25 Δεκεμβρίου 2010

ΚΑΛΑ ΧΡΙΣΤΟΥΓΕΝΝΑ!

Yanis Tsarujis (Grecia)

¡FELIZ NAVIDAD!


23 Δεκεμβρίου 2010

ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΣ ΜΕ ΤΟΝ ΔΑΦΝΙ

Jean Léon Gerôme (Francia): Dafnis
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Gnatón, que pensaba que su vida no merecía la pena de vivirse si no conseguía a Dafnis, tras acechar a Ástilo, que paseaba por el parque, lo llevó hasta el templo de Dioniso y se puso a besarle pies y manos. A su pregunta de por qué hacía esto y su exigencia de que hablara y su juramento de que le prestara su ayuda:
- Te quedas –le replicó- sin Gnatón, mi amo. Yo que hasta ahora ponía mis amores en tu mesa únicamente, que antes juraba que nada hay más atractivo que un vino añejo, que decía que a los mocitos de Mitilene eran preferibles tus cocineros, creo desde ahora que la única hermosura es la de Dafnis. Y no pruebo bocado de los platos más costosos, aun siendo tantos los que se aderezan cada día, de carnes, de pescados o de dulces, pero, gustosamente mudado en cabra, comería hierbas y hojas al son de la siringa de Dafnis y por él apacentado. ¡Tú, salva a tu Gnatón y triunfa sobre el invencible Amor! Y si no, te lo juro por mi propio dios, cogeré un puñal y, con la barriga repleta de comida, me mataré ante la puerta de Dafnis. Y tú ya no me llamarás a Gnatoncito, como sueles siempre hacer de broma.
El joven, que tenía un gran corazón y no desconocía las penas amorosas, no pudo resistir que siguiese llorando y volviera a besarle los pies. Le prometió pedirle a Dafnis a su padre y llevarlo a la ciudad a su servicio y al de los amores de Gnatón. Y, asimismo, con el deseo de animarlo le preguntó sonriente si no avergonzaba de querer al hijo de Lamón, sino que hasta se empeñaba en acostarse con un muchacho que andaba apacentado. Y al mismo tiempo hacía gestos simulando repugnancia al olor a chotuno. Pero él, que se sabía de memoria todos los mitos amorosos de tanto andar en juergas con otros calaveras, con bastante tono acertó a responder en su propia defensa y en la de Dafnis:
- Ningún enamorado está pendiente, amo, de esos detalles, sino que, sea cual sea el cuerpo en que se encuentra la belleza, es ya su prisionero. Ésa es la razón de que alguno, incluso, se haya prendado de una planta, de un río o de una fiera. Y, sin embargo, ¿a quién no inspiraría lástima un amante al que su amado ha de infundir espanto? Yo amo un cuerpo de siervo, pero una hermosura propia de un ser libre. ¿Ves cómo su pelo se asemeja al Jacinto y bajo las cejas relucen sus ojos igual que, engastada en oro, una piedra preciosa? ¿Y su rostro cubierto de rubor y su boca con una dentadura blanca como el marfil? ¿Qué enamorado no desearía recibir de ella blancos besos? Si me he prendado de un zagal, he tomado por modelos a los dioses: boyero era Anquises y Afrodita fue su amante; Branco apacentaba cabras y lo amó Apolo; pastor era Ganimedes y Zeus lo raptó. No desdeñemos a un muchacho al que vimos que hasta las cabras como enamoradas prestaban obediencia. Al contrario, por permitir que aún quede en la tierra tal belleza, demos gracias a las águilas de Zeus.
A Ástilo le hizo reír gratamente, sobre todo, esta parte del discurso y, comentando que Amor crea grandes sofistas, se puso a buscar una ocasión en que hablarle de Dafnis a su padre.

Longo: Dafnis y Cloe (Gredos, 1982)
Trad.: Máximo Brioso Sánches y Emilio Crespo Güemes

17 Δεκεμβρίου 2010

ΜΙΑ ΤΡΑΓΙΚΗ ΙΣΤΟΡΙΑ ΑΓΑΠΗΣ


- Larga es mi historia y contiene una gran tragedia.
Habrócomes le pidió que se la contara, prometiéndole narrarle también él la suya. Y él, comenzando desde el principio (pues estaban solos) le contó la historia de su vida.
Yo –le dijo- soy de una familia de Perinto (ciudad cercana a Tracia) de las más poderosas de allí. Sin duda has oído hablar de Perinto como famosa y se sus habitantes como felices.
Allí, cuando era joven, me enamoré de un muchacho bello. El muchacho era también de mi país y su nombre era Hiperantes. Me enamoré de él primeramente en el gimnasio, viéndole luchar vigorosamente, y no pude resistirle. Un día en que se celebraba la fiesta de la ciudad y la velada religiosa, me acerqué a Hiperantes y le supliqué que tuviera compasión de mí. Al oírme el muchacho me prometió todo, compadeciéndose de mí.
Y recorrimos las primeras etapas de del amor: besos, caricias y muchas lágrimas por mi parte y finalmente pudimos, escogiendo la ocasión oportuna, estar a solas uno con el otro, lo que no era sospechoso dada nuestra igual edad. Y tuvimos relaciones mucho tiempo, amándonos ambos extremadamente, hasta que un dios tuvo celos de nosotros.
Llegó un hombre de Bizancio (Bizancio está cerca de Perinto, de los más poderosos de allí, muy orgulloso por su riqueza y opulencia. Se llamaba Aristómaco. Éste nada más poner pie en Perinto, como si hubiese sido enviado contra mí por algún dios, vio a Hiperantes conmigo y al punto se sintió cautivado, lleno de admiración por la belleza del muchacho, que era capaz de atraerse a cualquiera.
Enamorado, no contuvo con moderación su amor, sino que primero se dedicó a enviar mensajes al muchacho, y como esto no le dio resultado (pues Hiperantres por amor a mí no dejaba que nadie se le acercase) convenció a su padre, hombre vil y esclavo del dinero. Y él le entregó a Hiperantes, pretextando que era para lo educase, pues decía que era maestro de oratoria. Y en cuanto lo tuvo en sus manos, primero lo tuvo encerrado y después de esto se marchó a Bizancio.
Yo los seguí, dando de lado todos mis asuntos y cuantas veces podía me unía al muchacho. Pero podía pocas y apenas obtuve algún raro beso y alguna conversación llena de dificultades; estaba vigilado por mucha gente. Finalmente, no pudiendo soportarlo más, excitándome a mí mismo volví a Perinto y, tras vender todas mis posesiones y reunir dinero, me fui a Bizancio y tomando un puñal (de acuerdo también en esto con Hiperantes) entré de noche en casa de Aristómaco y lo encontré acostado con el niño y, lleno de cólera, herí a Aristómaco mortalmente.
Como había tranquilidad y todos reposaban salí sin ser visto, llevándome también a Hiperantes, y después de caminar durante toda la noche hacia Perinto nos embarcamos nada más llegar y navegamos hacia Asia. Y hasta un cierto tiempo se desarrolló la travesía felizmente, pero a final, cuando estábamos junto a Lesbos, cayó sobre nosotros un fuerte vendaval y la nave volcó. Yo nadé con Hiperantes, sosteniéndole, y le hacía más ligero el esfuerzo de nadar. Pero al llegar la noche ya no pudo más el muchacho y abatido por la natación se murió.
Y yo no pude hacer más por él que poner a salvo su cuerpo en tierra y darle sepultura. Y después de derramar muchas lágrimas y lamentarme mucho y de coger algunas reliquias de él, pude conseguir una piedra adecuada y elevé una estela en la tumba, y escribí en recuerdo del desdichado muchacho un epigrama que compuse en aquel mismo momento:

Hipótoo te construyó este sepulcro, glorioso Hiperantes, tumba de muerte, no digna de tan buen ciudadano.
Al abismo desde la tierra bajaste, ilustre flor, al que una vez un dios
arrebató en el piélago, impetuosa soplando la tormenta.

De allí, no pensando volver a Perinto, me dirigí a través de Asia hacia la gran Frigia y Panfilia y allí, por la falta de medios de vida y el desánimo de mi desgracia, me entregué al bandidaje.

