10 Δεκεμβρίου 2011

Η ΟΜΟΦΥΛΟΦΙΛΙΑ ΜΕΤΑΞΥ ΤΩΝ ΘΝΗΤΩΝ 1 - ΛΑΪΟΣ ΚΑΙ ΧΡΥΣΙΠΠΟΣ (δ)

LA HOMOSEXUALIDAD ENTRE LOS MORTALES 1 - LAYO Y CRISIPO (d)

Layo es hijo de Lábdaco y padre de Edipo –dentro de la cadena de personajes míticos tebanos que va de Cadmo a los hijos de Edipo-, y da comienzo al derrumbamiento de toda la estirpe de los Labdácidas. Lábdaco muere cuando Layo es aún joven, y esta circunstancia da lugar a la llegada de Lico al trono de Tebas, luego depuesto por Zeto y Anfión. En ese tiempo Layo huye a Élide, al lado de Pélope, pero más tarde retornará a Tebas, recuperará al trono, se casará con Yocasta según la tradición más extendida, y de esta unión nacerá Edipo. La historia mítica de Layo no es muy amplia. El primer episodio tiene lugar en el entorno de Pélope, lo que sugiere colocarlo en la primera etapa de su vida con ocasión de la mencionada estancia en Élide. Allí conoce a Crisipo, uno de los hijos de Pélope, y se enamora de su belleza, dando así comienzo al amor homosexual entre los humanos. Contra la voluntad del muchacho Layo lo rapta con la intención de llevárselo a Tebas, pero aquél, llevado de la vergüenza, termina suicidándose con una espada, y Pélope lanza contra Layo una terrible maldición, en la que pide para el trasgresor el castigo de no tener ningún hijo y, si lo tuviera, de morir a manos de él. Aquí tenemos, pues, una causa objetiva y real del destino funesto de Edipo, puesto que la maldición contra Layo se propaga a toda la familia. Éste era muy probablemente el tratamiento del mito en la versión de Esquilo, de la que sólo conservamos algunos fragmentos y de la que sabemos al menos que fue anterior en varios decenios a la de Sófocles. En esa otra, además, sabemos también que el encuentro entre el padre y el hijo no tuvo lugar en el camino que va de Tebas a Delfos (Layo volvía de Delfos y Edipo se dirigía allí). En una palabra, en Esquilo el motivo originario del conflicto fue esa maldición lanzada contra Layo, y que heredaría su hijo Edipo: algo, pues, concreto, y que da sentido al terrible castigo. Pero Sófocles, en Edipo Rey, prescinde del tema de la maldición y de la falta previa que la motivó. Sófocles convierte el oráculo contra Edipo en un oráculo ciego, sin explicación, de forma que la cuestión de la pequeñez del hombre ante la divinidad se hace mucho mayor: el dios dicta un oráculo sin fundamento y, por supuesto, se cumple. Y para dar más apoyo a este planteamiento convierte Delfos en el centro del conflicto: el padre y el hijo se encuentran en ese camino, el uno viniendo y el otro yendo. Sófocles cambiará radicalmente su versión. Ahora ya no se tratará de la historia de una estirpe, sino de un problema teórico y concreto: ¿se cumplen o no los oráculos de Apolo?; ¿son de fiar los designios de los dioses en general?; en definitiva, ¿deberemos seguir creyendo en los dioses?. Y para plantear este interrogante acude a recurso sencillo: desconecta la historia de Edipo de su etapa precedente, y encara al héroe frente a la divinidad. Y para ello elimina los motivos previos, y enfrenta a Edipo con Delfos.
José María Lucas de Dios


Afirman aquellos que han tomado de sus antepasados las tradiciones más fiables sobre el Peloponeso, que primero Pélope, a causa de haber traído innumerables riquezas de Asia a un país de hombres pobres, consiguió un gran poder y dio su nombre a la región a pesar de ser un extranjero. Y que más tarde se los confirieron aún mayores a sus descendientes. Al haber muerto Euristeo en el Ática a manos de los Heraclidas, Atreo, que era hermano de su madre, y a quien Euristeo le había confiado Micenas y su imperio cuando partió a la expedición, dado el parentesco que entre ellos (Atreo estaba exiliado por orden de su padre a causa de la muerte de Crisipo), y como Euristeo no regresó de su expedición y contando además con que así lo querían los de Micenas por miedo a los Heraclidas, y con que él parecía ser hombre capaz y se había ganado al pueblo, Atreo recibió el reino de Micenas y de todos los territorios sobre los que Euristeo mandaba. Así los pelópidas se hicieron más fuertes que los perseidas. (I-5)

Tucídides: Historia de la Guerra del Peloponeso (Alianza Editorial, 1989)
Trad.: Antonio Guzmán Guerra


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