20 Αυγούστου 2008

ΕΛΛΑΔΑ. Η ΧΩΡΑ ΤΗΣ ΟΜΟΡΦΙΑΣ

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Afrodita - Hermes
.
XII
Urania, venus celestial, inspira
mi amor, rebelde a Venus genitora
la del vulgar amor inspiradora
que vida enciende en su inflamada pira.
Al goce sólo celestial aspira
mi amor, de la belleza arrobadora,
y la bellaza celestial adora
cuando en humano ser la ama y admira.
En ti fue, ¡oh Grecia!, sin dolor ni pena
toda humana belleza idolatrada.
Hermes, cual Afrodita, culto ordena,
y en la inmortal, olímpica morada,
el aúrea copa de los dioses llena
Hebe, con Ganimédes alterada.

Jacinto Benavente / España

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Jacinto Benavente y Martínez Galapagar (Madrid), 12 de agosto de 1866 - Galapagar (Madrid), 14 de julio de 1954). Dramaturgo y director, guionista y productor de cine español
Era hijo del notable médico pediatra Mariano Benavente, circunstancia que suele relacionarse por el interés que mostró por la infancia en su libro Niños (1917) y en sus obras de teatro infantil.

Inició los estudios de derecho en la Universidad Central de Madrid, pero, a la muerte de su padre (1885), los abandonó para dedicarse a la literatura. Durante algún tiempo fue empresario de circo.

Ingresó en la Real Academia Española en 1912, ocupó en 1918 un escaño en el Congreso de los diputados y en 1947 asumió, a título honorario, la presidencia de la Confederación Internacional de Sociedades de Autores y Compositores. En 1924 recibió el título de hijo predilecto de Madrid concedido por su Ayuntamiento. Conquistó preciados galardones: Premio Nobel de Literatura en 1922 ("por haber continuado dignamente las tradiciones del teatro español"), Gran Cruz de Alfonso X el Sabio en 1924, Medalla de Mérito en el Trabajo en 1950.

Su notoria condición de homosexual tuvo mucho que ver con que en los años 1940 se retirara su nombre de las principales carteleras, aunque luego regresara a Madrid varios años después para alegría de sus seguidores.

Obra
Abordó casi todos los géneros teatrales: tragedia, comedia, drama, sainete. Todos los ambientes encontraron cabida y expresión cabal en su escena: el rural y el urbano, el plebeyo y el aristocrático. Su teatro constituye una galería completa de tipos humanos. La comedia benaventina típica, costumbrista, moderna, incisiva, supone una reacción contra el melodramatismo desorbitado de Echegaray. Lejos del aparato efectista de este último, Benavente construye sus obras tomando como fundamento la vida. Realismo, naturalidad y verosimilitud son los tres supuestos de que parte su arte, sin excluir en muchos momentos cierto hálito de poesía o de exquisita ironía. Conoce perfectamente todos los recursos escénicos y sabe dar relieve dramático a las acciones más intrascendentes. En realidad puede decirse que con su primera obra, El nido ajeno (1894), en que plantea un problema de celos entre hermanos, abre un nuevo periodo en la dramaturgia española.

En Cartas a mujeres (1893) se advierte ya su interés por la psicología femenina, característica que aparecerá en toda su actuación teatral; El nido ajeno (1894), Gente conocida (1896) y La comida de las fieras (1898) constituyen una reacción contra el teatro moralizador de Tamayo o de Galdós.

A partir de 1901, su teatro adquiere mayor profundidad con obras como La noche del sábado (1903), «novela escénica» impregnada de poesía; El dragón del fuego (1903) y Los intereses creados (1907), hábil combinación de sátira y humor, donde culmina su arte innovador. En ella se ponen en movimiento los personajes de la «commedia dell'arte» italiana, con psicología española, y se hace una sutil y perspicaz crítica del positivismo imperante en la sociedad contemporánea. La obra logró tan entusiasta acogida, que el público enfervorizado llevara a su autor en hombros hasta su domicilio, al término de su representación en el Teatro Lara de Madrid.

En 1908 estrenó La fuerza bruta, fundando al año siguiente, junto con el actor Porredón, un teatro para niños. En otras obras los principios educativos se mezclan con ambientes y motivos fantásticos (El príncipe que todo lo aprendió en libros, 1910).