Jenofonte de Éfeso: Efesíacas (Gredos, 1979)
Tradu. : Julia Mendoza

11 Δεκεμβρίου 2010

Η ΟΥΣΙΑ ΤΗΣ ΑΠΟΛΑΥΣΗΣ

430 a.C., Staatliche Antikensammlung, Munich
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Pues sin duda los muchachos son menos complicados que las mujeres y su belleza más excitante para el placer [...]
Ignoras, Clitofonte –afirmó Menelao- , la esencia del placer. Ya que siempre es deseable lo que no sacia, puesto que aquello de lo que se disfruta demasiado tiempo, con la saciedad agosta su carácter placentero, mientras que lo que se nos sustrae conlleva siempre novedad y está más en sazón al no hacerse viejo su placer. La belleza, en la medida en que al pasar el tiempo disminuye, en la misma medida crece en cuanto al deseo. Precisamente por esto la rosa es la más linda entre las flores: porque su hermosura es tan efímera. Pues, a mi entender, entre los hombres se dan dos bellezas, una celestial y otra vulgar, igual que las diosas que rigen los coros de la belleza mortal y trata de escapar hacia el cielo prontamente, en tanto que la vulgar está caída aquí abajo y ronda todo el tiempo a los cuerpos. Y si se ha de recurrir a un poeta que dé fe de la ascensión de la belleza celestial, escucha lo que dice Homero:
Los dioses lo arrebataron hacia lo alto para ser copero de Zeus en razón de su hermosura, para que morase entre los inmortales.
En cambio, jamás ha escalado los cielos por su belleza mujer alguna (por más que Zeus también haya tenido relaciones con mujeres), sino que a Alcmena le tocan penas y destierro, a Dánae un arca y el mar, y Sémele fue pasto del fuego. Por el contrario, prendado Zeus de un mancebo frigio, le hace donación del cielo, para que viva con él y tenerlo de escanciador del néctar. Y la que antes le prestaba tal servicio se vio privada de ese honor, siendo el motivo, creo, que era una mujer.
[...] En una mujer todo es fingido, lo mismo las palabras que los gestos. Y, si parece hermosa, no hay en ella otra cosa que el ingenio diligente de los ungüentos: su belleza es la de sus perfumes o la del tinte de su pelo o hasta la de sus potingues. Pero, si la desnudas de esas muchas trampas, es como el grajo desplumado de la fábula. En cambio, la belleza de los muchachos no se riega con fragancias de perfumes ni con olores engañosos ni ajenos, y el sudor de los mocitos tiene mejor aroma que todos los ungüentos perfumados de las mujeres. Se puede, incluso en el momento que procede a la unión amorosa y en el propio gimnasio, encontrarse con uno y abrazarlo a la vista de todos, sin que tales abrazos tengan por qué dar vergüenza. Y no ablanda el contacto erótico con la morbidez se sus carnes, sino que los cuerpos se ofrecen mutua resistencia y pugnan por el placer. Sus besos no poseen la ciencia de las hembras ni menos embrujan con las trampas lascivas de sus labios. Un chico besa según sabe, y sus besos no nacen del artificio, sino de su propia naturaleza. A lo que más se parece el beso de mocito es a esto: sólo obtendrías besos semejantes si el néctar se hiciese sólido y tomara la forma de unos labios. No podrías saciarte de besarlo: cuanto más te llenas, aún sigues con sed de sus besos, y no sabrías apartar tu boca hasta que el deleite mismo no te hace escapar de ellos.
Aquiles Tacio: Leucipa y Clitofonte (Gredos, 1982)
Traducción: Máximo Brioso Sánchez y Emilio Crespo Güemes
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430 a.C, Museo de Arte Jack S. Blanton, Universidad de Texas, Austin

5 Δεκεμβρίου 2010

ΚΛΕΙΝΙΑΣ, Ο "ΣΚΛΑΒΟΣ" ΤΟΥ ΕΡΩΤΑ

510, a.C., Museo J. Paul Getty
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Tenía yo un primo, Clinias, un joven huérfano dos años mayor que yo, iniciado en los misterios del amor. Pero estaba enamorado de un muchacho, y hasta tal punto llegaba su pasión por él que, como hubiese comprado un caballo y el mocito lo elogiase al verlo, al punto se lo llevó como regalo. Por mi parte desde luego me burlaba de él continuamente por su dejadez, por dedicar su tiempo a solo sus amoríos y ser esclavo del deleite amoroso. (…)
En el momento mismo en que él hablaba entra Caricles (que era el nombre del muchacho), todo alborotado y exclamando:
-¡Clinias, estoy perdido!
Y Clinias se puso a gemir a la vez que él, como si su alma estuviese pendiente de la de aquél, y con voz temblorosa dijo:
-¡Me matarás si no hablas! ¿Qué es lo que te aflige? ¿Con quién hay que pelear?
Y Caricles contestó:
-Un casamiento, que me prepara mi padre, y un casamiento con una moza fea para que conviva con un doble desastre. Pues cosa dura es ya una mujer, aunque sea guapa. Si tiene la desgracia de ser fea, es doble el infortunio. Pero mi padre se empeña en la boda con los ojos puestos en su riqueza. Soy un desventurado al que cambian por su dinero, y así venderme en matrimonio.
Al oír esto, Clinias se puso lívido. Animó al muchacho a rechazar el matrimonio, mientras estaba pestes de la especie de las mujeres:
-¿Una boda –le decía- es el regalo que ya te hace tu padre? ¿Qué delito has cometido, que hasta te ponen grilletes? ¿No has oído las palabras de Zeus:
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Yo les daré a cambio del fuego una desgracia
con que todos se alegren el alma, adorando su mal.
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Ése es el placer que nos dan las mujeres, y es bien semejante al de la naturaleza de las Sirenas, pues también ellas asesinan con el deleite de su canto. Puedes comprender la gravedad del infortunio incluso por los preparativos mismos de la boda: el zumbido de las flautas, el batir de las puertas, el trasiego de las antorchas. A la vista de tamaño tumulto cabrá decir: infeliz el que vaya a casarse; a una guerra me parece que lo mandan. Aun si fueses lego en el campo de las Musa, no sabrías de los actos de las mujeres. Pero a otros les podrías contar con cuántos temas han llenado las mujeres dos escenarios: el collar de Erifila, la mesa de Filomela, la calumnia de Estenebea, el hurto de Aérope, el crimen de Procne. Agamenón desea la belleza de Criseida: provoca una plaga sobre los griegos; Aquiles desea la belleza de Briseida: se acarrea un pesar sobre sí mismo; tiene Candaules una guapa esposa: la esposa asesina a Candaules. Pues el fuego de las bodas de Helena prendió otro fuego para ruina de Troya. Y el desposorio con Penélope, la virtuosa, ¿a cuántos pretendientes perdió? Mató a Hipólito Fedra, por amor, pero a Agamenón, por no amarlo, Clitemnestra. ¡Mujeres, para todo osadas!: asesinan, si aman, asesinan si no aman. Debía ser asesinado Agamenón, el hermoso de hermosura celestial, ´de ojos y cabeza parejo de Zeus que en el rayo se deleita´. Y fue esa cabeza la que cortó, ¡oh Zeus!, una mujer. Y esto puede decirse de mujeres bellas, en cuyo caso precisamente la desgracia no llega al colmo, pues la belleza supone un cierto consuelo en los infortunios, y tal cosa es una bendición en medio de una suerte aciaga. Pero si ni siquiera es guapa, según dices, la desgracia se duplica. Y ¿cómo se podría sobrellevar, y además siendo tú un muchacho tan apuesto? ¡No, por los dioses, Caricles!, no te dejes aún esclavizar ni arruines la flor de tu mocedad antes de tiempo. Ya que, junto a lo demás, también el matrimonio supone este infortunio: que agosta la lozanía. ¡No!, te lo ruego, Caricles, no te me dejes marchitar. No le permitas a un fachoso campesino segar rosa tan linda.
Y Caricles replicó:
-Eso correrá a cargo de los dioses y de mí. Pues, además, hasta la fecha fijada para la boda queda un plazo de unos días y son muchas las cosas que pueden ocurrir incluso en una sola noche. Tendremos tiempo para pensarlo. Por el momento voy a montar a caballo, ya, que, desde que me regalaste ese precioso corcel, no he disfrutado aún de tu regalo. El ejercicio aliviará las penas de mi alma.

Aquiles Tacio: Leucipa y Clitofonte (Gredos, 1982)
Traducción: Máximo Brioso Sánchez y Emilio Crespo Güemes

29 Νοεμβρίου 2010

ΜΙΑ ΕΥΓΕΝΙΚΗ ΦΙΛΙΑ

Museo de Arte de San Antonio, c. 425 a.C.
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Υ ocurrió también otro hecho de amistad no sin nobleza: Policarmo, el amigo de Quéreas, durante lo ocurrido no había sido visto entre la gente, sino que incluso había dicho a sus padres:
- Muy querido en vedad, mucho, me lo es Quéreas, pero no hasta el punto de correr con él tan terribles peligros. Por ello, hasta que él parta permaneceré apartado.
Pero cuando la nave se había alejado de tierra se despidió de ellos desde su pòpa, para que ya no pudieran retenerle.

