30 Ιανουαρίου 2013

ΤΟ ΙΔΕΩΔΕΣ ΤΗΣ ΚΑΛΟΚΑΓΑΘΙΑΣ

Henri-Irénée Marrou: Historia de la educación en la Antigüedad  
(Fondo de Cultura Económica, 1998)

20 Ιανουαρίου 2013

Ο ΕΡΩΤΑΣ ΜΕΤΑΞΥ ΤΩΝ ΑΝΔΡΩΝ 3


Imágenes de homoerotismo masculino
 en la cerámica griega de los siglos VI y V a.C. 
 
Eros: de la Teogonía de Hesíodo a la Antigüedad tardía 
(Museo de Arte Cicládico, Atenas, 2010) 

10 Ιανουαρίου 2013

Ο ΕΡΩΤΑΣ ΜΕΤΑΞΥ ΤΩΝ ΑΝΔΡΩΝ 2

Dentro de las relaciones sexuales entre adultos, la sociedad no sancionaba a los dos, sólo a aquel que adoptaba el papel pasivo, femenino; uno de los dos era el vicioso, el indigno, el ridículo. En la comedia aristofánica son llamados europroktoi, culos alargados, o más frecuentemente katapygones, derivado de pyge, «trasero». Había gestos que acompañaban las palabras, el más conocido es el de mantener el puño cerrado y levantar hacia arriba el dedo corazón o áigitus impudicus. Estos personajes dan mucho juego en el argumento cómico, hombres maduros depilados, con el pelo largo y rizado, e incluso travestidos como el Agatón que presenta Aristófanes en Las Tesmoforias, que lleva espada y lira, pero también un espejo y sostén. Sin embargo, nadie ridiculiza a Eurípides por su relación con Agatón, pues él sigue adoptando el papel activo que corresponde a su sexo. En el juicio social de la Grecia clásica lo que compromete a los ojos de todos es trastocar el rol que le corresponde por naturaleza al hombre, no el hecho de que su partenaire sexual sea una mujer, un adolescente o un adulto. El homosexual pasivo, el katapygon, se «hace mujer» mientras que el activo no sólo sigue siendo un hombre sino que incluso era considerado como ejemplo de auténtica virilidad.
Detalle de un ánfora ática de figuras negras del pintor de Berlín 1686
El juicio social se endurece en el caso de los pornoi, los prostitutos. Un hombre acusado de hetairesis, de prostitución, era totalmente apartado de la vida pública y, en caso de desobedecer, el castigo podía ser la muerte, tal como nos informa Esquines en el discurso Contra Timarco, al que acusa de este delito. La imagen de un vaso de figuras rojas es la única que se ha identificado con un prostíbulo masculino. Un hombre barbado está de pie, coronado aún con las cintas del simposiasta como si saliera de un banquete; tras él la representación de una puerta nos sitúa la escena en un interior. Este personaje, tal vez el dueño del burdel, observa a una pareja que va a tener un encuentro sexual claramente explícito. Dos rasgos conviene destacar: en primer lugar, los amantes se aproximan de frente, las miradas se encuentran, es una relación entre iguales y, en segundo lugar, no se percibe diferencia de edad entre ambos. ¿Quién es el joven, quién el adulto? Esta escena es totalmente inusual. Tal vez el único caso en Grecia en que se nos muestra tan crudamente la relación homosexual. A lo que sí nos ha acostumbrado a ver la pintura de vasos es el cortejo homosexual, mucho más frecuente que el heterosexual. 
Detalle de un karkhesion ático de figuras negrasSe repite una y otra vez el mismo esquema. Los hombres se aproximan de frente el uno al otro, la excitación sexual es evidente, pero nunca se muestra la penetración. Lo más explícito que se atreven a visualizar las imágenes es el sexo intercrural, como en la pareja central de un ánfora de figuras negras: «¡hala, amigo, bríndame tus muslos esbeltos!», podría haber dicho, como Anacreonte, el hombre adulto cuya mayor altura le obliga a agacharse para alcanzar entre los muslos a su imberbe compañero, un joven de unos dieciocho o veinte años, ya que en época