20 Δεκεμβρίου 2008

ΟΙ ΕΡΩΤΕΣ ΤΟΥ ΜΕΓΑΛΟΥ ΑΛΕΞΑΝΔΡΟΥ

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Theophilos / Grecia
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Generalmente se considera que el apego emocional más grande que tuvo Alejandro fue por su compañero, comandante de caballería y posible amante, Hefestión. Probablemente fueron amigos desde la niñez, dado que Hefestión también recibió educación en la corte del padre de Alejandro. Hefestión hace su aparición en la historia en el momento en que Alejandro alcanza Troya. Allí ambos amigos hacen sacrificios en los altares de los héroes de la Ilíada; Alejandro honrando a Aquiles y Hefestión a Patroclo. Como Aeliano (o Eliano) en su Varia Historia (12,7) afirma, “de esa manera Alejandro implicó que él (Hefestión) era su objeto de amor, como Patroclo lo fue de Aquiles”.
Muchos discutieron su sexualidad ambivalente. La carta 24 atribuida a Diógenes de Sinope aunque escrita en el primer o segundo siglo de nuestra era, y reflejando probablemente los chismes de los días de Alejandro expresa que amonestó a Alejandro diciendo “Si quieres ser hermoso y bueno (kalos kai agathos), arroja ese trapo que tienes sobre tu cabeza y ven con nosotros. Pero no serás capaz de hacerlo, dado que estás dominado por los muslos de Hefestión.” Y Curtius relata que “Alejandro despreciaba los placeres sensuales a tal grado que su madre estaba ansiosa por temor de que éste no le dejase descendencia.” Para agudizar su apetito por las mujeres el rey Filipo (quien ya había reprochado a su hijo por cantar en voz demasiado aguda), junto a su madre Olimpia, trajo a una costosa cortesana llamada Kallixeina. Pero no todos los antiguos pensaban igual. Eumenes (370-265) afirmaba que Alejandro “no se sentía a gusto con el sexo".
Posteriormente, a lo largo de su vida, Alejandro se casó con varias princesas de los anteriores territorios persas: Roxana de Bactriana, Estateira, hija de Dario III, y Parysatis, hija de Oco. Alejandro fue padre de al menos dos niños: Hércules, nacido en el 327 adC de su concubina Barsine, hija del sátrapa Artabazo II de Frigia Helespóntica, y Alejandro IV de Macedonia, de Roxana, en el 323 adC.
Curtio mantiene que Alejandro también tomó como amante a “... Bagoas, un eunuco de excepcional belleza y en la flor de su juventud, con el cual Darío había intimado y con el cual Alejandro luego intimaría” (VI.5.23) (en la antigüedad los eunucos solían ser emasculados sólo de las gónadas). Eumenes escribe que, antes de aventurarse aún más al Este, Alejandro instaló a Bagoas en una villa en las afueras de Babilonia y requirió a todos sus oficiales y cortesanos “ya fuesen griegos o persas” a rendirle honores (esto es, a presentarle costosos regalos). El favor de Alejandro por Bagoas es también obvio con el subsiguiente nombramiento de éste como uno de los trierarcas, quienes eran hombres de carácter que supervisaban y financiaban la construcción de barcos para el viaje de regreso a la patria. Su relación parece haber sido bien conocida entre sus tropas, ya que Plutarco relata un episodio (también mencionado por Athenaios y Dicaearco) durante unos festejos cuando regresaban de la India, en los cuales sus hombres clamaban a Alejandro que besase abiertamente a Bagoas, accediendo a esta solicitud. Cualquiera que fuese su relación con Bagoas, no fue impedimento para que éste tuviese relaciones con su reina: seis meses después de la muerte de Alejandro, Roxana dio a luz a su hijo y heredero Alejandro IV. Además de Bagoas, Curtio menciona otro amante de Alejandro, Euxenippos, “cuya joven belleza lo llenaba de entusiasmo” (VII,9,19).
(http://www.wikipedia.org/)
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Museo de Pella (siglo III a.C.)

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