Caritón de Afrodisias: Queréas y Calírroe (Gredos, 1979)
Trad.: Julia Mendoza

23 Νοεμβρίου 2010

Ο ΙΕΡΟΣ ΛΟΧΟΣ ΤΩΝ ΘΗΒΩΝ

El Batallón Sagrado de Tebas (en griego antiguo ἱερὸς λόχος / hieròs lókhos) era una unidad de élite griega formada por 150 parejas de amantes, todos masculinos. El Batallón Sagrado de Tebas fue una parte importante de la infantería griega durante cerca de 33 años. Su mayor derrota sucedió en la Batalla de Queronea, en el 338 a. C. Aunque Plutarco afirma que los 300 componentes del batallón murieron ese día, otros escritores afirman que 250 perecieron y que el resto sólo fueron heridos. Estos datos fueron verificados en su tumba comunal en Queronea, en la cual fueron hallados 254 esqueletos, alineados en siete filas. (es.wikipedia.org)

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IV. [...] se atiende después al amor y respeto con que miró Pelópidas a Epaminondas, con razón y justicia se tendrá a éstos por verdaderos colegas en el gobierno y en la milicia, en comparación de aquellos que toda la vida contendieron más entre sí que con los enemigos. La causa cierta de esta unión fue la virtud, por la cual no buscaban con sus hechos aplausos o riquezas, cosas a las que por naturaleza es inherente una porfiada y rencillosa envidia, sino que, amándose recíprocamente desde el principio con un amor sagrado, dirigían de común acuerdo sus conatos y sus triunfos al placer de ver a su patria elevada por ambos a la mayor grandeza y esplendor. Aunque algunos opinan que esta amistad tan íntima tuvo principio en la expedición de Mantinea, en la que militaron con los Lacedemonios, que todavía les eran amigos y aliados, con motivo de haber la ciudad de Tebas enviándoles socorros. Porque colocados juntos entre la infantería y peleando contra los Árcades, cuando vio el ala derecha de los Lacedemonios que les estaba opuesta, y se desbandó la mayor parte, formando ellos galápago hicieron frente a cuantos los embistieron. Al cabo de poco, Pelópidas, que había recibido cara a cara siete heridas, vino a caer entre multitud de cadáveres de amigos y enemigos, y entonces Epaminondas, no obstante tenerle por muerto, para proteger su persona y sus armas siguió la pelea y el riesgo, solo contra muchos, teniendo por mejor morir en la demanda que abandonar a Pelópidas caído: hasta que, hallándose ya él mismo en el peor estado, herido de una lanzada en el pecho y de una estocada en un brazo, vino en su auxilio de la otra ala Agesípolis, rey de los Espartanos, y contra toda esperanza los recobró a entrambos.

Andrey Ivanov (1805-1806): La muerte de Pelopidas
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XVIII. La cohorte sagrada se dice haber sido Górgidas el primero que la formó de trescientos hombres escogidos, a los que la ciudad les daba cuartel y ración en la ciudadela, por lo que se llamaba asimismo la cohorte cívica; pues, a lo que parece, los de aquel tiempo daban también el nombre de ciudades a los alcázares. Algunos son de opinión que este cuerpo se compuso de amadores y de amados, conservándose en memoria cierto chiste de Pámenes: porque decía que el Néstor de Homero no se había acreditado de táctico cuando ordenó que los Griegos formasen por tribus y por curias. A su curia se agregue cada curia, y con su tribu se una cada tribu. Pues lo que se debía mandar era que el amante tomase formación junto al amado; porque en los riesgos, los de la misma curia o tribu no hacen mucha cuenta unos de otros mientras que la unión establecida por las relaciones de amor es indisoluble e indivisible; pues, temiendo la afrenta, los amantes por los amados, y éstos por aquellos, así perseveran en los peligros los unos por los otros. No debe tenerse esto por extraño, cuando se teme más la afrenta que puede venir de los amantes no presentes que la de cualesquiera otros testigos, como se vio en aquel que estando caído, y para recibir el último golpe de su contrario, le rogó que le pasara la espada por el pecho, para que si su amado le veía muerto no tuviera motivo de avergonzarse, creyéndole herido por la espada. Refiérese asimismo que siendo Yolao amado de Heracles participó también de sus trabajos y le asistió en ellos, y dice Aristóteles que en su tiempo todavía hacían sobre el sepulcro de Yolao sus mutuas promesas los amados y amadores. Era razón, pues, que la cohorte se llamara sagrada, cuando Platón llama al amante amigo divino. Dícese, además, que esta cohorte permaneció invicta hasta la batalla de Queronea, después de la cual, reconociendo Filipo los cadáveres, se paró en el sitio donde habían caído los trescientos que frente a frente se habían opuesto en paraje estrecho a las armas enemigas; y hallólos amontonados entre sí, lo que le causó extrañeza, y cuando supo que aquella era la cohorte de los amadores y los amados, se echó a llorar, y exclamó: “Vayan noramala los que hayan podido pensar que entre semejantes hombres haya podido haber nada reprensible”.

XIX. Por fin, a esta intimidad de los amantes no dio origen entre los Tebanos, como lo dicen los poetas, el desgraciado suceso de Layo , sino los legisladores, quienes, queriendo mitigar y suavizar desde la juventud lo que había en su carácter altivo e indócil, en toda ocupación y juego quisieron que interviniese la flauta, conciliando a la música honor y consideración; y en las palestras procuraron mantener este amor tan provechoso, para templar con él las costumbres de los jóvenes. Por lo mismo, como que concedieron con razón el derecho de ciudad a aquella diosa que se finge nacida de Ares y Afrodita , para que lo pendenciero y belicoso se uniese con lo que participa más especialmente de la persuasión y de las gracias y resultase un gobierno que fuese el más solícito y más arreglado, arreglándolo todo la armonía. Esta cohorte sagrada Górgidas la repartió en la primera fila y la distribuyó por toda la falange entre la infantería, con lo que oscureció la virtud de aquellos varones, y no empleó su fuerza para que obrase en común, pues que estaba como disuelta y confundida con los que eran inferiores; mas Pelópidas, luego que restableció la virtud de aquellos en Tegiras, habiéndolos visto combatir denodadamente a su lado, ya no la dividió o diseminó, sino que, empleando el cuerpo reunido, lo puso delante en los más arriesgados combates. Pues así como los caballos corren con mayor velocidad en los carruajes que solos, no porque en mayor número rompan más fácilmente el aire, sino porque enardece su aliento la reunión y la competencia de unos con otros, creía que de la misma manera los hombres valerosos, tomando entre sí emulación para las acciones brillantes, se hacían más útiles y más ardientes para lo que tenían que hacer en común.

Plutarco: Vidas Paralelas - Pelópidas


Isaak Walraven (1686-1765): La muerte de Epaminondas

17 Νοεμβρίου 2010

ΠΙΝΔΑΡΟΣ 3


A Trasideo de Tebas

Musa, si conviniste en ofrecer, a cambio de paga,
tu voz, obediente a la plata, a ti te corresponde hacerla tremolar
aquí y allá
en honor de Pitónico,
el padre, o de su hijo Trasideo,
cuya felicidad y fama están flameantes.
Hermosa fue su victoria de antaño con el carro
y en Olimpia conquistaron con sus caballos
el rayo veloz de los célebres juegos;
mientras que en Pito, al bajar a la arena para la carrera ligera,
fueron superiores a la helénica concurrencia
por su rapidez. Que no ambicione yo más bienes que los divinos,
con aspiraciones adecuadas a la edad,
pues cuando me encuentro con que en una ciudad
los de enmedio poseen flor de prosperidad más duradera,
censuro el destino de las tiranías.
Dedicado estoy a los logros compartidos: fuera los envidiosos.
Mas cuando uno alcanza la cima
y con pacífica conducta escapa
de la funesta desmesura, puede hacer más bella travesía hasta el límite
de la negra muerte si a su gratísima descendencia
ha proporcionada renombrada gloria, más poderosa que todas las riquezas.
Tal don es el que distingue al hijo de Ificles,
Yolao, el que himnos dedicamos, y al fuerte Cástor,
y a ti, soberano Polideuces, hijos de dioses,
que un día habitáis en la sede de Terapna
y al otro dentro del Olimpo.

[Introducción a la Pítica XI (Fragmento) ]

Píndaro, poeta tebano. Copia romana de original griego de s. V a.C.

A Hagesidamo, niño, vencedor en el pugilato

Leedme en voz alta el nombre del vencedor olímpico,
el hijo de Arquιstrato, a ver en qué parte de mi espíritu
está escrito, pues se me había olvidado que le debía
un dulce canto. Musa, tú y la Verdad,
hija de Zeus, con la mano enderezadora,
rechazad la censura embustera
de que he faltado contra el huésped....

asν también cuando un hombre, Hagesidamo,
que ha conseguido victorias llega al predio de Hades
sin ser cantado, con vana aspiración ha obtenido para su esfuerzo
placer breve; pero sobre ti la lira de grata voz
y la dulce flauta esparcen su encanto.
Nodriza de tu ancha fama
son las Piérides, hijas de Zeus.
Yo he emprendido esta tarea con afán y me he posado
sobre el glorioso pueblo locro, para verter
miel sobre esta viril ciudad.
Al hijo seductor de Arquéstrato
he elogiado, pues le vi vencer con la fuerza de su puρo
junto al altar de Olimpia
en aquella ocasión:
poseía esa mezcla de hermosura externa
y lozanía que antaρo a Ganímedes
libro de la muerte, que a nadie respeta
con la ayuda de la Cípride.

