Zeus en todo lugar venerado.
Allí en próximo tiempo
llegó también Ganimedes,
a Zeus destinado para el mismo servicio.

Pínaro: Olímpica I

*en honor de Hierón, tirano de Siracusa

El antiguo mito refería de Tántalo que ofreció su propio hijo en un banquete a los dioses. A excepción de Deméter, que comió un hombro del niño, los demás advirtieron el engaño. Por intervención de Hermes recobró la vida Pélope y recibió, trasplantado, un hombro de marfil. Píndaro, que corrige los cuadros horrendos del mito, hace que Posidón se enamore del niño, cuando Cloto saca de la bañera al joven resucitado.




Poseidon y Pélope, s. V a.C., Kunsthistoriches Museum, Vienna
Pélope, s IV A.c., Museo metropolitano, Nueva York
Poseidon, c. 130 a.C., Museo Arqueológico Nacional, Atenas
Pélope, Museo Metropoliitano, Nueva York

30 Σεπτεμβρίου 2011

ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΘΕΟΙ 3 - ΔΙΑΣ η'

271. Los efebos más hermosos
Adonis, hijo de Cíniras y de Esmirna, al que amó Venus. Endimión, hijo de Etolo, a quien amó la Luna. Ganimedes, hijo de Erictonio, al que amó Júpiter. Jacinto, hijo de Ébalo, al que amó Apolo.
Narciso, hijo del río Cefisom ak que se enamoró de sí mismo. Atlantio, hijo de Mercurio y de Venus, que fue llamado Hermafrodito. Hilas, hijo de Teodamante, al que amó Hércules. Crisipo, hijo de Pélope, al que Teseo raptó en unos juegos.

Higino: Fábulas mitológicas (Alianza, 2009)
Trad.: Francisco Miguel del Rincón Sánchez


El rey de los altísimos, un día, del frigio Ganimedes en el amor
ardió, y hallado fue algo que Júpiter ser prefiriera,
antes que lo que él era. En ninguna ave, aun así, convertirse
se digna, sino la que pudiera soportar sus rayos.
Y no hay demora, batido con sus mendaces alas el aire,
robó al Ilíada, el cual ahora también copas le mezcla,
y, de Juno a pesar, a Júpiter el néctar administra.

Ovidio: Metamorfosis, Libro X
Traducción de Ana Pérez Vega

Francesco Albani / Corregio / Anton Raphael Mengs

15 Σεπτεμβρίου 2011

ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΘΕΟΙ 3 - ΔΙΑΣ ζ'


Junto al Pelopio hay una columna no elevada y sobre ella una imagen pequeña de Zeus con una de las manos extendidas. Enfrente de ésta hay otras ofrendas en fila y, del mismo modo, imágenes de Zeus y de Ganimedes. Homero ha escrito que Ganimedes fue raptado por los dioses para que fuera escanciador de Zeus y que a Tros le fueron dados unos caballos a cambio de ello. El tesalio Gnatis ofrendó esta imagen y la hizo Aristocles, discípulo e hijo de Cleetas.


Las ofrendas de Micito he hallado que eran numerosas y no estaban juntas, sino que junto a Ífito, el Eleo, y a Ecequiria coronando a Ífito están las siguientes ofrendas suyas. Anfitrite, Posidón y Hestia. Glauco el argivo es el que las hizo. A lo largo izquierdo del templo grande dedicó estas ofrenadas: Core, la hija de Deméter, Afrodita, Ganimedes y Ártemis, los poetas Homero y Hesíodo, y nuevamente dioses: Asclepio e Higiea.

Pausanias: Libro V. Élide
en Pausanias: Descripción de Grecia. Libros III-VI (Gredos, 1994)
Trad.: María Cruz Herrero Ingelmo

Copia romana de original griego del siglo IV. Museo de Vaticano.
Copia romana de original griego en bronce de 335 a.C. Viena
Copia romana de original griego de la era helenística. Museo de Vaticano

30 Αυγούστου 2011

ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΘΕΟΙ - ΔΙΑΣ στ'

Peter Paul Rubens (Βélgica): El rapto de Ganimedes
.
Coro

¿Qué canto Himeneo dejó oír, al compás
de la flauta libia y de la cítara
amiga de los coros y de
las siringas de caña,
cuando iban las Musas de rizos hermosos
a la divina fiesta, las bodas
de Peleo, a celebrar,
en la montaña
de los Centauros y el bosque
del Pelión, al Eácida y a Tetis con canciones
melodiosas, haciendo que el suelo los ecos devolviese
de sus áureas sandalias?
Y el Dardánida, el frigio
Ganímedes, grata delicia,
del lecho de Zeus, vino
ensanciaba en copas de oro
mientras por la centelleante arena
giraba en su nupcial danza
el coro de las cincuenta
muchachas de Nereo.