En Señora ama (1908) y La malquerida (1913), ambas de ambiente rural, inspiradas en el pueblo de Toledo en el que pasó largos periodos de tiempo, presenta como personajes centrales caracteres femeninos dominados sexualmente por hombres de escasa altura moral.
En total había escrito 172 obras cuando murió, entre las que cabe destacar:

Rosas de otoño (1905), comedia sentimental, de moderno romanticismo.
Los intereses creados (1907), comedia sobre los conflictos de un pícaro con la política.
Señora ama (1908), penetrante estudio psicológico de una mujer asediada por los celos.
El nietecito (1910), Comedia en un acto inspirada en un cuento de los hermanos Grimm.
La malquerida (1913), drama rural de sombrío realismo.
La ciudad alegre y confiada (1916), continuación de Los intereses creados.
Campo de armiño (1916)
Lecciones de buen amor (1924)
La mariposa que voló sobre el mar (1926)
Pepa Doncel (1928)
Vidas cruzadas (1929)
Aves y pájaros (1940)
La honradez de la cerradura (1942), comedia burguesa de crítica sobre la moral hipócrita y el adulterio.
La infanzona (1945).
Titania (1946), Sainete mitológico al estilo del "Sueño de una noche de verano" de Shakespeare.
La infanzona (1947)
Abdicación (1948)
Ha llegado Don Juan (1952)
El alfiler en la boca (1954).
Cultivó además la poesía (Versos, 1893), el cuento, el periodismo y otras modalidades literarias (Cartas de mujeres, 1893; Pensamientos, 1931) con muy destacado acierto.

Crítico de teatro en el periódico El Imparcial, recogió sus artículos en De sobremesa (1910, 5 volúmenes), El teatro del pueblo, Acotaciones (1914) y Crónicas y diálogos (1916).


Adaptaciones al cine [editar]Atento a la innovación que supuso para el mundo del teatro y la literatura la puesta en imágenes de historias con la llegada del «cinematógrafo», comandó una adaptación de su célebre Los intereses creados en 1911 que, según los historiadores de cine es la mejor traslación a la pantalla de una obra suya. Si no se ha hecho ninguna obra maestra más con sus historias, quedan en el recuerdo un par de títulos no memorables pero sí apreciables: La malquerida (1939, José López Tarso); Vidas cruzadas (1942, Luis Marquina); La noche del sábado (1950, Rafael Gil); Pepa Doncel (1969).

Comentarios sobre el estilo
Su penetración y conocimiento del idioma castellano son destacados, introduciendo hábiles críticas sobre el mal uso que de él se hace en los ambientes cotidianos. Es especialmente sutil en la ironía con que denuncia la manipulación que del entendimiento puede hacerse desde medios jurídicos, políticos o informativos, con la alteración de la sintaxis y lexicografía (véase la conclusión de Los intereses creados, donde una sentencia acusatoria se trueca en exculpatoria, con la simple transposición de una coma). Su intelecto semántico excede claramente el de otros autores, no menos dignos, de la lengua cervantina; siendo posible encontrar una remembranza del arte expresivo de Oscar Wilde.

(wikipedia.org)

Tres_Leches είπε...