arcaica, en la época de los vasos de figuras negras, la diferencia de edad entre los amantes es menor que en época clásica. Con el tiempo, el joven-pasivo se irá convirtiendo en las imágenes griegas en un niño de apenas doce o catorce años, como en un vaso de figuras negras tardías, que repite un esquema iconográfico tradicional al que Beazley denominó up and down: el erastés dirige una mano hacia el rostro del amado y la otra hacia sus genitales. En un ánfora más antigua, de mediados del siglo VI a. C., encontramos otra vez este esquema de mano arriba y mano abajo. Es una escena de seducción del efebo al que se han aproximado tres erastai; el de la derecha lleva un trofeo de caza, un cervatillo, el regalo erótico con el que espera ganarse la atención del bello joven de cabello largo. La imagen que decora el hombro de este vaso, una escena de lucha cuerpo a cuerpo, nos sitúa en uno de los ambientes privilegiados de la relación homoerótica: la aristocrática palestra. 
En el ánfora de figuras negras con la relación intercrural, otras dos parejas se hallan en una fase menos avanzada de la seducción. En ambos casos, el muchacho joven que aún no se ha cortado el cabello porque no ha llegado a la edad adulta recibe el regalo de un gallo. Mientras que el éramenos de la izquierda parece ser un caso más difícil, el de la derecha ya está en disposición de aceptar a su erastés, pero ¡cuidado!, un excitado adversario se aproxima al joven por detrás.
Ánfora ática de figuras negrasCiervos, gallos, liebres, piernas de cordero; éstos son los regalos de seducción en la Grecia antigua. La presencia de estos animales, vivos o muertos, connota de erotismo las imágenes. Cuando Zeus persigue al hermoso Ganimedes se ve obligado a usar la fuerza con ambos brazos, para lo que ha tenido que abandonar su cetro y su haz de rayos en el suelo. El joven, cuyos belíos cabellos ondulados caen por sus hombros, lleva un gallo vivo, señal del regalo aceptado y premonición tal vez de la satisfacción del deseo del dios. 
En un vaso de figuras rojas de finales del siglo VI a. C. encontramos de nuevo las distintas fases de la seducción. El amante, para seducir a su amigo, ha de mimarlo, cortejarlo, convencerlo, ofrecerle regalos. A la izquierda, un adulto apoyado en su bastón, totalmente envuelto en un manto transparente, aparece cabizbajo y abatido. Se ha quedado solo. Frente a él, dos parejas más afortunadas se hallan en distintos momentos del cortejo. El erastés del centro intenta seducir a un pais, a un niño cuya cabeza acaricia mientras éste le entrega algo, tal vez una manzana. Aproximadamente en la misma época escribe el poeta Teognis: «Oh, joven, escúchame dominándote; no voy a decirte palabras carentes de persuasión ni atractivo para tu corazón. Ea, pues, haz por comprender mi proposición; al fin y al cabo no estás forzado a hacer lo que no desees». La pareja de la derecha ya no necesita hablar. El erastés acaricia los genitales del niño y consigue de él un beso. El pais viene del gimnasio, desnudo y descalzo, con un simple himation sobre su cabeza, y sujeta aún el aríbalo que cuelga de su mano atado con cintas de cuero. Este Frasquito contenía el aceite perfumado con el que los atletas se untaban el cuerpo antes del ejercicio. Del fondo ideal cuelga dos veces el «kit» necesario del gimnasta, de nuevo el aríbalo, la estrígile, que es una especie de palo curvado y cóncavo de bronce que servía para retirar el aceite, el sudor y el polvo tras el ejercicio, y la esponja para la limpieza final.
Exterior de una copa ática de figuras rojas de Peithinos



Related Posts with Thumbnails