Eurípides: Ifigenia en Áulide (Planeta 1986)
Trad.: Manuel Fernández-Galiano

Rembrandt Harmenszoon van Rijn (Paises Bajos): El rapto de Ganimedes

20 Αυγούστου 2011

ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΘΕΟΙ 3 - ΔΙΑΣ ε'

Bertel Thorvaldsen (Dinamarca): Ganímedes y el águila

mamluke (Flickr)

Hijo de Tántalo, de ti diré cosas contrarias a mis predecesores:
Cuando tu padre invitó a irreprochable
banquete en su querida Sípilo,
ofreciendo a los dioses festín de agradecida réplica,
entonces te raptó el señor del brillante tridente,
dominado en su entraña por el deseo, y en áureas yeguas
te llevó al excelso palacio de Zeus en todo lugar venerado.
Allí en próximo tiempo
llegó también Ganimedes,
a Zeus destinado para el mismo servicio.

Pínaro: Olímpica I

*en honor de Hierón, tirano de Siracusa



Y yo, por mi parte, unido a ellas* con celo, a la raza gloriosa
de los Locrios abracé, con la miel
de mis cantos rociando la ciudad de hombres egregios:
y al hijo amable de Arquéstrato
celebré, a quien vi triunfando con la fuerza de su mano
junto al altar de Olimpia
en aquel tiempo –pasado-, joven de figura hermoso
e impregnado de aquella sazón juvenil, que antaño
apartó a Ganimedes la muerte insaciable con el favor de la diosa de Chipre.

*a las Piéridas, hijas de Zeus



Diosa de Chipre0 Afrodita. Hizo que Zeus se prendase del hermoso adolescente Ganimedes y que lo raptase al Olimpo para que fuese su ensanchador a la mesa

Píndaro: Olímpica X

Píndaro: Odas y Fragmentos (Gredos, 1984)
Trad.: Alfonso Ortega

10 Αυγούστου 2011

ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΘΕΟΙ 3- ΔΙΑΣ δ'


Cuando la persona arriada ha acogido al que ama y ha gozado de la dulzura de su conversación y de su sociedad, se ve arrastrado por esta pasión, y comprende que la afección de sus amigos y de sus parientes no es nada comparada con la que le inspira su amante. Cuando han mantenido esta relación por algún tiempo y se han visto y estado en contacto en los gimnasios o en otros puntos, la corriente de estas emanaciones que Zeus, enamorado de Ganimedes, llamó deseo, se dirige en oleadas hacia el amante, entra en su interior, y cuando ha penetrado así, lo demás se manifiesta al exterior. Y, como el aire o un sonido reflejado por un cuerpo liso o sólido, las emanaciones de la belleza vuelven al alma del bello joven por el canal de los ojos, y abriendo a las alas todas sus salidas las nutren y las desprenden y llenan de amor el alma de la persona amada.

Platón: Fedro o de la belleza
Obras completas de Platón, por Patricio de Azcárate (Madrid, 1871)


Dulce es amar a los jóvenes,
también se enamoró de Ganímedes
el Cronida, rey de los inmortales,
lo raptó, lo llevó al Olimpo y lo convirtió en dios
pues poseía la siempre amada flor de la juventud.
Así que no te extrañes, Simónides, de que también yo
sometido me muestre por el amor de un bello joven.
Teognis (frag. 1345-1350)

Antología temática de la poesía lírica griega (Akal, 1990)
Edición de José Luis Navarro - José María Rodríguez


30 Ιουλίου 2011

ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΘΕΟΙ 3- ΔΙΑΣ γ'


Ganimedes: Y cuando tenga ganas de jugar, ¿quién jugará conmigo? Porque en Ida éramos muchos de la misma edad.
Zeus: También aquí tendrás a Eros a jugar contigo, y además muchísimas
tabas. Lo único que has de hacer es tranquilizarte, mostrarte alegre y no echar de menos ninguna de las cosas de la tierra (…)
Ganimedes: ¿Y con quién me acostaré por la noche? ¿Con mi compañero Eros?
Zeus: No, que precisamente te rapté, para que durmiéramos juntos.
Ganimedes: ¿Es que no puedes dormir solo y prefieres dormir conmigo?
Zeus: Sí, especialmente con un muchacho como tú, Ganimedes.
Ganimedes: (…) Pues mi padre se enfadaba conmigo cuando dormíamos juntos, y por la mañana decía que yo no le había dejado dormir, dando vueltas y patadas y gritando cada vez que me dormía. De manera que, si, como dices, me raptaste para esto, procura devolverme de nuevo a la tierra o tendrás problemas de insomnio, porque te molestaré continuamente, dando vueltas sin parar.
Zeus: Eso es precisamente en lo que me darás más gusto, desvelándome contigo, mientras te beso y te abrazo muchas veces.
Ganimedes: Tú sabrás lo que haces, porque yo dormiré mientras tú me besas.
Zeus: entonces ya veremos lo que hay que hacer. Ahora, Hermes, llévatelo, y una vez que haya tomado la bebida de inmortalidad, tráetelo para que nos escancie, pero antes enséñale cómo hay que ofrecer la copa.