JACINTO BENAVENTE: Teatro para burgueses
(c) 2006 by J.C. Planells


Nuestro segundo premio Nobel no está tan olvidado como el primero, José de Echegaray, pero anda en ello. Valle-Inclán llamaba a Echegaray el "Viejo Idiota", y en cierta ocasión que escribió a un amigo de Madrid que residía en la calle José de Echegaray, puso en el sobre; "calle del Viejo Idiota", y la carta llegó sin problemas a su destinatario... Hace décadas y más décadas que el teatro de Echegaray roza el horror por ridículo y anticuado; en fin, ya lo rozaba ya en vida. Conviene, dicho sea de paso, tener presente que a Galdós le fue protestada la candidatura al Nobel repetidas veces por razones exclusivamente políticas; ésa es una vergüenza que las letras castellanas no se podrán sacar nunca de encima; el mejor escritor español del XIX, lo mejor desde Cervantes, rechazado para el Nobel por pura (puta) política. Tengámoslo en la memoria. Se prefirió apoyar a Echegaray, señor de derechas de toda la vida y parte de la otra, en un caso, y en otro, a Menéndez Pidal, igualmente de derechas. Resultado: a Galdós se lo reedita y estudia continuamente en todos los países civilizados del mundo, y de Echegaray apenas queda una obra, y gracias a que le dieron el Nobel, que si no...
Pero volvamos a Benavente, que con todo esto nos hemos alejado de él. A Benavente se lo dieron en 1922, y hoy está también bastante (entre bastante y muy, vaya) olvidado. Jacinto Benavente (1866-1954), nacido y muerto en Madrid, estrenó su primera pieza teatral en 1894, la notable El nido ajeno. Notable para su época, claro. Fue un autor muy prolífico, y hasta su muerte siguió escribiendo y estrenando ininterrumpidamente. Fue también prosista y poeta, pero por lo que se le recuerda es por su teatro, un teatro escrito y pensado para burgueses a los que señalar amonestadoramente con el dedo: eso no se hace, parecía decir en todas y cada una de sus obras: debéis corregir vuestros vicios, enmendar vuestros errores, ser conscientes de vuestros prejuicios... Pero su teatro se ha quedado viejo, anquilosado, esclerótico... En realidad, llegó a serlo en vida del autor, especialmente tras la guerra civil. Benavente no supo o no pudo o no quiso renovar sus temas y por tanto su teatro fue envejeciendo alarmantemente pieza a pieza, estreno a estreno, sin aportar nada ya y reiterando una y otra vez temas, personajes y problemas ya planteados en sus mejores años.
Lo mejor de su extensa obra está en las primeras décadas, las obras que le hicieron candidato y ganador del Nobel. La guerra civil acabó con él. Cuidado: en el sentido autoral. Benavente apoyó la república cuando el golpe de 1936, y terminada la guerra tuvo que congraciarse con los vencedores, no fuera a ser que... Y a los vencedores, a su vez, les cupo no tomar revancha por su pasado pro republicano, al ser un premio Nobel, no fuera a ser que... Tras unos años de "castigo", se le perdonó su pecado hacia 1944, y Benavente tuvo incluso que escribir glosas franquistas, no fuera a ser que... No le echemos sin embargo la culpa al pobre don Jacinto. Su teatro pasó a ser viejo y anticuado, pero no fue --no sabía ser-- mala persona... Y además... además tenía que ir con mucho cuidadín por la vida. Era un homosexual más que evidente, pese a su discreción en vida y costumbres y con una "pluma" demasiado visible. Así que, si encima se ponía a apoyar la república en 1936, y no se iba de España tras la victoria franquista, se exponía a... bien, no hace falta decirlo. Él sólo era un escritor aspirando a vivir en paz en un mundo al que no acabó por no entender. Es probable que ser un Nobel le salvara la vida...
Su estilo literario era realmente extraño. Leer su teatro produce una cierta estupefacción, extrañeza. Sus frases son a veces altisonantes (no en el espantoso estilo de Echegaray, que quede claro), como producto de un escultor que vaya cincelando diálogos para que queden "bonitos", "sonoros", "justos", "precisos", "concretos", quitando lo que estorbe, o sea, frases en las que parece se hayan perdido la mitad de las palabras.
Además de sus numerosas comedias de salón para burgueses, escribió varios meloramas rurales de rompe y rasga: Señora ama, La Malquerida... Este último es un drama tremendo: adulterio, incesto, asesinato... En Argentina causó furor. Bueno, los dramas rurales suelen causar furor en todas partes. Benavente los escribía en un lenguaje menos "esculpido" que el de sus dramas de salones burgueses, pero igualmente medido palabra a palabra. La Malquerida es desde luego una obra capaz de triunfar hoy o mañana, en la España del "tomate con salsa rosa", siempre que se haga bien, no como en la ridícula versión que TVE nos ofreció no hace mucho y que ya comenté en este blog. Su obra clásica por excelencia es, desde luego, Los intereses creados, en la que su lenguaje encuentra feliz aplicación, al ser una obra situada en el pasado. La impresión que uno saca de Los intereses creados, donde se dicen tan atinadas y certeras cosas, es que quienes asistieron a su estreno en su época debieron salir del teatro convencidos de que habían asistido al estreno de un clásico instantáneo de las letras castellanas. Tiene algo de pieza del Siglo de oro. En realidad, parece que hubo algo de inspiración por parte de Benavente en la commedia dell´arte, pero a su vez algunos comediógrafos copiaron descaradamente la obra de Benavente.
Lamentablemente, poco más hay de salvable en su copiosa obra, casi excesiva si hemos de ser sinceros. Comedias donde los burgueses analizan su frustración, o su infidelidad, o sus prejuicios, entre tazas de té y en el luminoso salón; problemas en la finca de los rústicos y humildes campesinos... Alguna incursión también (varias, de hecho) en el teatro fantástico, paliduchas y voluntariosas. Su mejor etapa, como queda dicho, es la primera, todo su teatro de antes de la guerra civil, pues tras ella decaería de manera lamentable, repitiéndose hasta la saciedad. Aun así, aún nos ofrecería alguna obra notable, como La honradez de la cerradura, pero el bueno de don Jacinto ya no tenía nada que aportar. Su teatro era en realidad frágil, como frágil era su persona.

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