[Introducción a la Olímpica X (Fragmento) ]
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(*) La Cípride es Afrodita, diosa del amor. Ganímedes fue raptado por Zeus en plena adolescencia al haberse enamorado el Dios del Olimpo del joven príncipe, y destinado a ser su copero, con vida y juventud eternas. La equiparación del vencedor con Ganímedes no puede ser mas elogiosa.
(islaternura.com)

+ sobre Píndaro aquí:

ΠΙΝΔΑΡΟΣ 1. ΟΛΥΜΠΙΟΝΙΚΟΙ

ΠΙΝΔΑΡΟΣ 2. ΕΓΚΩΜΙΟ ΤΟΥ ΘΕΟΞΕΝΟΥ ΤΟΥ ΤΕΝΕΔΙΟΥ

11 Νοεμβρίου 2010

ΝΑΡΚΙΣΣΟΣ ΚΑΙ ΑΜΕΙΝΙΑΣ - ΗΡΑΚΛΗΣ ΚΑΙ ΙΟΛΑΟΣ

Narciso, por Caravaggio -Narciso por Adolf Joseph Grass - Narciso por Ib Monrad Hansen
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En la mitología griega, Narciso (en griego Νάρκισσος) era un joven conocido por su gran belleza.
Versión helénica
Se trata de una historia moral en la que el orgulloso e insensible Narciso es castigado por los dioses por haber rechazado a sus pretendientes masculinos. Se cree que es una historia moralizante dirigida a los adolescentes griegos de la época. Hasta hace poco la única fuente de esta versión era un fragmento de Pausanias (9.31.7), 150 años posterior a Ovidio. Una versión muy similar fue descubierta en el llamado "Papiro de Oxyrhynchus" en el año 2004, una versión muy anterior a la de Ovidio en al menos unos cincuenta años.
En la historia helénica el joven Ameinias ama a Narciso pero es rechazado cruelmente por él. Como una forma de burlarse de Ameinias, Narciso le entrega una espada, que Ameinias utiliza para suicidarse ante las puertas de la casa de Narciso, mientras reza a la diosa Némesis pidiéndole que Narciso un día conozca el dolor del amor no correspondido. Esta maldición se cumple cuando Narciso se enamora de su propia imagen reflejada en un estanque e intenta seducir al hermoso joven sin darse cuenta de que se trata de él mismo hasta que intenta besarlo. Entristecido de dolor, Narciso se suicida con su espada y su cuerpo se convierte en una flor
.
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Heracles, Yolao y Atena, 540 a.C.
Heracles (a la derecha) y Iolao (a la izquierda). Enócoe ática de figuras negras y de fondo blanco, 500-490 a.C.
Heracles con su amante Yolao, unidos por Eros. Vaso etrusco.
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En la mitología griega Yolao, Iolas o Iolao (en griego antiguo Ίόλαος), hijo de Ificles y Automedusa, era uno de los más fieles compañeros de su tío Heracles, a quien solía conducir el carro. Plutarco y Eurípides le presentan incluso como su erómeno (amante).
Mitología
Ayudó a su tío a matar a la hidra de Lerna (cauterizando sus muchos cuellos a medida que Heracles los decapitaba para impedir que las cabezas se regenerasen) y a capturar el ganado de Gerión. Tomó parte en la expedición de los argonautas y también en la caza del jabalí de Calidón. También ganó en los primeros Juegos Olímpicos, instituidos por Heracles, conduciendo los caballos de éste.
Se casó con Mégara, a quien le había cedido su tío porque le recordaba el asesinato de los hijos de ambos, y tuvo con ella una hija, Leipefilena. Fue enviado por Heracles a Cerdeña al mando de los hijos que había tenido con las hijas de Tespio, los tespíadas, con la orden de fundar una colonia. Allí tomó de los habitantes salvajes las mejores regiones del país, las civilizó, y sería más tarde adorado en ellas. De Cerdeña fue a Sicilia, y luego volvió con Heracles poco antes de la muerte de éste.
Después de que Deyanira envenenase a su esposo Heracles, creyendo que le era infiel con Yole, Yolao prendió la pira funeraria en la que se inmoló (si bien otras versiones dicen que fue Filoctetes). Tras esto, cuando sus restos no pudieron ser descubiertos (porque había sido ascendido al Olimpo), Yolao fue el primero que le ofreció sacrificios como un semidiós.
Según Pausanias Yolao murió en Cerdeña, mientras que según Píndaro y otras fuentes fue enterrado en la tumba de su abuelo, Anfitrión, donde fue adorado como un héroe. Sus descendientes en Cerdeña fueron llamados Ίολαεις (Estrabón v, p.225) y yolaenses.
Tal era su apego por los hijos de Heracles que tras su muerte, cuando Euristeo exigió a los atenienses la rendición de éstos, que habían sido amablemente recibidos en la ciudad, Yolao pidió a los dioses del inframundo permiso para recuperar por una hora su juventud y volver de nuevo a la tierra para ayudarles. El permiso le fue concedido y así mató a Euristeo.
Culto
Según Diodoro Sículo, Yolao fue objeto de un culto heroico en Sicilia, donde Heracles le había consagrado un bosque y distintos sacrificios. Se le veneraba especialmente en la ciudad de Agira:
Los que permanecen en la ciudad de Agira dedican su cabellera a Yolao y la dejan crecer cuidadosamente hasta que está en condiciones de ser ofrecida a este dios con grandes ceremonias. Su templo es tan santo y respetable que los que faltan a los sacrificios acostumbrados pierden la voz y pasan a estar como muertos. Sin embargo vuelven a su estado original en cuanto hacen voto de satisfacer este deber y dan las seguridades convenientes. Los habitantes de Agira llaman Herculana a la puerta ante la que hacen sus ofrendas a Yolao. Celebran su fiesta todos los años con la misma solemnidad, con ejercicios de lucha y carreras de caballos, sin distinguir en ellas a los amos de los esclavos, admitiéndolos a las mismas danzas, mesas y sacrificios.
En la época de Pausanias aún existía una ciudad llamada Iolaïa en Cerdeña, donde Yolao era adorado como un héro.
En Tebas, donde se le reconocía como el erómenos de Heracles, había una tumba en su honor, a la que los amantes acudían a proclamar fidelidad a su pareja y al héroe, y el amante regalaba a su amado una armadura cuando éste alcanzaba la mayoría de edad. Esta tumba todavía existía en el siglo II a. C. Los dos gimnasios de Tebas estaban dedicados uno a Heracles y otro a Yolao. Para honrar a este último, los tebanos crearon un festival atlético anual llamado "la yolea".
(es.wikipedia.org)

5 Νοεμβρίου 2010

Η ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΘΗΒΑ

La pederastia tebana era una costumbre social que consistía en educar a los adolescentes tebanos de clase alta para que enfrentasen las responsabilidades de la vida adulta a través de una relación amorosa y sexual con un aristócrata adulto. Se cree que dicha costumbre se introdujo en los tiempos de la invasión doria, alrededor del 1200 a. C., o en la Época Arcaica, poco después del 630 a. C., que fue el año en que se introdujo en Creta según otra teoría.
Esta costumbre se reflejaba en la religión, como lo indican varios mitos de temática pederasta. También estaba integrada en la vida militar de la ciudad, tanto en el entrenamiento de los soldados como en la propia guerra.
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Mosaico romano que representa a Heracles y Yolao
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Mitología
En Tebas, la principal polis de la región de Beocia, un famoso foco pederasta, esta práctica ya estaba en el mito de la fundación de la ciudad. Dicho mito pretendía enseñar su moraleja a través de un contraejemplo: muestra a Layo, un héroe divino y uno de los ancestros míticos de los tebanos, en el papel de un amante que traiciona a su padre y viola a su hijo, Crisipo. Los dioses le dieron un castigo ejemplar por este doble delito, y este castigo no sólo lo sufrió Layo sino también su propio hijo, Edipo, y los hijos de éste. En lo que parece un intento de enfatizar el crimen de Layo, los antiguos no representaban a su víctima como un adolescente -como solían aparecer los erómenoi en la cerámica griega- sino como un niño, en referencia al desprecio que sentían los griegos por los hombres que perseguían a menores de edad. El mito de Layo y Crisipo le valió a Tebas la distinción de ser, dentro del continente griego, la "fuente legendaria de la pederastia".
Otro mito beocio de temática pederasta es la historia del héroe Narciso de Tespias, un mito que, en su forma arcaica, advertía a los adolescentes de que no debían ser crueles con sus amantes.
Yolao era otro héroe pederasta al que honraban en Tebas. Allí se le reconocía como el erómenos de Heracles y tenía una tumba en su honor, a la que los amantes acudían a proclamar fidelidad a su pareja y al héroe, y el amante regalaba a su amado una armadura cuando éste alcanzaba la mayoría de edad. Esta tumba todavía existía en el siglo II a. C. Los dos gimnasios de Tebas estaban dedicados uno a Heracles y otro a Yolao. Para honrar a este último, los tebanos crearon un festival atlético anual llamado "la yolea".
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Louis Gallait - The Death of Epaminondas
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Historia y práctica
La pederastia tebana no fue el resultado del "desastre de Layo", sino que fueron los legisladores tebanos los que instituyeron la pederastia como un instrumento educacional para muchachos, con el objetivo de "ablandar, mientras fueran jóvenes, su fiereza natural," y "templar las maneras y caracteres de la juventud." Jenofonte señala que "entre los beocios, hombre y muchacho viven juntos, como personas casadas." Cuando el muchacho alcanzaba la edad necesaria para servir en el ejército, su amante le presentaba todas las armas que requeriría.
Un legislador tebano famoso por su relación homoerótica fue Filolao de Crotona, un corintio que se asentó en Tebas y que tuvo en su amado al atleta olímpico también corintio Diocles. Su relación duró toda la vida y pudo no haber sido pederasta.
Hacia el final del periodo clásico de la historia tebana, Górgidas, un conocido hombre de estado y general formó un batallón militar compuesto de 150 parejas de hombres junto a sus jóvenes amantes, conocido como el Batallón Sagrado de Tebas, que mantuvo la reputación de imbatibilidad hasta que cayó en la batalla contra Filipo II de Macedonia en Queronea en el 338 a. C.
Las fuentes contemporáneas (en su mayoría atenienses) parecen indicar que la pederastia en Tebas era más libre que en otras ciudades (de hecho, no tenía obstáculos), y en su mayoría se refieren a los tebanos como los "marranos beocios" por sus maneras rurales. En El banquete de Platón, el personaje de Pausanias explica que las reglas de Tebas animan a los muchachos a satisfacer a sus amantes sexualmente, para librar a los hombres de la carga de tener que convencer a los muchachos (supuestamente, más difícil para los tebanos a tenor de sus pobres habilidades oratorias). Los contextos cómicos y filosóficos del trabajo de Platón, sin embargo, deben tenerse en cuenta a la hora de considerar la veracidad de esta afirmación. Los estudios comparativos modernos sugieren que esta panorámica de la pederastia tebana es inexacta, resultado de las actitudes nacionalistas y xenófobas por parte de los escritores.
Píndaro, un poeta tebano que es una de las escasas fuentes primarias de la pederastia tebana, presenta una visión más convencional, en la que el atletismo y el deseo sexual están íntimamente relacionados. De la misma manera, las pinturas en cerámicas parecen mostrar una serie de prácticas similares a las que se aprecian en las vasijas de Atenas y Corinto.

