30 Μαΐου 2012

Ο ΔΙΑΓΩΝΙΣΜΟΣ ΦΙΛΙΟΥ ΣΤΑ "ΔΙΟΚΛΕΙΑ"

Hay otro rito, conocido bajo el nombre de las Diocleas, que es descrito en primer lugar en un idilio de Teócrito cuy título habla por sí solo: «El bienamado», Aites, textualmente en tesalio, como explica ahí mismo el poeta, el «erómeno». Su evocación es como sigue:
Habitantes de Mégara nisea, sobresalientes en el manejo de los remos, vivid felices en vuestro país, vosotros que habéis honrado por encima de todo al huésped venido de Atica, Diocles el tierno amante (filópais). Cada año, al principio de la primavera, los jóvenes, agrupados alrededor de su tumba, luchan por el premio del beso; y el que más suavemente imprime sus labios sobre otros labios, ése vuelve a su madre cargado de coronas. ¡Feliz quien sea, en medio de los niños, árbitro de esos besos! Sin duda invoca al momento a Ganimedes de ojos luminosos a fin de tener una boca como la piedra de Lidia, con la que los cambistas verdaderos reconocen que el oro no sea malo.
Pues bien, también Tebas tenía la tumba de cierto Diocles, célebre por un amor homosexual. No es conocido más que por un breve relato de Aristóteles insertado en el estudio de los legisladores arcaicos:
Filolao de Corinto fue también legislador de los tebanos. Filolao era de la familia de los Baquiadas y, enamorado de Diocles el vencedor de los Juegos Olímpicos, cuando éste abandonó la ciudad horrorizado del amor de su madre AIcione, marchó a Tebas, y allí vivieron ambos hasta su muerte. Todavía hoy se enseñan sus sepulcros que pueden verse el uno desde el otro, pero sólo uno de ellos desde el territorio corintio, el otro no, y cuentan que ellos mismos dispusieron así su sepultura: Diocles, por aversión a aquella pasión, no quiso que Corinto se viera desde su túmulo, y Filolao quiso que se viera. Esta es la causa por la que residieron en Tebas, y Filolao dio leyes a los tebanos sobre diversas cuestiones, entre ellas sobre la natalidad, que algunos llaman leyes relativas a la adopción. Estas disposiciones son peculiares de Filolao, y las estableció para conservar el número de lotes.


Bernard Sergent: La homosexualidad en los mitos griegos (Alta Fulla, 1986)

20 Μαΐου 2012

Η ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΚΡΗΤΗ 2

La relación que une a estos dos hombres es pedagógica.
La relación pedagógica se completa con una relación sexual; el vocabulario corriente (erasta, erómeno) de Estrabón lo muestra a las claras.
¿Dónde y cuándo tienen lugar estas relaciones pedagógicas y sexuales?
Eforo es explícito: durante los dos meses de caza fuera de la ciudad. La «temporada en la campiña» cretense dura dos meses
El erómeno cretense, que no ha podido menos que cubrirse de gloria cazadora a ojos de su maestro y de sus camaradas, recibe en primer lugar tres regalos institucionales
Según se nos cuenta, al final de la «temporada en la campiña» el erasta envía al erómeno tres regalos «prescritos por la ley»: un equipo militar, un buey y un cubilete. El término que F. Lasserre traduce como cubilete es, en el texto de Estrabón, poterion, propiamente hablando «vaso para beber». Generalmente se interpreta como «copa». Trátese de cubilete o de copa, en todos los casos es un objeto precioso o de valor religioso. [...]
A estos dones que una obligación legal define ya como esenciales en el ritual, se añaden otros muchos, una masa imponente, puesto que, según Eforo, los amigos del erasta -esta vez hombres adultos, los de su propia clase de edad- deben aportar algo para ayudarle y, el texto insiste en ello, se trata de los aristócratas, el nivel alto de la sociedad cretense. El erómeno se entrega entonces a un acto esencial: sacrifica un buey -la víctima potencial más voluminosa- a Zeus -el más importante de los dioses. [...] El erómeno ofrece a su erasta, como devolución de los múltiples regalos de clausura del período iniciático, una comida cuyo elemento principal era, naturalmente, la carne del buey sacrificado. Los compañeros del erasta, los que habían acompañado al joven, participaban en la comida.
[...]
En uno de los cuentos de Conón, el joven cretense Leucocamante envía a su amante, Prómaco, a un combate peligroso. [...] Ese historiador, del que sólo nos han llegado fragmentos, es quien nos ofrece la continuación de la historia. Según este autor, el erasta de Leucocamante se llama Prómaco y ambos son de Cnosos: «Como Prómaco no lograba sus fines, dio el último de los trofeos que había adquirido (era un espléndido casco) a otro hermoso muchacho, en presencia de Leucocamante; éste, despechado, se mató con su espada.»
Bajo el barniz helenístico, del que son prueba el aspecto novelesco del relato, la referencia a la belleza del muchacho -- contrariamente a los valores afirmados por los antiguos cretenses- y la motivación pretendidamente amorosa del erasta, se disciernen algunas de las ideas fundamentales de la pederastia aristocrática: no encontrar amante es un grave deshonor para un joven; Estrabón lo señala refiriéndose a Creta y hay toda una literatura que lo confirma en el resto de Grecia." Como ha observado Bethe, semejante desdén es catastrófico, pues significa que el adolescente, incapaz de encontrar un era stadigno de su calidad, se verá privado del educador, cuya areté hubiera formado la suya. Sólo la muerte puede limpiar la afrenta.