Luciano de Samósata: Dialogos de dioses


Lo encontró (a Eros) en un lugar apartado en el jardín florido de Zeus,
no a él solo, también con él halló a Ganimedes, aquel al que Zeus un día
lo llevó a vivir en el cielo como huésped de los dioses inmortales,
deseoso de su belleza. Jugaban los dos con las tabas
de oro, como hacen los muchachos de edades semejantes.
Y ya el desvergonzado de Eros recogía por debajo de su pecho
el hueco de su mano izquierdo lleno totalmente a rebosar,
puesto en pie. Un rubor asomaba a flor de piel
en sus mejillas. Muy cerca de él, en cuclillas, estaba Ganimedes
en silencio, con los ojos clavados en el suelo; dos tenía, lanzándolas aún
en vano, una tras otra, y estaba enojado al verlo reír a carcajadas.
Y nada más perder estas también las primeras,
se marchó, desolado, con las manos vacías, y no vio
a Cipris que llegaba.

Apolonio de Rodas: Argonauticas (Akal, 1991)
Edición: Manuel Pérez López


Hermes, Zeus y (probablemente) Ganimedes, 575-525 a.C., Museo Arqueológico de Palermo
Zeus, Ganimedes y Hebe, 510 a.C., Colecciones Estatales de Antigüedades de Munich
Alfred Sacheverell Coke: Eros y Ganimedes

20 Ιουλίου 2011

ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΘΕΟΙ 3- ΔΙΑΣ β'


Eneas respondióle diciendo: (…) Primero Zeus, que amontona las nubes, engendró a Dárdano, y éste fundó la Dardania al pie del Ida, en manantiales abundoso; pues aún la sacra Ilión, ciudad de hombres de voz articulada, no había sido edificada en la llanura. Dárdano tuvo por hijo al rey Erictonio, que fue el más opulento de los mortales hombres: poseía tres mil yeguas que, ufanas de sus tiernos potros, pacían junto a un pantano. — El Bóreas enamoróse de algunas de las que vio pacer, y transfigurado en caballo de negras crines, hubo de ellas doce potros que en la fértil tierra saltaban por encima de las mieses sin romper las espigas y en el ancho dorso del espumoso mar corrían sobre las mismas olas— Erictonio fue padre de Tros, que reinó sobre los troyanos; y éste dio el ser a tres hijos irreprensibles: Ilo, Asáraco y el deiforme Ganimedes, el más hermoso de los hombres, a quien arrebataron los dioses a causa de su belleza para que escanciara el néctar a Zeus y viviera con los inmortales. Ilo engendró al eximio Laomedonte, que tuvo por hijos a Titonio, Príamo, Lampo, Clitio e Hicetaón, vástago de Ares. Asáraco engendró a Capis, cuyo hijo fue Anquises. Anquises me engendró a mí y Príamo al divino Héctor. Tal alcurnia y tal sangre me glorío de tener.

Homero: Ilíada, XX



Así el próvido Zeus robó al rubio Ganimedes por su belleza, para que estuviera entre los inmortales y en la morada de Zeus escanciara a los dioses, ¡cosa admirable de ver!; y ahora, honrado por todos los inmortales, saca el dulce néctar de una crátera de oro. Inconsolable pesar se apoderó del alma de su padre Tros, que ignoraba adonde la divinal tempestad le había arrebatado el hijo, y desde entonces lo lloraba constantemente, todos los días; pero Zeus se apiadó de él y le dio a cambio del hijo caballos de ágiles pies, de los que usan los inmortales. Se los dio de regalo para que los poseyera, y el mensajero Argifontes se lo explicó todo por orden de Zeus: que Ganímedes sería inmortal y se libraría de la vejez como los dioses. Y desde que oyó el mensaje de Zeus ya no lloró más; sino que se alegró interiormente, en su corazón, y alegre se dejaba conducir por los caballos de pies rápidos como el viento.

Himno homérico V, A Afrodita


Zeus y Ganimedes, 475-450 a.C., Museo Arqueológico de Gela
Zeus – Ganimedes, 500-490 a.C., Museo de Louvre
Zeus y Ganimedes, 490-480 a.C., Museo de Bellas Artes Boston
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