Amantes famosos
Epaminondas intimó con un joven de nombre Micitos. Plutarco también menciona a dos de sus amados (erómenos): Asópico, quien peleó junto a él en la batalla de Leuctra, donde se distinguió sobremanera; y Capisdoros, quien cayó junto a Epaminondas en Matinea y fue enterrado a su lado. (es.wikipedia.org)

30 Οκτωβρίου 2010

ΙΠΠΟΘΑΛΗΣ - ΛΥΣΙΣ. Ο ΕΥΓΕΝΗΣ ΕΡΩΣ

450 a.C., Staatliche Antikensammlung, Múnich
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Iba de la Academia al Liceo por el camino de las afueras a lo largo de las murallas, cuando al llegar cerca de la puerta pequeña que se encuentra en el origen del Panopo, encontré a Hipotales, hijo de Hierónimo, y a Ctesipo del pueblo de Peanea, en medio de un grupo numeroso de jóvenes.
[...]
—Hipotales, hijo de Hierónimo, le dije, no tengo necesidad de que me digas, si amas o no amas; me consta, no sólo que tú amas, sino también que has llevado muy adelante tus amores. Es cierto que en todas las demás cosas soy un hombre inútil y nulo, pero Dios me ha hecho gracia de un don particular que es el de conocer a primer golpe de vista el que ama y el que es amado.
Al oír estas palabras, se ruborizó mucho más.
—¡Vaya una cosa singular! Hipotales, dijo Ctesipo. Te ruborizas delante de Sócrates y tienes reparo en descubrir el nombre que quiere saber, cuando por poco tiempo que permanezca cerca de tí, se fastidiará hasta la saciedad de oírtelo repetir. Sí, Sócrates, nos tiene llenos y hasta ensordecidos con el nombre de Lisis; y sobre todo, cuando se excede algo en la bebida, se nos figura, al despertar al día siguiente, estar oyendo el nombre de Lisis. Y todavía es disimulable, cuando sólo lo hace en prosa en la conversación, pero no se limita a esto, sino que nos inunda con sus piezas en verso. Y lo intolerable es el oírle cantar en loor de su querido con una voz admirable; sin embargo, nos precisa a escucharle. Y ahora viene ruborizándose al oír tus preguntas.
—Ese Lisis, le dije, es muy joven a mi entender. Supongo esto, porque al nombrarle tú, no he podido recordarle.
—En efecto, sólo se le conoce con el nombre de su padre, que todos saben quién es. Pero debes conocerle de vista, porque para esto basta haberle visto una vez.
—Dime, ¿de quién es hijo?
—Es el hijo mayor de Demócrates, del pueblo de Exonea.
—Tus amores, Hipotales, son nobles, y te honran en todos conceptos

Platón: Lisis

(todo el texto aquí)

24 Οκτωβρίου 2010

ΑΡΜΟΔΙΟΣ ΚΑΙ ΑΡΙΣΤΟΓΕΙΤΩΝ. ΟΙ ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΤΥΡΑΝΝΟΚΤΟΝΟΙ 2

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A la muerte de Pisístrato retuvieron el poder sus hijos, y llevaban adelante los asuntos públicos de la misma manera. Eran de su esposa legítima dos, Hipias e Hiparco, y dos de la argiva, Iofón y Hegesñistrato, cuyo sobrenombre esra Tésalo. (…) Eran soberanos en los asuntos públicos, por su dignidad y por su edad, Hiparco e Hipias; siendo el mayor Hipias y de natural político y prudente, estaba al frente del poder. Hiparco eran amigo de diversiones, enamoradizo y amante de la musas (éste fue el que invitó a Anacreonte, a Simónides y a los demás poetas). Tésalo era mucho más joven, y en sus maneras atrevido e insolente, de lo cual les sobrevino el comienzo de todos los males. Pues se enamoró de Harmodio, y fracasando en su amor, no contuvo la ira, sino que la manifestó amargamente en todo; y, por fin, cuando la hermana de aquél iba a llevar la canastilla en las Panateneas, se lo impidió tildando a Harmodio y que con Aristogitón llevasen a cabo la hazaña con la participación de muchos: en las Panateneas, vigilaban a Hipias en la Acrópolis (pues era éste casualmente el que recibía la procesión, e Hiparco era el que la conducía), y al ver a uno de los cómplices en la traición que se comunicaba con Hipias afablemente, y pensando que los estaba denunciando, quisieron hacer algo antes de ser apresados, bajaron y se dieron muerte a Hiparco que ordenaba la procesión junto al Leocoreo, pero estropearon todo lo tramado. De ellos, Harmodio murió inmediatamente a manos de los de la Guardia, y Aristogitón fue apresado más tarde y durante mucho tiempo maltratado. Acusó en las torturas a muchos que eran por nacimiento distinguidos y amigos de los tiranos. Así no pudieron de momento encontrar ninguna huella de la conspiración; pero la historia que se cuente de que Hipias despojando de las armas a los de la procesión decubrió los que tenían puñales, no es verdadera, pues no iban entonces en la procesión con armas, sino que esto lo dispuso el pueblo más tarde. Acusó a los amigos del tirano, según dicen los de las clases populares, deliberadamente, para que incurrieran en impiedad y, al mismo tiempo, se debilitaran, dando muerte a inocentes y a sus propios amigos; pero según algunos dicen, no inventó, sino que denunció a los cómplices. Finalmente, viendo que no podía morir por mucho que hiciera, prometió que iba a denunciar a otros muchos y persuadió a Hipias de que, en prueba de confianza, le diera la mano. Una vez que la cogió, le reprochó el haber dado el haber dado la mano al asesino de su hermano, y exasperó tanto a Hipias, que no se contuvo y sacando la espada lo mató.
Después de esto, sucedió que la tiranía se hizo mucho más dura, pues por vengar a su hermano y por haber matado y desterrado a muchos, se hizo para todos no digno de fiar y cruel.

Aristóteles: Constitución de los Atenienses (Gredos, 1984)
Trad.: Manuela García Valdés

Cabeza de Harmodio (copia romana), Museo Metropolitano, Nueva York
Cabeza de Aristogitón (copia romana), Museo Archeologico de Campi Flegrei
Tiranicidas (ca. 400 a.C), Museo de Bellas Artes, Boston