Bernard Sergent: La homosexualidad en los mitos griegos (Alta Fulla, 1986)

10 Μαΐου 2012

Η ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΚΡΗΤΗ 1

En su descripción de Creta, Estrabón de Amasia, autor de principios del siglo II de nuestra era, se sirve en gran medida de una obra perdida de Eforo, historiador, geógrafo, etnólogo, etc., del siglo IV antes de nuestra era. El pasaje relacionado con la presente investigación es el siguiente (Estrabón, Geografía, X, 4, 21 - 483):
En cuanto a las relaciones amorosas, los cretenses tienen una costumbre muy particular. Pues no es por la persuasión como los amantes consiguen a quienes persiguen con sus asiduidades, sino por el rapto... El amante anuncia a sus amigos, con tres días de adelanto como máximo, su intención de proceder al rapto. Ocultar al adolescente ansiado por él o no permitirle que se ponga en el camino previsto para el rapto sería, por su parte, el colmo del insulto, pues a ojos de todos ellos significada que no es digno de pertenecer a un amante de tan elevado rango. De modo que se reúnen, y si constatan que el raptor es igual o superior al adolescente en todos los aspectos y particularmente en el rango, le persiguen y se lo entregan, si bien con suavidad y sólo por ajustarse a la costumbre, pues es para ellos una satisfacción confiárselo a fin de que él pueda llevárselo definitivamente. Si, por el contrario, consideran que el enamorado no es de rango suficiente, raptan al niño por las buenas. En cualquier caso, la persecución cesa en cuanto este haya sido llevado al andreion de su raptor. Consideran digno de ser amado no al muchacho más hermoso, sino al que se distingue por su valor y por su corrección. Tras darle la bienvenida y entregarle regalos, el enamorado le hace abandonar la comarca y le conduce al paraje deseado. Todos los que han asistido al rapto le acompañan, y tras haber festejado y cazado con él durante dos meses -la ley no permite la retención del adolescente por más tiempo-, vuelven a la ciudad. Entonces se deja marchar al niño, que recibe como regalo un equipo militar, un buey y un vaso -son los regalos prescritos por la leyy además, naturalmente, otros muchos regalos valiosos, hasta el punto de que los amigos del amante tienen la costumbre de contribuir a fin de ayudarle a soportar el peso del enorme gasto. En cuanto al niño, sacrifica el buey a Zeus y ofrece una comida a sus raptores. A continuación hace una declaración pública sobre el comercio que ha tenido con su amante, en el curso de la cual manifiesta si está satisfecho o no, pues la ley estipula que si ha sido objeto de violencia en el rapto, tiene derecho a pedir una reparación y a ser sustraído de su poder. Por otra parte, para un adolescente bien formado y de ascendencia ilustre es una infamia no encontrar amante, pues se atribuiría esta desgracia a un defecto de su educación. Por el contrario, se ofrecen honores a los parastátes, nombre que se da a los que han sido objeto de un rapto: se les reservan los puestos más vistosos en los lugares públicos y en los estadios y tienen derecho a distinguirse de los demás poniéndose la ropa entregada por su amante. Este derecho no se limita únicamente a la época de la adolescencia, pues una vez llegados a la edad adulta siguen llevando una ropa especial a fin de que se sepa de cada uno de ellos que anteriormente ha sido un «glorioso» (kleinos), término que designa entre ellos al erómeno, mientras que el amante es denominado jiletor.
F. Lasserre ha traducido aquí con las palabras «enamorado» y «amante» el término erastes, que en el vocabulario griego designa al que actúa sexualmente respecto del otro, es decir, tanto al marido en la pareja heterosexual como el rol masculino en la pareja homosexual. En este último caso su antónimo es el término erómeno, aquí utilizado al final del texto y que no es sino el participo pasado del verbo eramai, «desear sexualmente», en su forma pasiva. En lo sucesivo utilizaré estos dos términos para referirme a cada uno de los roles existentes en la relación homosexual iniciática.


Bernard Sergent: La homosexualidad en los mitos griegos (Alta Fulla, 1986)
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