18 Οκτωβρίου 2010

ΑΡΜΟΔΙΟΣ ΚΑΙ ΑΡΙΣΤΟΓΕΙΤΩΝ. ΟΙ ΕΡΩΤΕΥΜΕΝΟΙ ΤΥΡΑΝΝΟΚΤΟΝΟΙ 1

54. La proeza de Aristogitón y Harmodio tuvo su origen en un caso de amor, caso con el que, extendiéndome algo más, demostraré que ni los propios atenienses ni los demás hablan con exactitud ni de sus tiranos ni de lo sucedido. Cuando murió Pisístrato, ya anciano, detentando la tiranía, obtuvo el poder no Hiparco, como muchos creen, sino Hipias, que era el mayor. Como Harmodio estaba en la flor de la edad, Aristogitón, un ciudadano de clase media, se enamoró y estuvo ligado a él. Objeto Harmodio de los tanteos amorosos de Hiparco, no se deja persuadir y se lo revela a Aristogitón. Éste, muy dolido por su amor y lleno de temor ante el poder de Hiparco, por si intenta atraérselo por la fuerza, empieza a tramar el derrocamiento de la tiranía recurriendo al prestigio de que goza.
Entre tanto, Hiparco, como tras nuevos intentos no consiguió por ello persuadir más a Harmodio sin recurrir a acciones violentas, buscaba un modo encubierto de vilipendiarle y que no diese a entender que era por eso.
Ni siquiera resultaba molesto para la mayoría en las otras facetas del ejercicio de su poder, sino que su actitud no provocaba antipatías. Esos tiranos actuaron en la inmensa mayoría de los casos con generosidad e inteligencia, y, exigiendo a los atenienses tan sólo la vigésima parte de sus productos, embellecieron su ciudad, sostuvieron las guerras y continuaron con los sacrificios. Por lo demás la ciudad seguía gobernándose por las leyes vigentes antaño, con la única excepción de que procuraban ejercer siempre algún caso. (…)
55. (…) Fue Hiparco, debido al renombre que alcanzó por su desgracia sentimental, quien en tiempos posteriores fue considerado tirano.
56. el caso es que Hiparco, tal como había planeado, humilló a Harmodio por haber rechazado sus intentos. Efectivamente, después de haber invitado como canéfora de una procesión a una hermana suya que estaba soltera, la despidió diciendo que para empezar ni siquiera se la había invitado por no creerla digna de ello. Aunque Harmodio lo tomó a mal, mucho más se enojó Aristogitón por su causa. Habían llevado a cabo todos los preparativos junto con los que colaboraban en la empresa, pero aguardaban a las Grandes Panateneas, único día en el que no resultaba sospechoso que formaran grupos armados los ciudadanos que participaban en la procesión. Ellos deberían empezar y enseguida les apoyarían en su lucha contra su escolta. Por rezones de seguridad no eran muchos los conjurados, pues esperaban que incluso quienes no lo supiesen de antemano, mientras tuvieran armas, querrían al instante colaborar con ellos a la propia liberación en cualquier golpe de audacia que intentasen.
57. el día de la fiesta, Mientras Hipias estaba en las afueras, en el llamado Cerámico, acompañado de su escolta, Harmodio y Aristogitón armados de puñales se aprestaban a la acción. Pero cuando vieron que uno de los conjurados hablaba familiarmente con Hipias, pues era fácil abordarle, se llenaron de temor pensando que habían sido delatados y prácticamente estaban presos. Entonces, antes de que fueran apresados, quisieron tomar venganza, si podían, del que había causado su aflicción y por cuya culpa corrían peligro. Sin más, se lanzaron puertas adentro y encontraron a Hiparco junto al denominado Leocorio; atacándole de inmediato de manera irreflexiva y airada, el uno por amor, el otro por el ultraje, le hirieron repetidamente hasta matarle. De momento, Aristogitón logró escabullirse de la escolta, al arremolinarse la muchedumbre, pero apresado después, no fue tratado de modo agradable. Harmodio pereció allí mismo al instante.
58. Cuando se informó a Hipias en el Cerámico. Este no fue enseguida al lugar del suceso, sino a donde estaban los hoplitas de la procesión, antes de que se enterasen, ya que se encontraban lejos. Fingiendo de modo que no se revelasen en su rostro la desgracia, les indicó un lugar y les dio orden de que acudiesen allí sin las armas.
Ellos fueron por creer que les iba a decir algo importante; pero Hipias, después de ordenar a su escolta que recogiese las armas, empezó a sacar a quienes creía culpable así como a todos el que se encontró con un puñal, ya que era costumbre participar en la procesión armado de lanza y escudo.
59. De este modo, por una pena de amor, se inició la conspiración y se dio en Harmodio y Aristogitón un atrevimiento irreflexivo motivado por el pánico del momento.
Después de esos hechos la tiranía se hizo más dura para los atenienses, y Hipias, con más recelos que antes, llevaba a la muerte a muchos ciudadanos mientras empezaba a dirigir su atención al exterior, por si encontraba en alguna parte seguridad para sí en caso de cambio político.

Tucídides: Historia de la Guerra del Peloponeso (Cátedra, 1988)
Traducción: Francisco Romero Cruz
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Harmodio y Aristogitón, copia romana de la estatua Ateniense de Kritios y Nesiotes

12 Οκτωβρίου 2010

Η ΑΝΔΡΙΚΗ ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΕΛΛΑΔΑ 4


Homofíla y actividades gímnicas.
Las relaciones entre las actividades del gimnasio y el amor por los jóvenes están confirmadas incluso por una ley de Solón, que nos remonta a comienzos del siglo VI. Citada por Esqines en el s. IV esta disposición prohibía a los esclavos practicar los ejercicios del gimnasio y establecer allí relaciones amorosas (paiderastein ou eran) con los adolescentes de condición libre. La anécdota cuenta que el tirano Polícrates de Samos habría hecho destruir las palestras para poner fin a las relaciones eróticas, y en consecuencia, a las philíai que allí se entablaban. Paradójico para quien haya leído a Íbico, este relato anecdótico va en el mismo sentido. En cuanto a los metecos, hombres libres privados de la ciudadanía, acabamos de ver que el culto les reservaba un Eros rival.
Es evidentemente desde la perspectiva de esta referencia institucional como hay que leer las numerosas desapariciones prematuras de adolescentes, eromenoi murtos accidentalmente, o raptados por un erastés en el curso de un ejercicio de gimnasio. Ya se trate del tierno Jacinto alcanzado por el disco que lanzó la mano de su erastés Apolo, o de Crisipo, el hijo de Pélope raptado por Layo, que se prendó del joven cuando le ensañaba el arte de conducir carros, o, mucho más tarde, del joven troyano Anteo, amado de Paris y muerto a manos de su amante durante unos juegos gímnicos, esas muertes o raptos, menos iniciáticos y narrativos, fijan la atención del oyente sobre la combinación de la relación de homofilia con la educación recibida por medio de las actividades del gimnasio. Es también éste el momento de recordar la figura de Yolao, el joven tebano amado y ayudante de Heracles. Venerado especialmente en Tebas durante una fiesta atlética que llevaba su nombre, tenía allí su sepulcro; situado en el exterior de la puerta Prétide, este mnema estaba cercano al estadio y a un gimnasio bautizado también con el nombre de Yolao. Era allí, donde, según nos dice Aristóteles, los erastaí y los erómenoi prestaban juramento de fidelidad (písteis).
Por otra parte, la iconografía de fines de la época arcaica y de los comienzos de la época clásica dibuja mediante los signos distintivos el segundo espacio, junto al banquete, que sirve de decoración a las escenas de cortejo y del amor homófilo. Escenas en general marcadas por la presencia de un animal, de corral o salvaje, pero domesticado. Este animal, regalo del adulto al erómenos, parece de materializar el contrato de philía propuesto al joven, él también domesticado desde ese momento. Se encontrará así en el regalo del animal la correspondencia icónica de la metáfora textual del erastés sometiendo al yugo y domesticando al erómenos. Sin duda, al hacernos asistir con preferencia a la caza de esos animales domesticados en las escenas de cortejo, los ilustradores del período arcaico parecen haber sido sensibles a una fase anterior al contrato erótico entre adulto y adolescente; el hecho mismo de que esas panteras o esas liebres sean cazadas y después domadas no por los adolescentes, sino por los adultos, impide darles a estas imágenes la interpretación iniciática que sugieren. ¡Si hay iniciación, tiene lugar no en la caza, sino en el gimnasio o en sus cercanías!
Más allá de la distancia satírica que adoptan respecto a las prácticas homoeróticas, sobre la que volveremos a tratar, los textos de Aristófanes contienen testimonios de la influencia de las actividades del gimnasio en el desarrollo de las relaciones homófilas. (…) Al indagar sobre el origen del amor por los bellos jóvenes, Cicerón lo encuentra naturalmente en los gimnasios de los griegos, «in quibus isti liberi et concessisunt amores».

Claude Calame: Eros en la Antigua Grecia (Akal, 2002)

6 Οκτωβρίου 2010

Η ΑΝΔΡΙΚΗ ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΕΛΛΑΔΑ 3

475 a.C, Museo de Vaticano
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La Homosexualidad masculina en la Antigua Grecia 3

Las relaciones homosexuales griegas en su vertiente pederástica se contemplaban dentro de la sociedad griega como una relación sexual normal y practicada por la mayoría de los individuos.
Este tipo de relaciones estaban estrechamente ligadas a la sociabilidad masculina, al mundo del banquete, del que se excluían las mujeres decentes, las esposas. Por tanto, no es de extrañar que en la perspectiva griega este tipo de relación amorosa se considerase superior a la mantenida con las mujeres puesto que estas no podían ser compañeras de la vida social masculina.
En el centro de la organización social se situaba la relación homosexual que daba la vida al varón adulto dentro del grupo social, en tanto que por medio de ella se creaba el hombre como individuo social, como adulto con derechos y no ya como un niño.
Dado el carácter pederástico de este tipo de relaciones, las ciudades, como, por ejemplo, Atenas, se esforzaron por garantizar que éstas se desarrollasen dentro de los límites de la educación de los jóvenes. Las relaciones homosexuales entre jóvenes y adultos duraban un período de tiempo delimitado que finalizaba una vez que el muchacho había alcanzado la madurez, con la cual debía abandonar su papel sexual pasivo como amado para pasar a asumir su paèl bisexual activo de amante, como esposo y como educador de un joven.
Es, precisamente, en esta diferenciación entre papelas sexuales activos y pasivos donde radica, fundamentalmente la crítica griega a la relación homosexual no pederástica o a la prostitución masculina. En ambas, el varón adulto que aceptaba jugar un papel pasivo contravenía el rol sexual que socialmente le correspondía. Así pues, podríamos definir este tipo de relación homosexual no pederástica como improductiva, puesto que tiene por fin la satisfacción sexual y amorosa de ambos individuos pero no supone labor educativa alguna.
La pederastia griega puede, por tanto, ser definida como una relación sexual productiva puesto que, por medio de ella, los muchachos llegaban a hacerse hombres, era como una especie de rito iniciático en el que el joven completaba su educación con vistas a su futuro papel de ciudadano.
Frente a la relación heterosexual, encargada, evidentemente, de traer nuevos individuos al mundo, la homosexualidad pederástica griega era la relación sexual por medio de la cual se aportaban ciudadanos a la comunidad política. Con ella se producía el proceso que podíamos denominar como de nacimiento social, a cuya finalización el muchacho abandonaba el indefinido mundo de la infancia para ingresar en el mundo de los hombres, en la ciudad y en la vida política. (…)

Francisco Javier González García: Mito e ideología. Supremacía masculina y sometimiento femenino en el mundo griego antiguo
en Los orígenes de la mitología griega (Acal, 1996)

30 Σεπτεμβρίου 2010

Η ΑΝΔΡΙΚΗ ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΕΛΛΑΔΑ 2γ

Arquero barbudo que saluda a un cazador joven que lleva una gamuza, un ofrecimiento para Hermes Kedritēs
Creta, 670-650 a.C., Museo de Louvre
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La Homosexualidad masculina en la Antigua Grecia 2c

Diversidad de tradiciones
Por otro lado, uno de los mitos que explica los orígenes de la pederastia es el de Minos, el Rey de Creta.
El amante anunciaba a sus amigos su decisión de proceder al rapto del muchacho con tres o cuatro días de antelación. Desde ese momento, resultaría vergonzoso ocultar al muchacho o prohibirle acudir al punto de cita, porque esto significaría que no merecía el honor de ser el amante del adulto. Cuando se encontraban, y si el amante era del mismo rango social o de un rango superior al del muchacho, se perseguía al secuestrador sólo por la tradición de mantener las apariencias, pero en realidad los padres estaban encantados de dejarle ir, aunque el ritual imponía seguirlos hasta la casa del amante. Pero si el amante era de rango inferior, el rapto se producía incluso con recurso a la fuerza. Quien sólo destacaba por su belleza era considerado como menos deseable que aquél que destacaba por su valor y su virtud. El muchacho recibía un presente de su amante, que le llevaba donde él deseaba. Los testigos del rapto les acompañaban y a continuación tenía lugar un festín, tras el que volvían a la ciudad. Dos meses después, el muchacho volvía a casa, cargado de ricos presentes. [Tres presentes tradicionales representaban la fundación simbólica de la entrada del muchacho en la vida adulta: una armadura, que simbolizaba la destreza en las artes guerreras; un toro, que simbolizaba la obligación de arar la tierra; y un cáliz, que simbolizaba el embriagamiento divino como camino a los éxitos del espíritu]. Muchos eran los presentes valiosos, y los amigos del amante contribuían a su adquisición. Al volver a su casa, el joven sacrificaba el toro a Zeus e invitaba a sus amigos a un festín. [Debía, en ese momento, responder a la pregunta ritual de si le había gustado o no la relación con su secuestrador, una tradición cuya finalidad probablemente era impedir que los amantes intentasen aprovecharse de su posición]. Pero cuando un muchacho hermoso de buena familia no podía encontrar amante, era una marca de deshonor, porque se presumía que el motivo era que su carácter no le hacía digno de ello. Los muchachos distinguidos con el secuestro gozaban de gran reconocimiento social. Obtenían los mejores puestos en los bailes en grupo y en las carreras y podían llevar los adornos que les habían regalado sus amantes, como prueba de distinción.
Las tribus griegas dóricas, como por ejemplo los espartanos, tenían tradiciones similares, aunque los detalles variaban de un Estado a otro. No obstante, la idea básica seguía siendo la misma: que el amante adulto había de entregar al adolescente una parte de su propio corazón, podríamos decir, transfiriendo su propio areté, esto es, todo lo que en él había de noble y bueno, para facilitar el pasaje del joven de la adolescencia a la madurez. El lazo creado por estas relaciones solía durar más allá de la educación formal del joven. A veces, el hombre más mayor seguía asumiendo responsabilidades para con su pupilo hasta que éste llegaba a la edad de matrimonio, sobre los treinta años.
El poder del amor utilizado con tan buen fin para la educación de los jóvenes griegos también servía para potenciar su motivación, y la de sus amantes, en el campo de batalla. El poder del amor utilizado con tan buen fin para la educación de los jóvenes griegos también servía para potenciar su motivación, y la de sus amantes, en el campo de batalla. El valor de las parejas masculinas, como las que integraban el Batallón Sagrado de Tebas, era bien conocido en toda la antigua Grecia y resultaba un factor importante en la guerra. Las parejas pederásticas también eran denominadas tiranicidas, asesinos de tiranos, porque solían ser las primeras en alzarse contra los déspotas. Armodio y su erastes, Aristogitón, eran quizás la pareja más conocida.

Joven jugando con una liebre, un regalo pederástico,
480 a.C., Museo de Louvre
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Otros aspectos
Aunque los griegos, con su genio creativo, elevaron un impulso humano habitual y utilizaron su poder para mejorar tanto al muchacho como al hombre adulto, el amor entre hombres tenía también otras implicaciones en la vida diaria, a pesar de que, al igual que hoy en día, el matrimonio ideal no era ni mucho menos la única manifestación de deseo entre un hombre y una mujer. La prostitución masculina, por ejemplo, era habitual desde muy al principio. El estadista Solón de Atenas (634-560 a. C, aprox.), autor de numerosas reformas sociales en su ciudad natal, intentó regular este aspecto de la vida sexual. Sus leyes prohibían el ejercicio de la prostitución de los muchachos atenienses nacidos libros, pero no incluían ni a los esclavos ni a los xenoi (extranjeros), que no tenían la ciudadanía ateniense). Los burdeles que suministraban muchachos tenían autorización oficial y pagaban los mismos impuestos que los que ofrecían mujeres o chicas. Muchos estaban integrados por muchachos cautivos que habían sido secuestrados en guerra y cuyos padres habían sido asesinados o vendidos como esclavos. Los muchachos libres a veces también se veían en la necesidad de ofrecer sus servicios al mejor postor.

(historia-homosexualidad.org)

24 Σεπτεμβρίου 2010

Η ΑΝΔΡΙΚΗ ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΕΛΛΑΔΑ 2β

525 a.C, Antikensammlung, Berlín
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La Homosexualidad masculina en la Antigua Grecia 2b

Además de por sus encantos físicos, se valoraba a los jóvenes por sus mentes, que se suponían particularmente capaces de razonar y debatir, por lo que merecían ser cultivadas. Así, el Eros masculino era la fuerza motriz no sólo de lo erótico sino también del lado pedagógico de la pederastia griega. La cultura antigua era totalmente androcéntrica. Para el hombre griego, la esposa no era más que la madre de sus hijos y la encargada del hogar. Con muy pocas excepciones, las mujeres (especialmente las esposas) se veían excluidas de la vida pública e intelectual. Las chicas sólo eran consideradas aptas para mantener conversaciones frívolas y, por ende, no merecían recibir educación. Sólo las hetairas, una categoría de artistas cortesanas, libres de responsabilidades domésticas, podían tomar parte en los debates políticos y filosóficos. Por ello, no se prestaba atención al desarrollo intelectual de la mayoría de las chicas, pero el de los chicos era de la mayor importancia.
La finalidad del sistema educativo griego, la paideia, se resume con las palabras kalos k'agathos, hermoso y bueno), que implican que la belleza del cuerpo y la bondad del alma eran la esencia de la perfección humana (esto es, masculina). Como el amor erótico entre adultos y muchachos intentaba desarrollar esas virtudes, era considerado como el modo más efectivo de cultivar ese ideal. Se decía que Heracles (Hércules) podía desarrollar sus tareas sobrehumanas con más facilidad cuando su amado Iolaos le miraba. Precisamente, la Iolaeia, juegos gimnásticos y ecuestres que tenían lugar en Tebas, tenía por objeto conmemorar esa unión

500 a.c, Staatliche Antikensammlung, Múnich
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La educación de los muchachos tenía lugar en el gimnasio, que era mucho más de lo que hoy entendemos con esa palabra; situado en el centro de todas las ciudades griegas, era el lugar donde muchachos y adultos pasaban buena parte del día dedicados al ejercicio físico e intelectual. Su distribución nos ha sido descrita por el arquitecto romano Vitruvio: constaba de un gran peristilo, esto es un cuadrado con un perímetro de dos estadios (90 metros/270 pies por cada lado); estaba rodeado por tres lados por arcadas sencillas y, por el lado sur, por una arcada doble; dentro estaba el Ephebeion, el lugar donde se entrenaban los epheboi, muchachos ya mayores de edad, esto es, de dieciocho/veinte años. A los lados se hallaban los baños, salas y otras habitaciones a las que acudían filósofos, retóricos, poetas y demás admiradores de la belleza masculina. Tras el peristilo había otras arcadas, una de las cuales se denominaba el xystos, aparentemente destinada al entrenamiento de los adultos; desde allí se accedía a la palestra, el lugar donde se entrenaban los muchachos. Las habitaciones estaban decoradas con obras artísticas de todo tipo, fundamentalmente estatuas de dioses y héroes tales como Hermes, Apolo y las Musas, Heracles y, sobre todo, Eros. El contacto con estas espléndidas obras de arte y la belleza de los cuerpos jóvenes, desarrollados armoniosamente mediante el ejercicio física, son un buen testimonio del entusiasmo de los griegos por la belleza y el eros masculino.
La palabra gimnasio deriva de gymnos, desnudo, y refleja el hecho de que todos los deportes se practicaban sin ropa. Por ello, resulta lógico que el gimnasio fuese el epicentro de la energía erótica. El culto de la desnudez masculina era un fenómeno sumamente habitual de la vida griega y se contemplaba como uno de los hechos diferenciales entre los griegos y sus vecinos bárbaros. No sólo se practicaba la desnudez en los gimnasios sino también en las grandes competiciones nacionales de Olimpia, Nemea y Delfos, así como en el Istmo, así como en celebraciones públicas y privadas, donde los jóvenes coperos solían estar desnudos. La Gimnopedia era un importante festival anual celebrado en Esparta con bailes y presentaciones de muchachos desnudos. Paradójicamente, las autoridades de Esparta intentaban utilizar estos bailes como recompensa para aquellos que luchaban contra la baja natalidad que aquejaba a ese Estado: sólo se admitía como espectadores a los hombres casados.
(historia-homosexualidad.org)

425 a.c., Museo de Arte de San Antonio

18 Σεπτεμβρίου 2010

Η ΑΝΔΡΙΚΗ ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΕΛΛΑΔΑ 2α

7 amantes adolescentes
c. 480 a.C, Museo Archeológico de Torino
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La Homosexualidad masculina en la Antigua Grecia 2a
Es importante, para empezar, definir nuestro vocabulario. El término "homosexualidad", tal y como hoy en día se utiliza e interpreta, no es aplicable a la Grecia clásica por dos motivos. En primer lugar, muchos griegos eran bisexuales. En segundo lugar, la pasión y el amor erótico entre dos hombres adultos, un modelo que ha ganado en tolerancia social en los países más civilizados en las últimas décadas, era inhabitual y considerado ridículo. El amor entre hombres en la Grecia clásica era, por definición entre un hombre adulto y uno joven.
Como en todo, había excepciones, tal y como las bien documentadas entre Alejandro Magno y el novio de su juventud, Hefestión, Orestes y Pilades, o la del héroe mítico Aquiles y su mejor amigo y también amante, Patroclo. No obstante, la relación que definía a Grecia, aceptada o incluso considerada un deber social por el Estado, era el amor intergeneracional. En su forma ideal, se trataba de una relación entre un hombre (llamado erastes, el amante, en Atenas, o el inspirador en Esparta) y un muchacho adolescente (llamado eromenos, el amado, o el oyente, respectivamente). No debemos olvidar que incluso entonces, las opiniones estaban divididas y dieron lugar a un vivo debate entre quienes estaban a favor y en contra de la sexualidad entre hombres.
Las edades de los muchachos que suscitaban las atenciones de los adultos iban desde la adolescencia hasta la temprana edad adulta, tal y como puede verse en las imágenes que nos han llegado en la cerámica y escultura Griega. Las relaciones con muchachos más jóvenes estaban mal vistas, igual que hoy en día (aunque algunos de los amantes jóvenes de los griegos quedaban por debajo de la edad de consentimiento estipulada en muchos países contemporáneos), una característica de madurez de un muchacho era la capacidad de "pensar por sí mismo" frente a las atenciones de un hombre adulto.

Pareja de amantes adultos
c. 475 a.C., Museo Británico
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El hombre griego no sólo debía casarse y tener hijos, sino también debía tener relaciones afectivas y sexuales con muchachos interesantes, no como sustitución del matrimonio sino como su complemento necesario. Así, su camino a través del jardín del amor debía empezar en algún momento de su adolescencia, cuando era cortejado por varios hombres y escogía a uno como su amante. El siguiente punto del camino era el principio de la edad adulta cuando él, a su vez, cortejaba y se alzaba con el amor de un joven deseable, momento en que el itinerario le llevaba a tomar esposa y tener su propia descendencia (naturalmente, esto se prestaba a infinidad de variaciones, algunas nobles y otras, de lo más sórdido, exactamente igual que hoy en día). Esta variedad en la vida fue reflejada en los antiguos mitos sagrados sobre los que se basan los arquetipos de la vida humana y el autoconocimiento.
Todos los griegos conocían la historia de Zeus, que bajó en forma de águila para llevarse a Ganímedes, el muchacho más bonito del mundo, para que fuese su amante en el Monte Olimpo; o la de Apolo y Jacinto, amor de trágico destino, como muchas otras relaciones apasionadas entre dioses o héroes y hermosos jóvenes. No era para los griegos un amor del que no pudiera hablarse sino, al contrario, uno del que se hacía ostentación. Era una de las tradiciones fundamentales de la vida griega, que se practicaba y disfrutaba al máximo. De hecho, era una necesidad social de cuya exploración no prescindían ni poetas ni filósofos. Era un asunto del que se debatía en público como parte integrante de las reflexiones de las mentes más elevadas.
Se consideraba como algo normal que un hombre se sintiese atraído tanto por encantadoras mujeres como por muchachos imberbes. También se aceptaba que algunos hombres se inclinarían más a una de ambas posibilidades. No obstante, los jóvenes muchachos eran considerados el sexo bello por excelencia. El ideal griego de belleza cobraba consistencia en el cuerpo de un muchacho, algo evidente en toda la literatura y el arte griego, desde los inicios más tempranos a los últimos ejemplos. Los debates literarios examinaban la cuestión de qué tipo de amor era preferible, y a menudo se decantaban por el de los jóvenes muchachos. Con excepción de los textos puramente científicos, resulta difícil hallar una obra que no alabe la belleza juvenil masculina, desde las menciones puramente marginales a las descripciones más ricamente elaboradas. Puede apreciarse en las obras de arte hasta qué punto los muchachos eran el parangón de la belleza; se en que se ve con frecuencia en ellas a muchachas con caracteres masculinos. Es más, se ha hallado una gran cantidad de cerámica con representaciones de muchachos, a menudo con kalos (hermoso), mientras que pocas representaciones de mujeres ostentan la forma femenina kale. Incluso el gran escultor Fidias rindió homenaje a su amado esculpiendo kalos Pantarkes en el dedo de la colosal estatua de Zeus en Olimpia.
(historia-homosexualidad.org)

Zeus, Eros y Ganímedes
c. 350 a.C., Museo Ashmolean de Oxford

12 Σεπτεμβρίου 2010

Η ΑΝΔΡΙΚΗ ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΣΤΗΝ ΑΡΧΑΙΑ ΕΛΛΑΔΑ 1β

Amante y amado besándose
Tondo en un kílix ático, del s. 5 a.C. Museo del Louvre.

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HOMOSEXUALIDAD GRIEGA (b)

Por supuesto que debió existir y ser tolerada (si no incurría en excesos) la relación entre varones adultos, pero ese amor carecía de valor institucional como referente o ya en épocas posteriores de valor estético, puesto que el principal canon de belleza, y por tanto de deseo, se hallaba en el muchacho. La belleza de «Hercules Farnesio» (por ejemplo) es más militar o femenina –destinada a las mujeres- o un ideal de gladiadores, pero carece del prestigio de la efebía, que condenado por emperadores cristianos (Teodosio y Justiniano en Bizancio, especialmente) retornará con el Renacimiento como canon estético y apetito de una moral nueva. Naturalmente hablo en términos muy generales y sin entrar en particularidades que habría que tener en cuenta. Los nombres para «amor» y «deseo» en griego clásico son varios y explican matices necesarios en los que ahora no puedo detenerme: Eros, ágape, pothos, himeros, filía, epithumia, charis (más que «gracia») son términos que en la Grecia antigua tienen mucho que ver con los amores homoeróticos… Más fácil, sin embargo, será aclarar las edades a las que aluden los nombres más sabidos: Hasta los dieciocho años hablamos de muchachos («paides»). Para niño se utiliza el diminutivo de «país», «paidíon».
Con dieciocho, diecinueve o veinte años son mozos («meirakia» o «neaniskoi»), pero entre veinte y veintinueve son «hombres jóvenes”»(«neoi»), en tanto que a partir de treinta son ya adultos, mayores («presbutai»). Muy probablemente a partir de los cuarenta se entraba en diferentes modos de senectud… En cualquier caso la edad de la nubilidad –la efebía-, el momento en que podían comenzar las relaciones sexuales, empezaba entre los doce y los catorce años, como para la Iglesia antigua la autorización del matrimonio. El epigrama de Estratón de Sardes, que doy en mi propia versión, aunque ahora políticamente incorrecto, aclara bien ese período inicial:

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Un muchacho de doce años, mucho me encanta:
aunque mucho más deseable es el que tiene trece.
El que tiene dos veces siete es la más dulce flor de los Amores;
pero el que acaba de cumplir tres veces cinco es mejor todavía.
Los dieciséis es la edad de los dioses. Los diecisiete,
tocarlos no me corresponde a mí, sino a Zeus.
Pero si a alguno le gustan de más edad, sale del juego;
está pidiendo ya el “y respondió volviéndose”.

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La fórmula homérica del final indica que ese otro muchacho tomará otro rol sexual. Estratón escribe en el siglo II de nuestra era. Probablemente exageraba, dentro de una antigua tradición que empezó en un mundo diferente…

Hay muchos libros y artículos sobre el tema, algunos traducidos al español. Recomiendo el último que conozco, de donde he tomado la precisión sobre las edades muchachiles: The greeks and the greek love, de James Davidson, Weidnfeld & Nicolson, Londres, 2007.

Luis Antonio de Villena: Biblioteca de clásicos para uso de modernos. Diccionario personal sobre Griegos y Latinos (Gredos, 2008)


Amantes adultos,
c. 530 a.C.
, Museo Británico
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